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Duele mucho ver como siempre terminan muriendo personas inocentes por culpa de actos terroristas de unos fanáticos descerebrados que no representan a nadie. Más todavía cuando seguramente los acontecimientos hayan sido una consecuencia directa de las decisiones que han ido tomando un puñado de políticos en las últimas décadas, creando guerras injustas y dejando a cientos de miles de personas muertas por el camino, y millones viviendo en caos y miedo constante desde hace años, como es el caso de Irak.
Lo triste es que lo que tanto nos está horrorizando ahora a nosotros es precisamente de lo que huyen esos pobres sirios a los que negamos en gran parte refugio. Y por desgracia, es altamente probable que termine siendo la excusa perfecta que andaban buscando algunos dirigentes para no acoger a más. Pero olvidamos que Siria lleva sufriendo atrocidades similares desde hace 5 años. Y volvemos a lo mismo: siempre terminan siendo víctimas personas inocentes.
El mundo empezó a transformarse en la peor pesadilla de George Orwell a partir del 11 de septiembre de 2001, cuando el Gobierno americano aprovechó el atentado para imponer unas medidas de seguridad y control a nivel mundial inauditas, que terminaron derivando a espiar a la ciudadanía mundial vía internet y llamadas telefónicas; y más guerras injustas por intereses privados. Las dos caras de la moneda.
Y el efecto mariposa. ¿Qué barbarie seguirá a la sufrida en Paris? ¿Cuánto ascenderá la extrema derecha? ¿Habrá una nueva guerra injusta por intereses privados?
Espero que la solidaridad que se está mostrando a nivel mundial sirva para combatir el odio, racismo y pánico que están creciendo paralelamente, y que dicha solidaridad se expanda algún día para con todos los seres humanos del planeta.