UN AÑO DE LA MUERTE DEL TERRORISTA MÁS BUSCADO

La guerra sin Bin Laden

Una imagen de vídeo de Bin Laden mirando la televisión

Una imagen de vídeo de Bin Laden mirando la televisión / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / Washington

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Unos días después del asesinato de Osama bin Laden en Pakistán -cuyo primer aniversario se cumple el miércoles- el semanario The Economist se ingenió una portada brillante. Sobre la fotografía del terrorista saudí, tituló: "Ahora, mata su sueño". Obviamente, el sueño tóxico del líder de Al Qaeda sigue vivo, aunque desgastado por más de una década de atrocidades contra los mismos pueblos a los que aspira a representar y por la lucha global sin cuartel contra sus militantes.

También ha cambiado la forma estadounidense de combatir a la franquicia. Todo es hoy más invisible y menos aparatoso. Se persigue lo mismo con menos tropas, una guerra más quirúrgica y tecnológica.

La desaparición de Bin Laden dejó las riendas de Al Qaeda en manos del veterano médico egipcio, Ayman al Zawahiri, un individuo sin el carisma del saudí y aparentemente menos dotado para el liderazgo. Pero lejos de ser un fiasco como algunos auguraban, su organización no se ha desmoronado, simplemente parece haber cambiado de prioridades.

"Al Qaeda está hoy más preocupada en hacerse un hueco en el nuevo mapa que están dibujando las primaveras árabes que en atacar a EEUU o a Europa en su territorio, aunque eso no significa que no vayan a hacerlo si tienen la oportunidad", dice a este diario la exasesora del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, Mary Habeck. 

La salud del yihadismo

Al Qaeda ha perdido en el último año a algunos de sus cabecillas más notorios en Yemén, Pakistán o Afganistán, eliminados en operaciones con fuerzas especiales o en ataques con aviones no tripulados (drones), el nuevo énfasis de la estrategia estadounidense. El secretario de Defensa, Leon Panetta, dijo la semana pasada que estos golpes han impedido que la franquicia tenga hoy "la capacidad y el mando suficiente para poner en marcha otro ataque semejante al del 11-S", pero pocos comparten el optimismo que expresó al abandonar la dirección de la CIA el año pasado, cuando dijo estar convencido de la posibilidad de "derrotar estratégicamente" a Al Qaeda.

De hecho, los servicios de inteligencia creen que sus aliados han ganado terreno en Yemen y en Mali, mientras los últimos ataques en Irak confirman que el yihadismo goza allí aún de buena salud. Habeck cree que en Somalia la situación ha mejorado por la intervención de los keniatas, pero cree que es un giro coyuntural. "En general las señales indican que los afiliados de Al Qaeda son hoy tan fuertes o más que nunca", opina Habeck, autora de varios libros sobre la guerra contra el islamismo radical y profesora de la universidad John Hopkins.

Las revueltas árabes también han borrado muchas de las certidumbres que tenía EEUU en la región, al desbancar o acorralar a algunos de sus alidados directos o indirectos en la lucha contra el terrorismo. No es un problema menor porque una de las nuevas directrices del Pentágono pasa por delegar cada vez más funciones a sus aliados, a medida que se reduce el contingente de tropas en la región.

Pero esta estrategia se enfrenta a varios contratiempos, como el deterioro de las relaciones con Pakistán, el país clave para debilitar el mando central de Al Qaeda y estabilizar mínimamente Afganistán. Episodios como el asesinato de Bin Laden en Abottabad o la muerte de 24 soldados paquistanís en un bombardeo de la OTAN han dejado las relaciones enormemente dañadas. 

En alerta

"Que se encontrara a Bin Laden en una ciudad controlada por los militares ha acabado de convencer a la inteligencia de EEUU de los vínculos entre los servicios de espionaje paquistanís y Al Qaeda", afirma Jim McCormick, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Iowa.

Esta semana EEUU celebrará la muerte de su mayor pesadilla de los últimos 15 años. Lo hará en alerta, en prevención de un posible atentado aunque, según el principal asesor en la lucha antiterrorista del presidente Barack Obama "no hay ningún indicio de un plan en marcha". Y lo hará con un regusto agridulce. Bin Laden ya no está, pero su sueño sigue vivo.