CÓMO NOS AFECTA EUROPA. 3

De la calle a Bruselas

MARC ESPÍN
BARCELONA

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Unos 400 millones de ciudadanos europeos serán llamados a la urnas entre el 20 y el 25 de mayo para elegir a un nuevo Parlamento y, por primera vez en la historia, influir de forma directa en la elección del presidente de la Comisión Europea. La UE será un poco más democrática, pero para cada vez más personas, como  Quim Pérez (activista voluntario en Ecologistas en Accion, 51 años), votar una vez cada cinco años sigue siendo insuficiente. Por eso, cuando supo de la existencia de un nuevo mecanismo de democracia directa en la Unión, la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE), Quim lo vio claro. Había que apuntarse.

Este activista ha colaborado como voluntario en la coordinación de la primera ICE, la pionera. Se llama Right2Water y ha reunido 1,68 millones de firmas de más de 13 países europeos que piden a la Comisión que vele por el derecho humano al agua y proteja los recursos hídricos de la privatización. Se dice rápido, pero coordinar una campaña de recogida de firmas a escala europea no es tarea fácil y requiere personas comprometidas. Quim es una de ellas. En la década de los 90 sufrió un accidente de tráfico cuyas secuelas le apartaron para siempre de su trabajo como regidor en TV-3. Desde entonces es pensionista y ha invertido gran parte de su tiempo libre a luchar por la protección del medioambiente. «Mi mala salud me ha sensibilizado con la salud del planeta», dice Quim, que vio en la ICE una oportunidad de unir a personas de toda Europa comprometidas con la misma causa.

Fácil de decir, difícil de hacer. Las normas de la ICE prohíben que sean impulsadas por organizaciones; debe ser una iniciativa eminentemente ciudadana gestionada por el denominado comité ciudadano, que debe estar formado por al menos siete personas de siete países de la UE. Sin embargo, «sin el apoyo de una o varias organizaciones es imposible conseguir un millón de firmas de como mínimo siete países en un año», avisa Pablo Sánchez, portavoz de la Federación Sindical Europea de Servicios Públicos (EPSU) que impulsó de facto Right2Water. Son dificultades de coordinación pero también económicas: solo las traducciones pueden superar los 50.000 euros.

Pese a las dificultades, unos cinco millones de personas han firmado ya la veintena de ICE que han llegado a la fase de recogida de firmas. Hay ganas de democracia y no faltan iniciativas. Actualmente hay una decena de ellas sobre temas tan dispares como la legalización del cannabis o la aprobación de un programa de inversión extraordinaria en desarrollo sostenible y empleo juvenil.

Éxitos y decepciones

Para Quim cualquier mecanismo que permita la participación ciudadana entre elecciones es positivo: «Eso de que 'como me has votado, hago lo que me da la gana durante equis años, incluso si no está en el programa' no es democracia». Sin embargo, el gran inconveniente de la ICE es que no es vinculante. ¿Y si la comparamos con otros mecanismos de democracia directa? «Frente a los sistemas refrendarios de Suiza, la ICE sale perdiendo, pero hay que tener en cuenta a la escala que se hace: es el primer instrumento de democracia directa transnacional», afirma Sánchez. En cambio, comparada con la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) española, sale ganando. «La ICE da más facilidades para votar porque se puede hacer vía web rellenando un sencillo formulario», explica Quim. La ventaja más clara: una ILP necesita 500.000 firmas de ciudadanos españoles, frente al millón de ciudadanos europeos de la ICE. Desde 1977, solo 12 ILP han logrado reunir estas firmas en España y solo dos han sido aprobadas, una en 1998 y la del 2013 que blindaba la tauromaquia como patrimonio cultural. En Catalunya, llegó a buen puerto en el Parlament la ILP que prohíbe las corridas de toros.

En la UE, la Comisión ha rechazado parte de las propuestas de Right2Water con el argumento de que no tiene competencias. Por eso Quim denuncia una política de doble rasero: «Para obligar a los países a hacer recortes, la Comisión no tiene problemas, pero para lo que no interesa... Ni siquiera dos millones de firmas sirven contra los lobis empresariales. Si las instituciones no los paran, si no apodera a la ciudadanía, nos espera un futuro negro».

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