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Cada vez es más incómodo vivir en Barcelona. El incivismo gana terreno día a día, con vehículos que no respetan los cruces peatonales, bicicletas circulando por las aceras a velocidades peligrosas y sin respetar las señales de tráfico cuando lo hacen por la calzada o el carril bici, vecinos que depositan la basura en los contenedores (o fuera de ellos) a todas horas, con el resultado de olores desagradables y proliferación de moscas, sobre todo en verano, y aceras repletas de excrementos de perros que sus dueños no recogen o bien arrojan a las papeleras con el mismo resultado de malos olores y moscas.
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Si yo fuera regidor de esta ciudad, iniciaría una investigación para averiguar el porqué de estos hechos, cada vez más frecuentes y molestos, y que no ocurren tan ostensiblemente en otras ciudades de España, y buscar la forma de combatirlos. Estas cosas ocurren, por supuesto, con más frecuencia e intensidad fuera de las zonas "nobles" o turísticas de la ciudad. Parece que, en este sentido, el actual Gobierno barcelonés no se diferencia demasiado del anterior.