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Robaron su cámara en el aeropuerto de Barcelona, la encontró en una aplicación y la recuperó sin ayuda

Imagen de archivo de un aeropuerto

Imagen de archivo de un aeropuerto / Pixabay

María Aragón

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Perder equipaje y objetos de valor en un viaje es un drama cuando puedes recuperarlo, pero lo es aún más cuando ves que nadie hace nada por lograr que te devuelvan tus pertenencias. 

Buscar un objeto 'perdido'—o robado—es casi una utopía, pero este tuitero no desistió. A través de un hilo en Twitter en diferentes tiempos, ha ido narrando su odisea hasta encontrar una cámara BlackMagic que había perdido en un vuelo a Barcelona. Y lo hace con mucho humor. En septiembre anunciaba la pérdida. 

Dos meses después confirmaba que la aerolínea se había puesto en contacto con él. Habían encontrado la cámara poco después de desembarcar pero ya no sabían nada de ella. Él no quería pensar mal, pero empezaba a sospechar de cada "vídeo molón" a partir de entonces. Unos días después... Sorpresa. 

Meses después, ya en la actualidad, ha actualizado la información. La aplicación tiene los datos de vendedor y comprador. El robo podría resolverse con unas llamadas de teléfono, pero está imposible. Estaba en una "pesadilla kafkiana", como dice él. La cuestión es que ha recuperado la cámara, pero con cero ayuda. 

Dice que se la había robado un trabajador de la aerolínea en la que volaba. El trabajador declaró que se la encontró en el parking. "Casualidad".

Cuenta cómo se ha sentado en una silla opuesta a los acusados mirando como un "puto loco" durante 20 minutos.

Todo esto lo ha conseguido, según dice, en una épica labor de "Detective Follaldre" que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado "se empeñaron en entorpecer". Al principio la investigación concluyó que la cámara que encontré en Wallapop no era la suya. "Por el amor de Dios, tenía un objetivo soviético de los 80 con mil adaptadores raros. Cómo hostias va a ser posible que exista otro puto loco como yo vendiendo una cámara igual". Todo porque el número de serie estaba emborronado y lo habían registrado mal. No coincidía por dos dígitos. 

Así que se hizo pasar por productora audiovisual y encargó un vídeo al comprador de Wallapop, de donde sacó metadatos del archivo para demostrar que era su cámara. Y este fue el desenlace:

A estas alturas pensaba incluso en abrirle un Tinder.