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"Cuando me ceden el asiento en los transportes, me siento realmente anciana"

Un vagón de la L1 del metro de Barcelona.

Un vagón de la L1 del metro de Barcelona. / Jordi Otix

Ángela Arranz

He leído cartas de personas en edad de jubilación a las que nadie les cede el asiento del transporte público cuando el vagón de metro o el autobús va lleno. No dudo de que eso suceda, simplemente que mi experiencia va en sentido inverso.

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Me molesta sobremanera que cuando entro en un vagón de metro o en un autobús lleno de pasajeros, siempre hay algún joven, en general varón, al que falta tiempo para levantarse a ofrecerme su asiento, que salvo excepción rechazo amablemente dando las gracias.

Tengo 64 años cumplidos, cabello gris que ya no me tiño, estoy en forma, vida activa, hago gimnasia, camino ligera, autónoma, creo que doy una impresión saludable, pero empiezo a ponerlo en duda en vista de la extraordinaria amabilidad que encuentro en el transporte público, y para quienes quieran hacer algún chiste fácil les digo que sé que estos jóvenes atentos no están intentando ligar. Bromas aparte, me siento realmente anciana cuando me ofrecen el asiento.

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