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Mi mujer musulmana no quiere islamizar a nadie

Oración en el Centro cultural islámico de Sants, en la nave 120 de Can Batlló.

Oración en el Centro cultural islámico de Sants, en la nave 120 de Can Batlló. / RICARD CUGAT

Hace unos años, leí un libro de Novalis en francés. Su título es la  respuesta a la esperanza humana: Le monde doit être romantisé. 

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Vi en la televisión, las manifestaciones (sobre todo en  Alemania) de Pegida, cuyas siglas significan: Patriotas Europeos contra  la Islamización de Occidente. 

Yo nací en Barcelona, en 1985, provengo de una familia humilde, mi  madre era cristiana gitana. No seré yo quien haga afirmaciones  políticas o pseudo-intelectuales acerca de este movimiento, en  referencia a su desarrollo social y global. Me parece que no tengo las  bases para ello. Pero todos sabemos más o menos lo que Pegida representa. 

Lo que sí diré es que mi mujer es musulmana; lo que sí diré es que  tuvimos una historia difícil; lo que sí diré es que tenemos un hijo de  11 meses. Y que cuando miro a mi mujer a los ojos, no veo a esa  inmigrante que quiere quitarnos nuestro futuro y arrebatarnos nuestros  empleos, o islamizarnos. Veo a una mujer buena, noble y  hermosa y que desea lo mejor para mí y para su hijo. Hacemos una Vida  normal, compramos juntos, salimos, cuidamos la casa, pagamos la  facturas, etcéra.

La quiero, igual que a mi hijo. En él no pienso que  Alá es grande. Pienso que soy afortunado en la vida, y  muchas veces me pregunto qué sería de mi hijo si mi mujer no hubiera  llegado aquí. Me da igual la política y no me interesan este tipo de  actos. Hemos tenido que sufrir los dos muchos prejuicios y perjuicios  por estar juntos. Al final, el amor siempre gana.

Tal vez el mundo no esté preparado para este choque de  civilizaciones. Mientras tanto, hay pequeñas familias, que como la  mía, intentamos normalizar la situación. 

'Le monde doit être romantisé'. 

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