EJECUCIÓN EN TEJAS
Crimen y perdón
Un musulmán atacado tras el 11-S pide clemencia para su agresor
Rais Bhuiyan pensaba que era un robo, otro más, en la gasolinera donde trabajaba en Dallas. No se planteó que la presencia de ese hombre que puso una escopeta de doble cañón frente a su cara tuviera nada que ver con los atentados del 11-S ocurridos solo 10 días antes. Por eso solo le salió responder«¿perdón?»cuando Mark Stroman, le preguntó«¿De dónde eres?».
Inmediatamente llegó el disparo, la sensación de que«un millón de abejas»le picaban en la cara, las imágenes de la familia que dejó en Bangladesh, la sangre, el gesto de llevarse las manos a la cabeza«pensando en evitar que se saliera el cerebro»,los ruegos a Dios pidiendo otra oportunidad...
Bhuiyan tuvo suerte. Aunque el disparo le obligó a someterse a numerosas operaciones, le ha dejado casi sin visión en el ojo derecho y con perdigones aún instalados en su cabeza, está vivo. Y eso es mucho más de lo que pueden decir el inmigrante indio Vasudev Patel y el paquistaní Waqar Hassan, que sí perdieron la vida por la paranoia«patriótica»en que se sumió Stroman tras los atentados del 11-S, prometiendo matar «árabes»· en supuesta venganza por la muerte en las Torres Gemelas de una hermana cuya existencia nunca se ha podido comprobar.
Campaña en la red
Bhuiyan, con su segunda oportunidad, puso en marcha una campaña para evitar que el hombre que le disparó fuera ejecutado, la sentencia que recibió y que el estado de Tejas se disponía a acometer la pasada madrugada. Fundó www.worldwithouthate.org (mundo sin odio). Y demandó en los tribunales al gobernador Rick Perry para reclamar que al menos se pospusiera el encuentro de Stroman con la inyección letal alegando que como víctima tiene derecho por la ley de Tejas a verse con el criminal.
«El islam dice que salvar una vida es lo mismo que salvar toda la humanidad», ha dicho Bhuiyan, que ahora tiene 37 años.«Mi fe enseña que nadie tiene derecho de quitar otra vida. Y su ejecución no erradicará los crímenes de odio».
Stroman, de 41 años y que ha intentado desvincularse de su confesión de pertenecer a un grupo supremacista blanco, se ha mostrado conmovido por la actitud de Bhuiyan y, en respuestas a un cuestionario deThe New York Times, escribió:«Necesitamos más perdón y comprensión y menos odio». Luego, se despidió firmando:«Tejano orgulloso. Verdadero americano. Viviendo para morir. Muriendo por vivir».
Perry, si nada cambiaba en el último momento, se disponía a acumular la octava ejecución del año en Tejas, la 231 desde que ocupa la gobernaduría. Todavía quedan otras 322 personas en el corredor de la muerte del estado.
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