Ser mujer en el reducto talibán

En su último artículo, los enviados de EL PERIÓDICO conversan con mujeres del conservador sur afgano

La reactivación de la insurgencia en Kandahar trae nuevos ataques a las afganas un poco emancipadas

TEXT: MARC MARGINEDAS / FOTOS: SERGIO CARO

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Hace solo pocos meses Ama Yan, representante del Ministerio de la Mujer en Kandahar, fue acribillada a disparos. Y 13 días después, Rona Tareen, treintañera afgana de holgadas proporciones, se encomendaba a Dios y asumía el mismo cargo que le había costado la vida a su predecesora."Mi familia estaba preocupada pero, después de conversar con ellos, me dieron su aprobación",nos explica en su oficina sin permitir que su rostro muestre emoción alguna, mientras apunta anotaciones personales en un cuaderno. Como era de esperar, de la mano de la reactivación de la insurgencia talibán en el último año, han venido nuevas y renovadas agresiones contra las pocas mujeres que disfrutan de un cierto grado de emancipación en la provincia de Kandahar, antiguo reducto talibán, donde el peso de la tradición siempre ha impuesto más trabas a la promoción femenina que en el resto del país.

En estos primeros días de calor sofocante en Kandahar, un problema absorbe la atención de Rona Tareen, un tema que le obliga a acudir casi a diario a la cárcel. Es el caso de Gul Shah, de 16 años, solo una adolescente, aunque en un país como Afganistán sea ya una mujer en edad de merecer. Gul Shah huyó de su casa con su enamorado para evitar un matrimonio convenido y casarse con la persona que a la quería.

24.000 dólares por el sí

El padre denunció a las autoridades que el chico había secuestrado a su hija por la fuerza y ahora, para dar su consentimiento a semejante matrimonio, exige al posible novio"24.000 dólares o que le dé dos esposas"."La chica está ahora en prisión y prefiere vivir en cualquier sitio antes que bajo el mismo techo que su padre",explica Rona Tareen.

La cuarentena de colegialas que estudiaban lengua dari en la escuela de secundaria Zarghoona --el nombre de la madre de un antiguo rey afgano-- con la profesora Zahra se han reducido este curso a 22."Debido a la guerra, su padre o su madre no les permiten acudir a clase",lamenta la maestra. Será un nuevo año perdido para la educación de las ausentes, después del retraso causado en sus estudios por el paso de los talibanes por el poder."Mis alumnas tienen entre 10 y 14 años; muchas perdieron años de su educación y deberían estar en noveno o décimo grado",apunta. En su dilatada experiencia como maestra, Zahra acumula algunos éxitos frente a padres reticentes a dar a sus hijas una educación, aunque también bastantes fracasos. Como el caso, hace un año, de dos niñas cuyos nombres afirma haber"olvidado", que se vieron obligadas a dejar sus estudios a los 13 y 14 años para ir al matrimonio."Les dije que todavía eran muy jóvenes, y les pedí que les permitieran finalizar su educación",recuerda. En la provincia de Kandahar, hay más de 128.000 estudiantes varones, pero solo 38.000 de sexo femenino.

Huda Iunisi tiene 12 años y es la tercera de su clase, pese a que durante dos años no pudo acudir al colegio por el veto talibán. Acaba de poner el punto final a su examen de dari y proclama que su vocación es ser"doctora". Pero su pensamiento es para una amiga, a la que telefonea a menudo y que"debido a la inseguridad, ha dejado el colegio".