Carlos Fitz-James Stuart

Un Alba de perfil muy bajo

En pocos días ocupará la plaza que dejó vacante su madre, Cayetana. Pero ni su hoja de servicios ni su talante parecen estar a la altura de la simpar duquesa.

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NOELIA SASTRE

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Es un hombre de perfil muy bajo, excesivamente discreto. No tiene condecoraciones oficiales del Reino de España, ni es académico, ni está en la cámara de comercio, ni se le conoce ningún mérito», responde un estudioso de los Alba a la pregunta de si Carlos Fitz-James Stuart es un digno sucesor de tan histórico linaje. «Su abuelo fue embajador, académico de la Historia, senador. Su padre, académico de Bellas Artes, procurador en Cortes, miembro del Instituto de España. Ese tipo de cosas son importantes. Él solo ha escrito una Tercera en ABC cuando murió su madre, en la que no decía nada. No publica textos sobre la familia ni da conferencias», señala este experto, añadiendo que «el Rey da títulos para que brillen», y que al primogénito de la difunta Cayetana le anuló el segundo marido de su madre, Jesús Aguirre.

El caso es que escriba o no, con o sin academias, de perfil bajo o alto, Carlos Fitz-James Stuart se convertirá en el 19º Duque de Alba a principios de mayo. Si nada lo impide, y tras pagar 2.594 euros por cada uno de los nueve títulos con Grandeza de España que acaba de solicitar oficialmente (parte de los 45 títulos nobiliarios legados por su madre, ya descontados los que cedió en vida a sus otros cinco hijos), será el dueño de la histórica casa a sus 66 años. Aun así, seguramente no empezará a utilizarlo hasta noviembre, cuando se cumpla un año de la muerte de Cayetana, como manda el uso social y explica el historiador José Luis Sampedro Escolar, autor de La Casa de Alba.

El deseo del abuelo

Carlos nació en Madrid el 2 de octubre de 1948 como el 14º Duque de Huéscar. Fue el primer hijo de Cayetana Fitz-James Stuart y Luis Martínez de Irujo, y junto a su padre inició los trámites para crear la Fundación Casa de Alba que ahora preside. «Mucha gente cree que Aguirre montó la fundación, pero fueron Carlos y su padre quienes la impulsaron para cumplir el deseo del abuelo, Jacobo Alba, que con su educación británica quiso imitar a los grandes lores ingleses y crea la Casa de Alba con lo que hereda de otros títulos para mantener el patrimonio unido», explica Sampedro. Licenciado en Derecho, es aficionado al esquí. «Me gusta navegar, tengo un yate pequeño y viejo», declaró en una entrevista a Efe.

Además de heredar cinco ducados, un condado-ducado, un marquesado y siete condados con Grandeza de España, y 17 marquesados, 13 condados y un vizcondado sin ella, entre sus derechos están el uso y disfrute de todas las propiedades (los palacios de Liria y Monterrey, el castillo y la torre de Alba de Tormes, y los castillos de Castro Caldelas, Moeche, Andrade y Narahío). También debe velar por el registro de la propiedad intelectual e industrial para que todos los productos que lleven su nombre tengan su permiso, gestionar y preservar el archivo histórico, la biblioteca, la colección de óleos, tapices, miniaturas, esculturas... Y presidir una fundación que es depositaria, no propietaria. Gracias a la Ley de Patrimonio Histórico y a la Ley de Fundaciones, el heredero no podrá vender el patrimonio sin contar con la autorización expresa del Ministerio de Cultura, como ha ocurrido recientemente con la carta de Colón.

La fundación les sirve también para desgravar los beneficios que obtienen de sus empresas agrícolas y bienes inmuebles. Aunque las fincas se han reducido a la mitad respecto a lo que tenían antes de la guerra civil (han ido con los tiempos: han vendido fincas rurales para invertir en ladrillo, la familia posee un buen número de empresas vinculadas al sector agrario que recibe fondos europeos.

¿Son buenos gestores? «Lo han sido hasta el momento, pero se desconoce el acuerdo entre los hermanos. Es una tribu difícil de manejar. Mantener su patrimonio es muy caro. Son muchos y muy distintos. Llevan toda la vida esperando la herencia. Puede que asistamos a la voladura de la Fundación y veamos muchas subastas», apunta otro experto en la nobleza. En el 2013 subastaron en Christie's el baño de Totó  (la madre de Cayetana): consiguieron algo más de seis millones de euros por siete piezas art déco. «La recaudación se usará para mantener el patrimonio y apoyar nuevos proyectos», dijo entonces la familia en un comunicado. Mientras exista la Fundación, el patrimonio se salvaguarda. Si se disuelve podrán venderlo, cumpliendo, eso sí, con la protección de cada uno de los bienes (muchos de ellos no podrán salir de España).

Poco sevillano

Otra clave en la vida de los Alba es Sevilla. La ciudad andaluza estaba en el ADN de Cayetana. Nacida en el madrileño palacio de Liria, para la duquesa no había nada como Las Dueñas, que también ha heredado su primogénito. Allí aterrizó una jovencísima Cayetana desde Londres, donde su padre era embajador de Franco. Allí celebró su primera y tercera boda, invitó a Jackie Kennedy y Grace Kelly a la feria de abril, bailó, festejó, tuvo sus escarceos (dicen que dos de sus seis hijos son fruto de un bailarín y un torero sevillanos). Y allí murió el pasado noviembre a los 88 años. Carlos también se casó en Sevilla en 1988 con Matilde Solís, madre de sus dos hijos (Fernando, de 24 años, duque de Huéscar y heredero de Alba, y Carlos, de 23). Este difícil matrimonio se rompió en el 2000 (fue declarado nulo) y pocas más parejas ha tenido este hombre, salvo una supuesta relación con Alicia Koplowitz. Dicen que se prodiga poco por Sevilla. «Le tienen cariño por ser hijo de quien era, pero la gente no le para por la calle», cuentan desde la ciudad andaluza, donde parte de la familia se reunió en Las Dueñas en Semana Santa.