Piqué salva a España

Un cabezazo del central tras asistencia de Iniesta, el mejor del partido, derriba la resistencia checa a tres minutos del final

Los jugadores de España celebran el gol de Piqué.

Los jugadores de España celebran el gol de Piqué. / AFP / Andrew Medichini

MARCOS LÓPEZ / TOULOUSE, enviado especial

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A tres minutos del final, Iniesta parecía tomarse un café en el jardín de su casa. Cuando todos estaban angustiados, él decidió girar sobre sí mismo y levantar la cabeza para otear el horizonte. Allí descubrió a Piqué. Si los nueves de España no marcan (Morata se movió bien, Aduriz estuvo activo), alguien tenía que hacerlo. Iniesta puso el balón en la cabeza de Piqué. Dio la sensación de que lo hacía con la mano de tan dulce que iba la pelota viajando en primera clase a su destino. Y allí emergió Piqué para firmar el triunfo de España.

Lo mereció mucho antes por su buen fútbol, pero llegó al final cuando las cosas saben mucho mejor. Centró el 6, cabeceó el 3 en una acción 'made in Barça' digna, además, de un excelente estreno donde De Gea, sometido a una enorme presión, se mantuvo de pie para aguantar a España cuando más lo necesitaba.

UN LÍDER, UN PILAR Y UN GOLEADOR

Un líder (Iniesta), un pilar atrás y un goleador arriba (Piqué) y un portero solvente (De Gea). Parece fácil. Pero no lo fue. Ni mucho menos, pese a que la República Checa solo tenía peligro cuando la pelota se detenía para una falta o un saque de esquina. España, en cambio, tuvo mucho peligro cuando hacía volar el balón. Porque España jugó bien. No hay mejor noticia.

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Jugó con sentido colectivo, Piqué estuvo espléndido en la lectura defensiva, tuvo criterio con el balón ­-Iniesta dio una cátedra en la primera parte- y no tuvo más despistes que un extraño inicio de partido donde concedió hasta tres acciones a balón parado en apenas cuatro minutos: dos saques de esquina y una falta lateral.

Ahí se apagó la tímida República Checa si es que llegó a encenderse en algún momento. Luego, la selección de Vicente del Bosque se adueñó de la singular tarde de Toulouse. Singular porque igual caía una tormenta espectacular de agua que calaba todos los huesos como emergía un sol que daba calma. Y siempre con el viento de ida y vuelta.

DE GEA, CLAVE

A España, una vez Iniesta se adueño de la pelota, todo le resultó más fácil. No había noticia alguna de De Gea, el joven que ha sentado en el banquillo a Casillas. Ni se le veía, pese a ese amarillo chillón que eligió para dar oficialidad a la jubilación deportiva de un mito como Iker. Quedaban 15 segundos para acabar la primera parte cuando un tiro centrado de Necid permitió descubrir que España jugaba con portero.  Lo detuvo en dos tiempos con tranquilidad. Asunto liquidado. Cuando necesitó portero España lo tuvo. La selección, en cambio, no obtuvo rentabilidad a tan buen fútbol porque topó con un experto guardián que mantuvo a salvo a su país.

En 45 minutos, Cech libró a la República Checa de un escarnio. Rápido de reflejos en el primer remate de Morata, justo en el corazón del área pequeña, tras una buena combinación previa entre Juanfran y Silva. Fiable en el segundo tiro del delantero de la Juventus. Solvente en la aparición de Jordi Alba por la izquierda y veloz de piernas tirándose a las botas de Silva. España jugó para ganar y se marchó al descanso frustrada por un gigantesco Cech.

LA REBELDÍA DE ANDRÉS

Cuando salió al segundo tiempo lo hizo de forma furiosa, pero con el orden que transmitía Iniesta Busquets para encerrar aún más a los checos. Pero siempre les quedaba Cech, decisivo en otra doble parada, primero a tiro de Nolito y luego en el segundo disparo de Ramos. Volvía a llover en Toulouse. Volvía a parar el meta checo. Y hasta De Gea, en una acción a balón parado (falta lateral), se estiraba con precisión para atrapar el disparo de Hubnik.

Para los checos, cada córner era una bendición. Y una tortura para España. Daba igual que lo sacaran en corto o en largo. La selección de Del Bosque entraba entonces en pánico. Cesc, primero, en una acción acrobática con los pies, y Ramos luego peinando el balón con alivio hacia atrás, evitaron un disgusto monumental a De Gea. Se asustó la ‘Roja’. Del Bosque agitó su libreta y cambió de nombres, pero no de estilo. Quitó a Morata, le faltó solo el gol a su buen trabajo, puso a Aduriz, sacó del campo a Cesc, más valioso por ese despeje defensivo, y apostó por el ingenio y la electricida de Thiago. España arrinconó entonces aún más a la República Checa.

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El partido regresó a su escenario natural. Los cambios dieron energía a España, pero ya no pisó tanta el área checa, por lo que Cech pudo tener una tarde más tranquila, pese a que los laterales de la ‘Roja’ (Juanfran y Jordi Alba) eran puñales que llegaban a su casa sin llamar. Se le escurría el tiempo a la selección, tal si fuera uno de esos miles de partidos del Barça donde el control y el partido no se refleja en el marcador. Pero Iniesta, rebelde como es, y Piqué, más rebelde aún, decidieron que España tenía que ganar el partido. Sí o sí. Y lo ganaron los dos. El mejor atrás y el mejor del partido. Cuando todos estaban nerviosos, Andrés centró y Gerard cabeceó. A falta de 9, no hay mejor delantero que Piqué.      

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