Francia, Qatar y el PSG ya tienen la final que le compraron a la FIFA
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Qué sería de nosotros, de nuestros hijos, de nuestros nietos, si no creyésemos en el Papá Noel, en los Reyes Magos, Harry Potter, Snoopy, Mafalda, Superman, Spider-Man, Batman, Thor, El Capitán Trueno, Luke Skywalker, Han Solo, Chewbacca, R2-D2 o C-3PO. Tenemos que creer en ellos porque, a menudo, nos evaden de la realidad.
Era hermoso (¿demasiado, no?) pensar que, en un Mundial que, repito, ha tenido dos partidos buenos y un concurso de penaltis, sería posible ver que lo imposible se hacía realidad. No ya, por favor, una final Croacia-Marruecos, pero sí que uno de los dos equipos metiese la cabeza en la finalísima del domingo. Pero ni siquiera la magia de esos personajes ha sido capaz de obrar el milagro. La albiceleste de Leo Messi arrasó a Croacia y los ‘blues’, con menos Kylian Mbappé, mucho Antoine Griezmann y más organización, frustraron el sueño de un Marruecos que buscará la consolación, el bronce, tal vez mejor premio, si lo conquista, que la plata.
La final comprada
Visto lo que estamos viendo, viviendo y lamentando con mucho asco y dolor de nuestras conciencias en Bruselas, al final, señoras y señores, aficionados y odiadores del fútbol, Francia, Qatar, el PSG, el todopoderoso ‘don dinero’, el señor Nasser Al-Khelaifi y sus riquísimos seres superiores tendrán la final que le compraron, a base de millones de petrodólares (o gas, mucho gas licuado), a la FIFA.
El propio presidente de la FIFA que les concedió la Copa del mundo, Joseph Blatter, reiteró, poco antes de que diese comienzo este devaluado Mundial, en declaraciones al diario ‘Tribune de Genève’, que la elección en 2010 de Qatar como sede del campeonato fue “un error”, del que responsabilizó al francés Michel Plantini, entonces presidente de la UEFA y al Gobierno francés, liderado por Nicolas Sarkozy.
“Gracias a los cuatro votos de Platini y su equipo, la Copa del Mundo fue a Qatar en lugar de ir a Estados Unidos, esa es la verdad”, contó Blatter. “Fue Sarkozy”, siguió explicando el exmandatario de la FIFA, “quien presionó a Platini para que los votos de la UEFA fueran a Qatar, después de que el jefe del Elíseo se reuniera con el príncipe heredero catarí. Seis meses más tarde”, concluyó Blatter, “Qatar compró aviones de combate a Francia por valor de 14.600 millones de dólares. Era, por supuesto, un asunto de dinero”. Blanco y en botella.
La magia de Messi y el alma de 46 millones de argentinos se enfrentarán al equipo que ha jugado y ganado más partidos en los últimos dos Mundiales, Francia
Tal vez por eso o, seguramente por eso, el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, se levantó anoche impulsado por un resorte especial del butacón que ocupaba en el estadio Al Bayt, cuando su compatriota Randal Kolo Muani, tras la única jugada de valor que hizo Mbappé, marcó el definitivo 2-0 frente a Marruecos, en el minuto 79 de partido. El trabajo ya estaba hecho. Francia, Qatar y el PSG tenían la final soñada, las dos estrellas más grandes jamás juntadas en un equipo, Messi y Mbappé, protagonizarán, en casa del amo, la finalísima del Mundial-2022. Francia, ya ha ganado; Qatar, ya ha ganado; el PSG, ya ha ganado.
Nadie dice, nadie cuenta, nadie cuestiona si Argentina y Francia se han merecido estar o no en esa final. Están, ¡claro que se lo han merecido! Los argentinos llegan al gran día de sus vidas desesperados, ansiosos, angustiados, exhaustos, pero con más corazón que nadie, con más ilusión que nadie y con 46 millones de almas detrás suyo que creen, que confían en Papá Noel, los Reyes Magos y Leo Messi.
Lo de Francia es otra cosa, es otra historia, no tiene nada que ver con Argentina, ni con Messi, ni siquiera con el mago Mbappé, que empieza a tener ¡ya! los vicios de Neymar Júnior. Lo de Francia es pura relojería suiza. Casi ciencia futbolística. Es el Real Madrid llevado a su máxima expresión: aquí te espero y aquí te mato. Solo un dato: la selección de Didier Deschamps, ese seleccionador criticado por conservador, por no hacer jugar a las mil maravillas a los extraordinarios futbolistas que tiene, ha jugado 18 partidos en los dos últimos Mundiales: ha ganado 14, ha empatado 2 y ha perdido solo 2 (estos dos porque ha querido). Francia ha llegado a la final en 4 de los últimos 7 Mundiales. Por algo será.
Mientras Croacia languideció, se apagó, se agotó, ante Argentina, tal vez por el tremendo desgaste realizado ante Brasil, Marruecos hizo honor a ese protagonismo de selección ideal, sorpresa, carismática y querida que hemos descubierto todos en esta Copa del Mundo. Integrada por jugadores nacidos en siete países distintos (12 nacieron en Marruecos, 4 en Bélgica, 4 en Países Bajos, 2 en Francia, 2 en España, uno en Italia y otro en Canadá), estrelló una preciosa chilena de El Yamig al palo y Koundé sacó un gol de la mismísima línea de meta de la portería de Lloris. Eso sin tener en cuenta, que deberíamos, el penalti que el colegiado mexicano César Ramos no señaló, en el minuto 27 de juego, contra Francia por derribo de Theo Hernández a Boufal dentro del área gala.
Marruecos fue muy grande, fue inmensa como selección y tremenda como equipo. Los ‘leones del Atlas’ pelearán por el bronce, el próximo sábado, ante Croacia y acabar en el tercer escalón del podio de Qatar-2022 sería, sí, la proeza, la gesta, el mérito que merecen y están buscando. Un seleccionador tan eficaz como Walid Regragui, que menosprecia la posesión, arrolló a los franceses, que la desprecian más que él aún, y se la arrebató 61% a 39%. Y no solo eso, Marruecos dio 572 pases, por 364 de Griezmann y compañía. "Hemos estado cerca de la final. Volveremos a intentarlo", dijo orgulloso el seleccionador de Marruecos. "Si queremo alcanzar una final, tenemos que tener un banquillo de nivel. Lo tendremos. Con España, no jugamos bien y pasamos y, hoy, jugamos bien y perdimos. El fútbol ya nos conoce y volveremos más fuertes. Lo importante es aportar alegría a la gente. Es solo fútbol, no lo olvidemos".
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