Reliquias del Concorde

JOSÉ A. SOROLLA / PARÍS

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El 25 de julio del 2000, un Concorde se estrelló en un hotel de la localidad de Gonesse, cerca del aeropuerto Charles de Gaulle de París. Murieron 113 personas y fue el principio del fin del primer y único avión supersónico civil. Los Concorde perdieron el certificado de navegabilidad y, aunque volvieron al aire en noviembre del 2001, dejaron de volar definitivamente en el 2003. Ahora, cuatro años después, un millar de piezas de recambio, la mitad de ellas nuevas, se subasta en Toulouse.

La puja se abrió ayer y terminará el lunes. En la antigua Lonja de Cereales de la capital del sur de Francia, un espacio de 2.000 plazas sede ahora de la Orquesta Nacional del Capitolio, se ofrecen 835 lotes, con precios de salida que van desde 20 hasta 3.000 euros.

Una pata de 1,2 toneladas

Las piezas más codiciadas, que serán subastadas esta tarde, son la pata delantera de un tren de aterrizaje, que pesa 1,2 toneladas, con un precio estimado entre 2.000 y 3.000 euros (costaba cerca de un millón), y un machmetro, un instrumento para medir la velocidad graduado a mach 2,5, es decir, dos veces y media la velocidad del sonido. Su precio se calcula entre 1.500 y 2.500 euros, cuatro veces menos que lo que costaba su instalación cuando los Concorde volaban.

Pero en la subasta se pueden adquirir también, físicamente o por teléfono, múltiples piezas, desde fotografías y maquetas dedicadas por la primera tripulación del Concorde hasta instrumentos de a bordo, partes de la estructura del avión, menús, cubiertos, vajilla, máscaras de oxígeno, un lavabo y una compuerta de la bodega. El baño sale a un precio de entre 400 y 800 euros.

"La mayoría de las piezas tienen un carácter estético no despreciable. Intentamos presentarlas como obras de arte, ya que no son solo piezas mecánicas", afirma Marc Labarbe, comisario de la subasta. "El tren de aterrizaje de 1,2 toneladas es la única pieza que no podemos exponer, pero sobre ella ya tengo una opción de compra", señala. "Esta venta se dirige a dos tipos de compradores: a coleccionistas locos por el Concorde, pero también a nostálgicos en busca de un último recuerdo del avión supersónico", asegura Labarbe. Los organizadores esperan la asistencia de coleccionistas franceses y extranjeros.

Los visitantes que no logren adquirir su pieza favorita pueden consolarse comprando el catálogo, que va acompañado de pequeños objetos del avión, desde un perno o un remache a una anilla, un manguito o una abrazadera.

Esta no es la primera subasta de reliquias del Concorde. En una anterior, celebrada en la sala Christie's de París en el 2003, se vendió hasta el famoso pico del pájaro blanco por 470.000 euros. Un machmetro alcanzó los 94.000 y se recaudaron en total tres millones de euros. Ahora las pretensiones no son tan elevadas. El precio del conjunto de todos los lotes se estima en 250.000 euros.

Las piezas fueron cedidas hace cuatro años por Airbus (la empresa sucesora de Aérospatiale, fabricante del Concorde), al precio simbólico de un euro, a Aérothèque, una asociación creada en 1988 por antiguos ingenieros y directivos de Aérospatiale.

La recaudación de la subasta se destinará a financiar el proyecto Aeroscopia, un parque aeronáutico que tiene previsto abrir sus puertas en el 2010 en los alrededores de Toulouse, capital de la aeronáutica europea y sede de Airbus.

Tecnología aplicada

Pese a su fracaso comercial, que acabó con la retirada del Concorde de los cielos, la tecnología utilizada para fabricarlo ha dejado aplicaciones prácticas, como el revestimiento antiadherente que se utiliza en sartenes y cacerolas. Procede de los ejes de los mandos de vuelo, que debían funcionar a temperaturas muy elevadas cuando el avión rompía la barrera del sonido.

Fabricado por un consorcio franco-británico, el Concorde cruzaba el Atlántico (París-Nueva York o Londres-Nueva York) en tres horas y 45 minutos. Su primer vuelo de prueba fue el 2 de marzo de 1969, y en 1976 comenzó su explotación comercial por las compañías Air France y British Airways. Se fabricaron 20 unidades, incluidos seis prototipos. Muchos de esos aparatos se exponen en la actualidad en museos aeronáuticos o en aeropuertos, como el que se topa el viajero cada vez que acude al Charles de Gaulle, muy cerca de donde el pájaro blanco terminó su carrera al estrellarse contra el suelo.