les corts
Campaña a pie de calle para que nadie dé comida a las palomas
Informadores ambientales convencen a los vecinos en plazas de Les Corts
Unas 115.000 palomas habitan actualmente la ciudad de Barcelona. El número ha disminuido más de la mitad desde el año 2009, cuando se calcula que había 256.000 ejemplares. Esta bajada se debe al programa para reducir la alimentación de las palomas en las calles que impulsa por la Agència de Salut Pública. Comenzada en el 2009 en Sant Andreu y Horta-Guinardó, y tras pasar por el Eixample y Gràcia, la campaña acaba de llegar a Les Corts. Los informadores ambientales visitan estos días las plazas del distrito para convencer a los que echan comida a las palomas de que si lo hacen la población de estas se dispara.
RIESGOS / Tomás Montalvo, responsable del programa, explica que las palomas suponen una serie de riesgos tanto para la salud de las personas como para el espacio urbano: «Son portadoras de enfermedades y además degradan el medio urbano». Por eso es importante reducir el alimento que se les da para evitar que se multipliquen. Para lograrlo, el programa tiene una clara vocación «informativa» y «sensibilizadora».
Laura Díaz es una de las cuatro informadoras ambientales que, libreta en mano, recorre estos días los alrededores de la plaza de Les Corts con el objetivo de concienciar a los vecinos del barrio. «Nos acercamos, nos presentamos y explicamos la campaña. Y luego informamos de los problemas, como la suciedad, que causan las palomas», dice. Pese a reconocer que la mayoría está «receptiva» a la información, existe un trasfondo sentimental en algunas de las personas que alimentan a estas aves en plazas, parques y calles: «Hay mucha gente mayor que está sola. Se nota que padecen falta de afecto y sienten la necesidad de darles de comer». La multa, que no es por alimentar a las palomas sino por ensuciar las calles, es de 100 euros.
ALIMENTO / En estos años, la Agència de Salut Pública de Barcelona ha comprobado que reducir el alimento, que es el principal favorecedor de la presencia de palomas, hace bajar considerablemente su población. Los informadores ambientales llevan a cabo una tarea clave a través de sus intervenciones periódicas, entrevistas con los vecinos y contacto con los alimentadores de palomas.
Ramona Pérez, jubilada y vecina de Les Corts, está contenta con esta iniciativa. «Las palomas ensucian aceras y balcones. Te las encuentras hasta en la cocina», se queja sentada en un banco frente a la plaza. «La gente tiene que quejarse», dice.
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