La maquinaria de Clinton y Obama aplasta a sus rivales demócratas

JOAN CAÑETE BAYLE / ENVIAT ESPECIAL / MANCHESTER

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Reivindicando su papel tradicional de primer estado en celebrar primarias, tan cuestionado en esta carrera presidencial que bate récords de precocidad, longevidad y financiación, el estado de New Hampshire ha convertido su ciudad más populosa --Manchester, de 150.000 habitantes-- en la capital política de EEUU durante tres días. En esta localidad se han congregado los ocho candidatos demócratas, los 10 republicanos y unos 500 periodistas para presenciar los dos debates de aspirantes organizados por la CNN.

Abrieron fuego el domingo los demócratas, en un debate en el que quedaron claras dos cosas: que Hillary Clinton y Barack Obama están por delante de sus adversarios y que la guerra de Irak y la sanidad son los grandes temas de los demócratas.

POLÍTICA ESPECTÁCULO

Lo que ocurrió el domingo --y se repetirá el martes con los republicanos-- en la universidad de Saint Anselm es una nueva representación de la política-espectáculo que tan bien dominan los estadounidenses. Los formatos de los debates no permiten grandes enfrentamientos y, más que de proponer ideas propias, de lo que se trata --sobre todo cuando faltan seis meses para el inicio de las primarias y 17 para elegir presidente-- es dar a conocer el mensaje y no cometer ningún error. Y de afinar las artes del márketing político, porque en esta carrera no solo hay que ser un ganador, sino parecerlo.

Y los que parecieron ganadores entre los demócratas fueron Clinton y Obama. Con una enorme maquinaria financiera y favorecidos por la CNN --junto al tercero en discordia en las encuestas, John Edwards, hablaron 42 minutos, por los 41 de los otros cinco candidatos--, los dos favoritos hicieron frente común ante Edwards, que intentó presentarlos como unos reluctantes opositores de la guerra de Irak a cuenta de su voto, casi a hurtadillas, en contra de la ley de financiación de los conflictos bélicos de Irak y Afganistán. Según Edwards, no se trata de "legislar sino de liderar", y ni Clinton ni Obama se atrevieron a hacerlo.

Los demócratas jugaron de nuevo a ser los máximos opositores de la guerra y los que tienen el mejor plan de sanidad universal. Ninguna sorpresa --ni siquiera en la floja y envarada tanda de preguntas del público, que se interesó por la democracia en Pakistán y no, por ejemplo, sobre si los candidatos saben cuánto cuesta un café en un Starbucks--, por lo que el interés estuvo en los detalles. En el pacto de no agresión de Hillary y Obama; en la hostilidad de Edwards con la senadora; en la lucha denodada del gobernador de Nuevo México, el hispano Bill Richardson, por no sudar; en el discurso, el único realmente de izquierdas, de Dennis Kucinich, y en el excesivo protagonismo del moderador, el periodista Wolf Blitzer, que habló más que todos los candidatos excepto, claro, Obama y Clinton.

"FLACO SERVICIO"

Que todo el mundo tenga el mismo tiempo es algo que en EEUU está consolidado, pero cuando a la CNN no le importa creo que hace un flaco servicio a la audiencia y al pueblo americano" denunció un indignado Kucinich en la zona reservada a la prensa. Es allí, en la zona mixta que en EEUU se llama Spin Room, donde los candidatos se enfrentan cuerpo a cuerpo con los periodistas. Allí es donde trabajan denodadamente los asesores de los aspirantes pequeños, que el domingo maldecían a la CNN. Allí es donde se puede ver a un asesor de Richardson secarle el sudor de la frente a su candidato, y a la esposa de Edwards demostrar que ella probablemente sería mejor primera dama que su marido presidente.

Es en la Spin Room donde hay que culminar, bajo decenas de focos y de preguntas, el trabajo de márketing que se ha iniciado ante las cámaras. Excepto si te llamas Clinton y Obama, que se sienten tan seguros que enviaron a sus jefes de campaña a la zona mixta mientras ellos se citaban con seguidores locales en dos tabernas de Manchester. Lo dicho: en un lugar tan lleno de tradición política como New Hampshire, no solo hay que ser ganador, sino parecerlo.