NUEVAS TECNOLOGÍAS

Hyperloop, un viaje a más de 1000 km/h

El proyecto de Hyperloop plantea viajar en cilindros a casi 1.200 km/h y conectar ciudades de todo el planeta en pocas horas. ¿Conseguirán hacerlo realidad sus promotores?

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Alba Casilda

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Coche, tren y avión. Cada uno de estos transportes cambió la forma en la que se desplazaban las personas. Alteraron las ciudades y ofrecieron a sus habitantes la ocasión de moverse por diferentes países, de romper los límites de lo conocido. No obstante, en el futuro los traslados no se realizarán ni por aire, ni por agua, ni por carretera; serán en cilindros al vacío. Esa es la idea de Hyperloop, una propuesta de medio de transporte basado en cápsulas capaces de desplazarse a alta velocidad por el interior de cilindros al vacío. Puede sonar a película de ciencia ficción, pero ya hay empresas que apuestan por hacerlo realidad. ¿Va a ser este el metro del futuro?

Para comprender el entusiasmo actual en torno al Hyperloop, hay que hablar del cofundador de Tesla, Elon Musk. En 2013, Musk presentó la idea de Hyperloop por medio de un manual que publicó en la página web de otra de sus empresas, SpaceX, dedicada al transporte aeroespacial. El genio de Tesla planteaba un tren supersónico que pudiese viajar a gran velocidad; a tanta para recorrer la distancia entre Los Ángeles y San Francisco en solo 30 minutos.

Concretamente, Hyperloop plantea un procedimiento en el que la gente viaja en cápsulas situadas en un cilindro de aire cerrado. Este va montado sobre unos pilotes de seis metros de altura y cada cápsula cuenta con una capacidad aproximada de treinta personas. La meta es que alcance los 1.200 kilómetros por hora. Esta velocidad se alcanzaría con el mínimo contacto entre la cápsula y el cilindro. Para esto, es preciso que las cápsulas leviten, de forma que no toquen el suelo, y que se introduzcan en un cilindro al vacío, lo que evita el rozamiento con el aire.

“Tendría una capacidad similar a la de un autobús y los pasajeros se trasladarían a velocidades similares a las de un avión. El sistema es semejante al que emplean ciertos edificios para mandar documentos o dinero a otros departamentos”, explica el maestro de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid, Manuel G. Romana. El objetivo es ser capaz de hacer lo mismo con humanos.

Hyperloop promete de esta forma transformarse en un nuevo medio de transporte más seguro y sostenible. Esta tecnología conectaría con mayor velocidad puntos de todo el planeta; sería más respetuoso con el medio ambiente, no emitiría gases contaminantes y se nutriría de energía solar; y, según las compañías implicadas en su creación, el propósito es que los viajes sean más económicos que los de cualquier vuelo regular.

Los avances

Pese a que Musk comunicó que SpaceX no crearía hyperloops comerciales, ya que la compañía está centrada por el momento en el desarrollo de vuelos espaciales, el cofundador de Tesla invitó al resto de compañías y universidades a continuar trabajando en la propuesta. SpaceX, mientras, les asistiría con su conocimiento e instalaciones.

Las startup Hyperloop One (ahora llamada Virgin Hyperloop One) y también Hyperloop Transportation Technologies (HTT) nacieron para intentar implantar este proyecto. Actualmente, compiten por ser las primeras en crear el sistema y explotarlo.

Hyperloop One plantea algo parecido a un colchón de aire por el que se desplazarían las cápsulas. Ya ha efectuado dos pruebas en el desierto de Nevada. Además, baraja trabajar en múltiples líneas como unir Ciudad de México y Guadalajara en 13 minutos o Dubái y Abu Dhabi en uno menos, 12.

HTT, en cambio, trabaja en un sistema de levitación imantada pasiva que no precisa electroimanes. La firma se configura como una plataforma colaborativa formada por más de 600 ingenieros que participan en el desarrollo de esta tecnología. Su idea es presentar en 2018 su primer prototipo a escala real. Además de esto, ha llegado a un acuerdo en la India para conectar Amaravati y Vijaywada en solo seis minutos.

Estas empresas son las que más destacan, pero universidades y centros de innovación han contestado también a la solicitud de Musk. Un equipo alemán de estudiantes de la Universidad Técnica de Múnich, llamado WARR Hyperloop, ganó la última competición internacional anual Hyperloop Pod patrocinada por SpaceX. El año pasado, Makers UPV, de la Universidad Politécnica de Valencia, consiguió el premio al mejor diseño y sistema de propulsión. Tres de los directivos de este equipo lanzaron la startup Zeleros, que ganó el premio Santander Explorer Universitat Politècnica de Valencia. Su objetivo es desarrollar su tecnología de hyperloop y aspiran a ser líderes en Europa. “El interés por este medio de transporte es mundial y las claves para que funcione son la seguridad y la eficacia energética. Hace falta mucha investigación”, explica uno de los cofundadores de la startup, David Pistonis.

¿Es una idea viable?

Los más optimistas apuntan que estará en funcionamiento en 2020. No obstante, esta hipotética red de metro mundial todavía tiene que superar múltiples obstáculos políticos y tecnológicos.

Por ejemplo, el mes pasado de julio Musk anunció en su cuenta de Twitter que había recibido una aprobación verbal del Gobierno de Estados Unidos para crear un túnel, a modo de carril, para que un hyperloop conectase Nueva York a Washington, un recorrido de más de 300 kilómetros. Sin embargo, el cofundador de Tesla reconocía que para pasar de la palabra a los hechos debería contar con el permiso de las distintas autoridades federales, estatales y locales.

En lo que se refiere a los aspectos teóricos, el punto más crítico es asegurar una seguridad total. “A las velocidades a las que se trabaja, las certificaciones tendrán que ser similares a las de la aviación, buscando el mínimo margen de error”, explica Pistonis. En la misma línea se sitúa Romana: “Hay que estudiar tres situaciones: que un pasajero esté en riesgo por una crisis médica, que la cápsula esté bajo riesgo por algún fallo propio o por la perturbación del cilindro en el próximo tramo, y que se deba efectuar una parada no programada”.

Estos escenarios se pueden superar. Hay bastante personal trabajando en ello. Incluso la NASA se ha vinculado con el proyecto. Una vez se solventen, el paso definitivo es que la sociedad quiera pagar por esta tecnología. Tal vez, estamos frente a la próxima gran revolución tecnológica y no nos resulte extraño viajar en un cilindro cerrado. Después de todo, millones de personas se desplazan a diario en metro y a nadie le parece raro.

Alba Casilda. Opinno, editora de MIT Technology Review en español

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