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Por qué la política devora a sus hijos como Saturno
Pepu Hernández en el 2010. / DAVID CASTRO
Jesús Pichel
Es un lugar común, sobre todo entre (neo)liberales y conservadores, criticar la profesionalización de la política (políticos de partido que no han trabajado más que en el propio partido y en la administración pública, sea por elección o por nombramiento) y reivindicar el acceso a la actividad política desde lo que retóricamente llaman sociedad civil: profesionales normalmente no afiliados a un partido que han desarrollado su carrera al margen de la política institucional. Evidentemente, "no afiliado" no significa "indiferente, desinteresado, neutral o desideologizado políticamente".
Entretodos
Pese al desasosiego que provoca entre los militantes de toda la vida, ya desde hace años y con frecuencia, jueces, actores, deportistas, profesores, médicos, periodistas, economistas, empresarios, exmilitares, etcétera, no afiliados han sido fichados por los partidos para robustecer sus listas electorales; o han sido nombrados por los gobiernos para puestos públicos relevantes.
Son fichajes estrella. Que sepamos, el último ha sido el de Pepu Hernández: un respetado y admirado profesional del baloncesto, entrenador de éxito en su equipo de siempre, el Estudiantes, y en la Selección, que ha sido propuesto por el Secretario General del PSOE (y Presidente del Gobierno), Pedro Sánchez, para encabezar la lista por Madrid en las elecciones municipales del 26 de mayo.
Pero la política, como Saturno, devora a sus hijos: a degüello se va contra los políticos profesionales y con la misma saña se tritura a esos fichajes estrella en cuanto asoman los primeros rayos, criticando su inexperiencia política y escudriñando su pasado hasta encontrar cualquier asunto que los descalifique.
Sin duda tan necesario es saber si quienes pueden ser nuestros representantes son fiables y capaces o no, como distinguir qué conductas inhabilitan realmente para acceder a la política. Cuando los criterios morales son dispares (y los intereses políticos contrapuestos), no se me ocurre criterio más objetivo que el de la legalidad.
Participaciones de loslectores
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