'El chico de las musarañas'

Así es 'El manantial', el refugio de Ana Obregón donde preserva el recuerdo de su hijo

Una cucharada de miel al día: así va a cambiar tu cuerpo si la tomas

Hemos leído el libro de Ana Obregón y esto es lo que revela

Ana Obregón, en Madrid, en junio del 2020.

Ana Obregón, en Madrid, en junio del 2020. / Europa Press

Lola Gutiérrez

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'El chico de las musarañas', el libro que comenzó a escribir Aless Lequio cuando le diagnosticaron cáncer en 2018, que no le dio tiempo a terminar y que su madre, Ana Obregón, ha finalizado por él, también tiene un protagonista en forma de escenario: 'El manantial', la mansión refugio de la actriz y su familia y ahora guardián mudo de sus recuerdos.

En el desgarrador relato que hace Obregón de la enfermedad de su hijo y su duelo posterior, tras su muerte, la actriz se encuentra arropada en esta casa, donde arranca su narración. "Está amaneciendo en 'El manantial', la casa que construyó mi padre en la costa de los Pinos de Mallorca hace cincuenta años", señala. "Emerge majestuosa sobre una multitud de pinos centenarios, abrazando el mar con una infinita terraza".

Obregón la define como la casa "de mis interminables vacaciones de adolescencia, mis primeros amores, besos y desamores", y luego enlaza el relato con el nacimiento de Aless, que pasó allí "su primer y último verano". "Adorabas esta casa", cuenta la actriz con esa voz narrativa en la que se dirige a su hijo muerto, "aquí me regalaste los momentos más felices", desde sus primeros pasos entre los naranjos del jardín hasta ese día en que, con 12 años, les contó a sus padres "mami, nunca la vendáis, pase lo que pase".

"Esta casa que respiraba amor por cada rincón ahora llora tu ausencia y la inunda un silencio insoportable", lamenta emocionada en otro extracto del libro.

Fue en una de las habitaciones de la casa de Mallorca donde Ana Obregón se recluyó para escribir, durante cuatro semanas, el libro, tal y como ella misma explicó en su cuenta de Instagram.

La casa ocupa tres parcelas, y los padres de Ana Obregón, al comprarla, quisieron respetar el casi centenar de pinos que se erguían en el terreno: lo lograron hasta que en 2011 un huracán los derribó.