Beatriz González López-Valcárcel: “Hay muchos medicamentos que no aportan nada”

Beatriz González López Valcarcel

Beatriz González López Valcarcel / Iván del Cristo

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Michele Catanzaro
Michele Catanzaro

Periodista

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España gastó 3.100 millones de euros en medicamentos oncológicos en 2021, el doble de lo que gastaba sólo cinco años antes. ¿Es esta la mejor estrategia contra el cáncer?

Este interrogante dominó una conversación con Beatriz González López-Valcárcel, catedrática de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y pionera de la economía de la salud en España, que tuvo lugar en las redes de EL PERIÓDICO el 18 de Enero, en el marco de las Conversaciones de Salud, impulsadas en colaboración con la Fundación Doctor Antoni Esteve.

La economista dejó claro de que no se trata de ahorrar en medicamentos útiles. “Si un fármaco es muy eficaz y por algún motivo es caro, tendríamos que buscar de dónde sacamos el dinero para pagarlo”, afirmó. Sin embargo, tanto la eficacia como el precio de muchos fármacos plantean interrogantes.  

Retraso en los cribados

La investigadora subrayó que el cáncer no se aborda solo con tratamientos, sino también con prevención, desde reducir el tabaquismo hasta los cribados. “Llevamos mucho retraso con el cribado del cáncer colorrectal y de cuello de útero, que cubren una minoría de la población”, observó. La inversión en estas medidas, o en los cuidados paliativos, no alcanza ni de lejos la que se destina a los medicamentos.

El problema es que “hay muchos medicamentos que no aportan nada”, afirmó la experta. Muchos fármacos se aprueban tras ensayos con un número reducido de pacientes, o de forma condicional a la espera de más resultados. En algunos casos, se acaban retirando del mercado porque con el tiempo se ve que no funcionan.

“Para eso están los organismos reguladores, que deciden qué precio se va a pagar por los fármacos” explica. Es que el precio de un fármaco no se establece como el de cualquier producto. Un mismo medicamento oncológico suele salir al mercado en Europa con la mitad del precio de EEUU. 

“La patente garantiza la exclusividad en la venta y el monopolista puede fijar el precio según le interese. Sin regulación o cortapisas acabaríamos como en EEUU”, afirma González. Las diferencias de precios entre países dependen de lo máximo que las empresas pueden esperar extraer de cada uno. 

En Europa opera la “cuarta barrera”: además de ser seguro, eficaces y no tóxicos, los medicamentos también tienen que ser coste-efectivos para que un estado los compre. “Pero en España aún seguimos dando bandazos y renqueando en eso”, observa.

Soluciones creativas

La experta cree que deshacerse de las patentes no sería buena idea. “Es lo mejor que hemos encontrado para fomentar la innovación”, afirma. Sin embargo, hay una plétora de mecanismos complementarios.

Durante la pandemia los estados hicieron acuerdos de riesgo compartido con las farmacéuticas que estaban investigando las vacunas antes de patentar los productos. “Nos salió muy bien”, afirma González. 

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Otros mecanismos son compras conjuntas de grandes volúmenes que resulten en descuentos o el pago por resultados: la Unión Europea lanzará este año la plataforma, Darwin para monitorizar la eficacia de los medicamentos, y los estados puedan pagar las dosis que realmente surten efectos.

Finalmente, están los premios. Remediar a la resistencia a los antibióticos no es una inversión atractiva para las farmacéuticas, pero podría serlo si organizaciones grandes y confiables pusieran en palio un premio monetario para quienes descubran la solución.