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"La historia nunca perdonará al expresidente Jordi Pujol"

Jordi Pujol y Marta Ferrusola, en una imagen de febrero de 2020

Jordi Pujol y Marta Ferrusola, en una imagen de febrero de 2020 / JOAN MATEU PARRA

Jordi Querol

Pertenezco a ese multitudinario grupo de catalanes que durante dos décadas largas fueron devotos de Jordi Pujol i Soley, mi presidente y, más tarde, mi amigo. Por razones obvias y de espacio no voy a explicar el porqué, todos lo sabemos. Los ideales de Pujol coincidían exactamente con los que una gran mayoría de catalanes de clase media deseábamos para Catalunya. Lo que Pujol predicaba era lo mismo que decían mi abuela y mis padres en mi casa; sin embargo, nunca podré olvidar mi llanto aquel julio de 2014, cuando leí su confesión. Ahora, después de varios años, aquel disgusto se ha convertido en un profundo resentimiento.

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Nunca podré perdonarle su gran equivocación, y no lo haré jamás ya que yo también soy padre; un padre que, como él, ejercemos de líderes en el ámbito familiar, y este tipo de padres lo sabemos todo acerca de nuestros hijos. Los Pujol Ferrusola, con el tiempo, se hubieran podido hacer ricos haciendo negocios de todo tipo y cumpliendo escrupulosamente con la ley, ya que el poder de su padre no tenía límites. No obstante, la prisa y la insaciable ambición de su primogénito era tanta que cometieron la misma gran equivocación de todos los corruptos: saltarse las normas. La historia nunca perdonará al expresidente ya que, como el buen líder que era, él sabía todo lo que sus hijos estaban cocinando.

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