EL RETORNO DEL CAPITÁN

Busquets, como bandera de la España de Luis Enrique

Lo esperó todo lo que podía. E incluso más. Esperó Luis Enrique a Busquets, consciente de que lo necesitaba. Volvió tras superar el covid, jugó ante Eslovaquia como siempre y se emocionó Busi como nunca antes se le vio.

A1-115768882.jpg

A1-115768882.jpg / GABRIEL BOUYS

Marcos López

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En la nueva España, el viejo Busquets es un tesoro. Una reliquia de lo que fue en su día esta selección y ahora, en medio de un proceso de profunda renovación (solo siguen seis jugadores del último Mundial-2018), aspira algún día a acercarse, al menos. Busquets es un viejo y, a la vez, desconocido tesoro, por mucho que su desgarbada y, a veces invisible figura en el centro del campo forme parte, y como actor principal, de la mejor España, aquella que encadenó Eurocopa-Mundial y Eurocopa.

Desconocido Busi porque se ha necesitado más de una década, un confinamiento de 12 días en su casa tras dar positivo por covid y centenares de partidos para descubrir la esencia más pura y amateur del chico de Badía de Vallés, a quien Guardiola abrió la puerta del Camp Nou, el mismo a quien Del Bosque le dio la llave de ‘La Roja’.

Debutó Busquets en la Eurocopa, sometida la tierna selección de Luis Enrique a un momento de estrés futbolístico (dos empates consecutivos)y angustia emocional (andaba al borde del precipicio) para esa anónima pandilla de jóvenes desconocidos, incluso en su país porque hay 14 que juegan fuera de la Liga. Debutó ante Eslovaquia tras entrenarse en el jardín de su hogar y, de repente, aún siendo un débil enemigo, enarboló la bandera de España.

Primero en el campo, agradecido como estuvo siempre a la fe que tuvo Luis Enrique, quien le esperó y le esperó, pese a que se le criticaba esa santa y necesaria paciencia que tuvo con el centrocampista. Luego, fuera, Busi se quebró, atrapado por la emoción, dejando al descubierto todo lo que había sufrido desde que en la noche de un domingo de junio abandonó Las Rozas en una ambulancia medicalizada, camino de su casa, temiéndose lo peor. Y lo peor era el adiós a la Eurocopa, "mi última Eurocopa", como el propio azulgrana confesó en La Cartuja, consciente de que la edad (tiene 32 años)unido a un desgaste sin fin (debutó en el 2008 en el Barça y en el 2009 en la selección) le privarán de acudir a la próxima cita europea.

Faro, líder, guía...

"Busquets es un jugador bastante incomprendido por muchísima gente porque lleva tantos años que estamos cansados de verlo. Es único y una garantía"

— Luis Enrique, seleccionador español

Pero llegó Busi, recibido como un salvador con un emotivo pasillo de honor que le hizo estremecerse de emoción. La misma emoción que desprendió su juego en La Cartuja, fiable como siempre fue en el pase (88% de acierto), voraz en la presión adelantando a la selección 10-15 metros más cerca del área eslovaca, tejiendo complicidades con Koke y dando vuelo libre a Pedri, ese joven por quien Luis Enrique daría la vida futbolística como ya hizo Koeman en el Camp Nou.

Luis Enrique observa el Eslovaquia-España sentado en una nevera portátil en La Cartuja.

Luis Enrique observa el Eslovaquia-España sentado en una nevera portátil en La Cartuja. / @SeFutbol

Jugó como siempre, aunque fue valorado como nunca (la UEFA le entregó el premio a mejor jugador del partido), con un liderazgo (Kuipers sintió en su oreja la presión para que pitara el penalti a Koke que luego falló Morata) que trascendió más allá del balón.

Los números de su debut en la Eurocopa son excelentes. Solo falló seis pases de 51, recorrió 8.3 km en 71 minutos (la media de los centrocampistas es de 7 km), pero no alcanza a describir con verdadera precisión la enorme influencia que adquirió Busquets en el juego de España, por muy frágil que fuera Eslovaquia. Y lo fue. ¿La prueba? Se marcó dos goles en su propia portería.

"El partido de Busquets es de manual de lo que debe hacer un pívote", proclamó orgulloso Luis Enrique, aliviado y feliz no solo por el 0-5 que le abrió el camino de los octavos de final (el lunes en Copenhague ante la Croacia de Modric) sino porque fue terco y obstinado, seguro que el tiempo le daría la razón.

Autoestima recobrada

No es solo lo bien que jugó sino lo que, como recordó el técnico, es lo que aportó al grupo, necesitado de referencias para no caer en el desánimo o la depresión, ni siquiera tras fallar dos penaltis en dos partidos consecutivos. Lleva Busi 123 partidos con España y, tal vez, ninguno vivido y sufrido con la emoción que sintió en La Cartuja sevillana.

Suma él más encuentros que Unai Simón (9), Azpilicueta (25), Èric García (8), Laporte (3), Pedri (6), Sarabia (6), Morata (42) y Gerard Moreno (13) juntos. Entre los ocho alcanzan las 112 citas. "Busquets es un jugador bastante incomprendido por muchísima gente porque lleva tantos años que estamos cansados de verlo. Es único y una garantía", dijo el asturiano, quien no se cansa nunca de tener a Busi a su lado.

Y en este fútbol tan científico donde se procesa absolutamente todo hay un enigma indescifrable. Nadie puede calibrar ni medir la velocidad mental con la que juega Busquets. Solo el balón lo sabe.