CONSECUENCIAS DE UN AGRIO DEBATE

La cara tapada es moda

E. R.
PARÍS

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Como cada viernes a las 13 horas, un centenar de fieles de la mezquita Omar Ibn al Khattab, en el distrito XI de París, invade la calle para escuchar la plegaria del imán. En el interior no cabe ni un alfiler. Pese al frío y la lluvia, escuchan estoicamente la letanía que sale de un altavoz en árabe.«No puede hacer fotos»,indica tajante un hombre en cuanto saco la cámara. ¿Pero estamos en la calle, no?«Necesita una autorización»,responde secamente. La mirada amenazante de sus compañeros aconseja desistir.

Estamos en la calle Jean-Pierre Timbaud, nombre de un destacado sindicalista y héroe de la Resistencia, el único lugar de la ciudad donde hay tiendas que venden burkas. Frente a la mezquita –situada en el número 79– está la Maison des Metallos, el centro cultural donde hasta una semana se representaba una obra crítica con el machismo y el integrismo islámico. Su autora, Rayhana, fue agredida por un grupo de radicales que intentaron quemarla.

A pocos metros, una peluquería con un traje de novia árabe en el escaparate.«Tatuajes de henna en manos o pies a cinco euros»,anuncia. En los 200 metros restantes de la calle, hasta llegar al Boulevard de Belleville, se concentran una decena librerías y tiendas de ropa árabes además de una gran carnicería halal, donde los animales han sido sacrificados según el ritual musulmán.

«Estamos vendiendo más niqabs que nunca»,admite una vendedora cubierta con el jilbab, el velo que cubre los hombros y el cabello pero deja la cara al descubierto. Aunque es época de rebajas, no son los descuentos lo que atrae a las clientas.«Claro que es este debate sobre el velo, la polémica ha incentivado a las mujeres»,dice mientras mira la puerta de reojo. El modelo que más se vende es el niqab.«Es el más práctico, solo deja los ojos al descubierto y lleva una tela que permite descubrir el rostro con facilidad».¿El precio?«Entre 20 y 35 euros, depende de la calidad de la tela»,informa escueta, sin muchas ganas de seguir la conversación. La riada humana que sube por la calle indica que se acabó la plegaria.

Al lado, en la librería Imane, los velos se venden en el interior, igual que el khami, la larga túnica que llevan los hombres. En el escaparate hay un cartel electrónico con una imagen de la Meca y los horarios de las plegarias. Todo es en árabe, también el parco saludo del propietario. «Salam aleikum».