LA BODA DE LA ARISTÓCRATA CON MÁS TÍTULOS NOBILIARIOS DEL MUNDO

Flamenca y torera

Cayetana celebra su peleado enlace con Alfonso Díez bailando con invitados y gente de la calle

Cayetana baila con su hijo Cayetano, su exnuero Fran Rivera y su amigo Curro Romero, ayer.

Cayetana baila con su hijo Cayetano, su exnuero Fran Rivera y su amigo Curro Romero, ayer.

JULIA CAMACHO

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Descalza y bailando por rumbas. Cayetana de Alba, de 85 años, apenas podía ocultar su felicidad cuando, pasadas las dos de la tarde, salió a las puertas del palacio de Dueñas del brazo de su flamante esposo, de 61. Jaleada por cientos de sevillanos, a los que presentó por vez primera su relación y que no la han cuestionado, la flamante señora de Díez quiso agradecer el cariño de la ciudad e incluso acabó lanzando su ramo de novia al público.

Al igual que el novio, la duquesa pasó sola la noche previa, tal vez la última muestra de los hijos por expresar su poco entusiasmo por el enlace. A primera hora de la mañana, para evitar el acoso mediático, llegaron sus hijos Alfonso y Carlos, el padrino, y poco antes del enlace lo hicieron Cayetano y el resto de invitados. A su alrededor se iba acumulando cada vez más gente, curiosos y vecinos animados al ver las escenas en televisión.

A mediodía, era tal el hervidero de gente que los guardias de seguridad apenas podían evitar que la gente, pese al riesgo de ser atropellada, se echara sobre los coches de los invitados. Ante la presión popular, los escasos elegidos para presenciar el enlace optaron por entrar en coche. Tan solo los hermanos Fran y Cayetano Rivera (este, con su novia, Eva González) se atrevieron a bajarse del vehículo para saludar al público bajo los gritos de «guapo» y «torero».

Nadie quería moverse ni un centímetro para ver bien la llegada del novio -no colmó las expectativas porque el coche apenas paró al entrar en palacio- o la salida de los recién casados. Ni siquiera tras sufrir un desmayo, como le pasó a una mujer, que trató de aliviarse pidiendo que le llevaran agua y una silla a su sitio para no perderse ni un detalle.

PERIODISTAS EXTRANJEROS // Junto a ella, muchos aprovecharon el escaparate para tratar de buscar una oportunidad laboral, como un grupo musical que había compuesto un pasodoble en honor a Cayetana, reclamar el pago de una deuda o mostrar su cariño a la aristócrata escenificando con disfraces una peculiar boda.

Vecinas acicaladas para la ocasión contemplaban la escena desde los balcones, y estudiantes en un colegio cercano aprovecharon el recreo para cotillear un poco entre clase y clase. Su centro de atención eran los periodistas de los programas de corte rosa, muy solicitados en la clasificación de fotografías. Y los periodistas extranjeros de Francia, Alemania, Argentina y Colombia, atraídos por la historia de amor, la diferencia de edad en un concepto tan alejado para ellos como la nobleza, no daban crédito a sus ojos.

Fue una ceremonia religiosa sobria, marcada por las ausencias de dos de los hijos, Jacobo (enfadado con su madre por el reparto de la herencia y porque había insultado a su mujer) y Eugenia (enferma de varicela), y en la que la nota de alegría procedió del grupo flamenco Siempre Así, que cantó la Salve Rociera que tanto gusta a la duquesa y un par de piezas con las que la aristócrata no pudo reprimirse y terminó marcándose unos pasos de baile. El gran momento, sin embargo, llegó después, cuando Cayetana y su marido salieron a saludar a las puertas de Dueñas. Allí volvieron a bailar al son de la rumbaCuando vuelva a Sevilla en primavera. La novia, más suelta, acabó incluso sin zapatos, mientras que Alfonso, menos ducho en el flamenco, trataba de seguir el ritmo antes de reunirse otra vez con su reciente familia política y empezar una nueva vida al frente de los Alba.