Reina 'emérita' de corazones

'Isabel Preysler. Mi Navidad' (Disney+): en 'Villa Meona' reina la calma chicha (desayuno de agua caliente y pomelo, yoga y spa)

Isabel Preysler

Isabel Preysler / EFE / BORJA SÁNCHEZ-TRILLO

Laura Estirado

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La reina 'emérita' de corazones y de los bombones, Isabel Preysler, ya está pensando en los conjuntos que meterá en las maletas para pasar estas próximas Navidades en Miami. Pues este año las fiestas toca disfrutarlas en EEUU, con todos sus hijos y sus nietos ("rodeada de amor", aseguró en la presentación en el Ritz de Madrid de 'Isabel Preysler: Mi Navidad', el programa de dos episodios que desde este martes se puede disfrutar en Disney+).

Después de un año de su separación de Mario Vargas Llosa, la 'socialité', de 72 años, asegura sentirse tranquila y "con mucha paz". Por esas fechas más o menos fue cuando la productora, Freemantle, con la que ya había trabajado en el programa 'Mask Singer', le propuso embarcarse en este proyecto. Al principio le chocó un poco, pero luego aceptó, pues con ese equipo dice trabajar muy cómoda.

Desayuno monacal

Los episodios son cortitos, de menos de 40 minutos. El primero comienza con la rutina diaria de Isabel, que nos abre las puertas de su mansión madrileña de Puerta de Hierro, desde los años 80 conocida como 'Villa Meona' (por tener 14 baños). Mientras el chófer le limpia el coche en el jardín, junto a la piscina, una mujer del servicio le prepara su desayuno, el mismo de cada día: agua caliente con lima, vitaminas, zumo de pomelo, "mi kiwi", una pieza de pomelo, semillas de lino, esto que parece "comida de pájaro" y, en ocasiones, "agua de Jamaica".

Se levantan las persianas y la señora de la casa acude con un precioso kaftan de flores al saloncito junto a su dormitorio para tomar el primer ágape del día. Móvil en mano, ojea una revista donde su sucesora en las portadas de las revistas del corazón, Tamara Falcó, la nueva reina del 'cuore', es la protagonista.

"No quiero que me molesten con llamadas ni con nada mientras desayuno", asegura. No le gusta empezar estresada el día. "Pero a veces mis hijas no respetan y me interrumpen el desayuno. Y ahora los que más lo hacen son mis nietos", confiesa. Esta vez el que se ha colado en la habitación de la abuela al grito de 'Lala' ha sido Mateo, el hijo pequeño de su hija Ana Boyer.

A él le perdona Isabel, porque reconoce que se le "cae la baba" con sus nietos.

Es consciente de que le falta la "naturalidad" que tienen sus hijos ante las cámaras. "No tengo facilidad para expresar mis sentimientos", se sincera mientras se oye el trino de los pájaros en el jardín.

El servicio: "mis manos y mis pies"

Con su asesora Alicia se ponen con los preparativos: "No quiero ninguna copa picada, se compran nuevas si hace falta (...) subimos a más de 48 el pedido a la Despensa de Palacio", ordena. "Lo hago todo [con ella], desde el fontanero hasta el banco". Han de contestar muchas cartas de fans que la ven en las revistas: "Esta casa tiene mil cosas, desde una cortina que pueda hacer falta hasta el cuarto calderas... hay miles de cosas que hay que arreglar siempre", describe, pero está encantanda con el servicio, porque le hacen la vida "muy agradable". "Son mis manos y mis pies": Ramona, la cocinera; Rafael, el chófer; Elías, el mayordomo, Blas, su entrenador... "Si él no viene o está de vacaciones, yo no lo haría".

El "noviete filipino"

Recuerda cuando vino a España. En realidad, desvela, no tenía ganas de venir. "Yo tenía un noviete filipino que a mis padres no le gustaba nada. El cura que venía a casa me dijo: 'tus padres están decididos a mandarte a Madrid. Vete, y si dentro de dos años sigues queriendo a este chico, yo te caso", cuenta. Con 18 años se alojó con sus tíos en la Castellana. "Aquí era la libertad, en Filipinas te llevaba un chófer y una muchacha a las fiestas. Estábamos atrasados 30 años. Cuando llegué aquí y vi tanta libertad no pisé el colegio. Iba a fiestas sin parar", narra. "Un año después conocí a Julio, en una fiesta que daba Tomás Terry [empresario del mundo del vino y el brandy] en la Casa de Campo -recuerda-. Así empezamos a salir, y a los 25 años tenía tres hijos".

Tras pasar por el centro de belleza a hacerse una tratamiento, Isabel nos muestra otra de sus rutinas: tiene un salón en la casa 'empapelado' con estanterías y cintas de vídeo, y queda con su grupo de amigos de cine para ver pelis. Confiesa que, entre Brando y Newman, ella es más del actor de los ojos azules. Además, ella llegó a entrevistarlo. "Era encantador", explica. Como película navideña, el grupo elige 'Amantes', "porque transcurre en Navidad". Y se ponen a verla mientras zampan hamburguesas.

Otra de las rutinas que muestra

Orgullo de mami

"Todos mis hijos han sabido escoger perfectamente sus caminos", dice orgullosa de su prole. "A pesar de las separaciones y divorcios, siempre han visto un buen ejemplo en casa", asegura, antes de hacer balance de madre: Chábeli es la "madraza"; Julio, "el más cañero de la familia, el más feliz"; Enrique, "por fin, ahora tiene su familia"; Tamara, "es mi joyita, toda espontaneidad y naturalidad", y Ana, "sigue siendo mi bebé, heredó la cabeza privilegiada de su papi". "Lo mejor es que todos son muy buenas personas".

Con Ana Boyer recuerdan las Navidades pasadas, con guerras de confetis con todos los hermanos, con "papi" [Miguel Boyer, fallecido en 2014], al que "le encantaba repartir regalos". También salen en el especial Julio José y Chábeli, conectados por videoconferencia. Enrique no aparece "porque está de gira".

"Se fueron los tres en 1984 a Miami. Fue terrible, pero siempre haces lo que es mejor para ellos", confiesa Isabel, que concluye el día como lo comenzó, "sola y en paz" en su despacho y con un libro en la mano.