El Espanyol saca tarde el orgullo ante una Real superior

Cuando el rival te supera con claridad poco se puede objetar a la derrota. Justamente eso le sucedió este lunes al Espanyol ante una Real superior que se relajó en exceso en el tramo final (2-3). Una semana después de sufrir un sorprendente tropiezo ante el Valladolid, el equipo vasco recuperó la versión que le ha llevado al podio de la Liga, solo por detrás del Barça y el Madrid. Los hombres de Imanol Alguacil desarbolaron a los pericos, que solo sacaron el orgullo en un arreón final que estuvo cerca de darles un punto. 

Venció con todo merecimiento el cuadro donostiarra, que exhibió un fútbol vistoso y preciso, comandado por el talento de excelentes futbolistas como Kubo, Brais y Oyarzabal. El Espanyol se sintió inferior desde su puesta en escena con un once sin rastro de los fichajes del mercado invernal. Pacheco, Gragera y Denis Suárez, que tenían opciones de estrenarse como titulares, se quedaron en el banquillo. Las bajas capitales de Joselu, el pichichi del equipo, y César Montes, el eficiente central mexicano, complicaron aún más las cosas. 

Golazo nipón

El contexto no era nada halagüeño y no tardó en confirmarse. Alguacil ni siquiera recurrió en su once a Mikel Merino, recién salido de una lesión. No le hizo falta. La buena parada de Remiro en un cabezazo de Calero (m. 4) fue solo un espejismo. El vendaval donostiarra se desató. Álvaro desbarató un misil de Oyarzabal, pero acabó claudicando en un zurdazo de Kubo tras un control exquisito del nipón (m. 23). 

El Espanyol acabó la primera parte con un 28% de posesión, un concepto que esta vez sí reflejó la tremenda superioridad de la Real. Un disparo lejano de Vini Souza fue la única amenaza local, mientras Sorloth perdonaba la vida a los pericos antes de la lesión de Calero, un percance más en la maltrecha defensa de Diego Martínez, que tuvo que recurrir a Sergi Gómez, lo que suele ser sinónimo de desgracias. 

Herida local

Viendo la triste imagen de su equipo, el técnico gallego agitó el árbol con un doble cambio. Entraron Denis Suárez y Rubén en lugar de Melamed y Óscar Gil. Parecía algo más entonado el Espanyol en el inicio de la segunda parte (no era complicado), pero la Real volvió a golpear. Sorloth empujó a placer un pase medido de Oyarzabal. 

Lejos de mejorar el panorama, Cabrera desvió hacia su portería un centro de Kubo. Era lo que faltaba, un autogol para hurgar aún más en la herida con media hora por delante. Muchos pericos enfilaron el camino hacia casa, pero el Espanyol volvió a demostrar que nunca se rinde.

Sin milagro

Los goles de Darder y Brian Oliván maquillaron el pobre partido local y llevaron el choque a un emocionante desenlace en un RCDE Stadium con 15.867 espectadores, una entrada tan discreta como esperada en el primer partido de la temporada en lunes.

Acabó pidiendo la hora la Real, pero no hubo milagro. Cabrera fue expulsado en el tiempo añadido y el Espanyol acabó muriendo en la orilla. El equipo catalán es cuarto por la cola, justo por delante del Valencia, que cierra la zona de descenso. Los tres próximos duelos ante el Elche, Mallorca y Valladolid marcarán el futuro de los pericos. Si no reaccionan les espera un final de Liga angustioso.