La ciencia contra la historia

La tecnología y las pruebas documentales difieren en 1.200 años al poner fecha a la 'Loba Capitolina' de Roma Para unos la escultura es medieval y para otros, etrusca

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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LaLoba Capitolinade Roma, que amamanta a Rómulo y Remo, símbolo de la ciudad desde antes del Imperio romano y conservada celosamente como una reliquia de un pasado siempre presente, es falsa. O no, es verdadera, la fundió realmente el escultor etrusco Vulca de Veio en el siglo VI antes de Cristo.

Entre unos y otros, hablando de laLoba Capitolina, se ha discutido en Roma sobre la verdad del mundo en el que vivimos y de si algo existe porque está documentado o porque realmente sucedió. Al fin y al cabo, las imágenes supuestamente informativas de la guerra del Golfo se sacaron de los vídeos promocionales sobre las prestaciones de las llamadasarmas inteligentes. Y la Donación de Constantino (313), que creó los Estados Pontificios que sobrevivieron hasta 1870 y constituyeron una fuente de desaguisados, fue una falsedad histórica, aunque solo se demostró en el siglo XV.

Batalla académica

Hace unos días, en las aulas de la universidad romana de La Sapienza, se celebró una apasionante y en algunos momentos convulsa confrontación académica como las de otras épocas, cuando las personas no necesitaban trabajar tanto para sobrevivir. Se trató de una charla de lujo intelectual y, también, de un práctico debate sobre quién tiene la última palabra en los asuntos de la vida: los historiadores, que aportan documentos, o los científicos, que aplican la tecnología.

Las pruebas del carbono 14 realizadas en Oxford (Reino Unido) aseguran que la loba es del 650 después de Cristo, o sea medieval, pero el historiador Andrea Carandini afirma que aquella loba ya estaba en las efigies de monedas muy anteriores y en descripciones históricas antiguas. Y el etruscólogo Giovanni Colonna defiende que"el análisis de la relación isotópica del plomo que hay en el cobre de la loba"demuestra que este metal procedía de las minas Calabona de la isla de Cerdeña, ya conocidas por fenicios y cartagineses, que proveían de materias primas la República de Roma, anterior al Imperio. Es decir, que la loba sería etrusca, como afirman todas las guías de Roma en circulación.

La primera referencia histórica de la loba es del siglo IX. El documento explica que en los Palacios Papales de Letrán --los papas aún no vivían en el Vaticano-- ya había una loba que presidía la Suprema Magistratura de los Pontífices Romanos. Esta habría sido después trasladada al Capitolio, símbolo de la ciudad y también de un cierto antagonismo entre los papas y la aristocracia romana. Actualmente se encuentra en la Sala de la Loba del Palacio de los Conservadores, uno de los edificios del ayuntamiento de la capital.

Recientemente ha sido restaurada y nuevamente estudiada, y este mes será colocada en los Museos Capitolinos. Estará al lado de la estatua del emperador Marco Aurelio, un filósofo estoico cuya escultura ecuestre presidió durante siglos la plazoleta del Capitolio, hasta que las inclemencias del tiempo obligaron a darle un techo.

De bronce nuevo

Los medievalistas afirman que la loba es de bronce nuevo y no refundido como se hacía en la edad media, y Claudio Parisi Presicce, de los Museos Capitolinos, apunta que los antiguos ya poseían hornos para forjar, por lo que la creación de la estatua se situaría entre el 490 y el 470 antes de Cristo.

Pero la arqueóloga Carruba los rebate sosteniendo que fue realizada con el método decera perdiday con una sola colada, algo que según ella los romanos no conocían. Los historiadores replican que en el Imperio ya se usaba el sistema, aunque solo queda un ejemplo: laLoba Capitolina.

El debate académico terminó con la intervención del director de Bellas Artes del ayuntamiento, Eugenio La Roca,guardiánde la loba:"Nuestra época --dijo-- exalta demasiado la objetividad de la tecnología, olvidando que en cualquier caso es siempre el hombre quien la interroga y la interpreta",por lo que"para reconstruir mejor la historia, las ciencias deberían colaborar y confrontarse".

Regresando de noche por las calles de Roma, tras el debate, uno se preguntaba sobre lo distinta que habría sido la historia de Roma de no haber existido los Estados Pontificios. O la guerra del Golfo si los informadores hubieran estado en primera línea, en vez de ser obligados a mirar vídeos. O la segunda guerra mundial sin la foto de Okinawa, y la guerra civil española sin el miliciano de Robert Capa o sin elGuernica.