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Benicio del Toro defiende que hay ''muchos Che'' en pleno siglo XXI

Benicio del Toro, en Barcelona.

Benicio del Toro, en Barcelona.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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La visera de la gorra de béisbol con la insignia dorada del Legendary Sun Studio apenas conseguía camuflarle las ojeras. Benicio del Toro supera a su propia leyenda. Más de cien botellines de cerveza, Carlos Bardem, Óscar Jaenada y un selecto grupo de fans en estado de trance lo acompañaron la madrugada del lunes a una fiesta improvisada en una lujosa suite del hotel Arts. ¿Para qué dormir una única noche en Barcelona?

Fue él, y no la distribuidora, quien eligió Barcelona para promocionar Guerrilla. Entre otras razones, para cenar en el restaurante Neri con vistas a una iglesia llena de surcos de metralla que permanecen intactos en su muro para no olvidar el horror de los fusilamientos de la guerra civil. Guerilla, la parte que cierra la magna obra de Steven Solderbergh sobre Ernesto Guevara, habla también de la lucha por unos ideales, de muerte y de derrota.

PÁNICO

Es el relato --según Del Toro, "muy valiente"-- del intento fallido de extender la revolución por Bolivia, donde el Che fue asesinado en 1967. "Guerilla abrirá puertas para que se rueden otros episodios históricos de Suramérica", consideró ayer, bastante sonriente, el actor, en un encuentro con un reducido grupo de periodistas españoles.

Del Toro sintió pánico antes del rodaje. "No es fácil ponerse esta gorra", le dijo a Solderbergh, que percibió sus temores. Reconoció que era imposible clonar al Che, pero que valía la pena intentarlo. "Es como nadar y no llegar nunca al final de la piscina. Lo importante es no hundirte", comparó el actor. El truco estuvo en entender las escenas. "No tanto actuar sino reaccionar, saber de dónde viene y hacia dónde va".

Su Che es certero, altruista y profundo. "Tiene sabiduría y convicción, una voluntad excepcional y gran capacidad de sacrificio". Según él, hay "muchos Che" en el siglo XXI. "Políticos, como Obama, que prometen; médicos que se entregan y escritores que buscan la verdad".

Valora la ayuda de Sean Penn a la hora de promocionar la película. La indiferencia de los Oscar ya se la esperaba. "¿A qué puede aspirar en Hollywood un filme de cuatro horas y media, en castellano y crítico con el Gobierno de EEUU de los años 60?". No obstante, confiesa que él mismo forma parte del entramado de la industria cinematográfica. "Solo espero que el éxito de taquilla que ha tenido Che fuera de EEUU estimule a otros directores a emprender proyectos más arriesgados sobre personajes latinoamericanos "como Hermán Cortés y Pablo Neruda".