LAS LECCIONES DE UNA CATÁSTROFE

La tragedia de Japón dejó en evidencia a los sismólogos

Unos japoneses rezan junto a la tumba de un amigo fallecido en el terremoto de hace un año, en la localidad de Minamisanriku, ayer.

Unos japoneses rezan junto a la tumba de un amigo fallecido en el terremoto de hace un año, en la localidad de Minamisanriku, ayer.

ADRIÁN FONCILLAS / Pekín

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ConFukushima emergió el debate de si el país con mayor actividad sísmica del mundo era el más idóneo para plantar más de una cincuentena dereactores nucleares. Japón vivió de espaldas a esa contradicción durante décadas. El sismólogoKatsuhito Ishibashi acuño décadas atrás el términogenpatsu shinsai, aludiendo a unacombinación fatal de terremoto y accidente nuclear, y alertaba de que la situación se asemejaba "a un terrorista kamikaze cargado de explosivos esperando a prender la mecha".Ishibashi era ridiculizado como charlatán y bufón por la industria nuclear, que sostenía la imposibilidad metafísica de una central accidentada.Ishibushi disfruta hoy al fin del reconocimiento.

Fukushima también devolvió el debate de la validez de las predicciones sísmicas y puso en la picota a científicos y Gobierno.Kenji Satake, sismólogo de laUniversidad de Tokio, recuerda que un estudio del 2003 sobre grandes terremotos aseguró que había un 99% de probabilidades de que hubiera uno en la zona de Fukushima en los siguientes 30 años. "Pero se pensó que sería de una magnitud de 7,5 a 8 en la escala Richter; nadie imaginó que llegaría a nueve", reconoce por e-mail .

LA LEY / Japón aprobó por ley en 1978 la creación de unaagencia de detección de seísmos. Con su información, Tokio publica anualmente mapas que establecen las probabilidades de un seísmo en cada zona. Desde 1979, todos los que han causado 10 o más muertos se han producido en zonas de bajo riesgo.

El sistema consiste en un estudio pormenorizado de la actividad sísmica del último siglo a partir del cual se establecen pautas. Muchos ya alertaban de su ineficacia por incompleto.Takahiro Miyauchi, geólogo de la Universidad de Chiba, señala un error conceptual en la composición del departamento de predicción de seísmos de Tokio: sobran sismólogos y faltan geólogos. "Las pruebas geológicas no coinciden necesariamente con los datos de terremotos de los últimos 100 años. La sismología moderna debería estudiar también el periodo del Paleolítico. De lo contrario, cometerán el mismo error una y otra vez".

Robert Geller, geofísico de la Universidad de Tokio, denunció que ese sistema predictivo era una pérdida de tiempo y dinero. El mapa sísmico da una falsa sensación de seguridad que relaja las precauciones. "Carecemos de teorías que nos permitan pronósticos fiables y en eso están de acuerdo casi todos los sismólogos de prestigio. Pero algunos reciben fondos del Gobierno japonés para investigación, así que en lugar de decir que no pueden ser pronosticados, dicen que son muy difíciles de pronosticar. El matiz les permite mantener la inversión", asegura Geller. "El Gobierno y los sismólogos infravaloramos el peligro de un seísmo", reconoce.