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Alerta por el almiquí, el fósil viviente y venenoso que está en peligro de extinción

Es uno de los mamíferos más raros del mundo y el último superviviente de una familia de mamíferos que se remonta a la época de los dinosaurios

Almiqui

Almiqui

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Vega S. Sánchez
Vega S. Sánchez

Periodista

Especialista en animales, plantas y curiosidades

Escribe desde Barcelona

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Un almiquí, también conocido como solenodonte, es un pequeño mamífero insectívoro que se encuentra en las islas de Cuba y la Española -República Dominicana y Haití-. Es uno de los mamíferos más raros del mundo y se considera un fósil viviente, ya que es el último superviviente de una familia de mamíferos que se remonta a la época de los dinosaurios.

Esta criatura es bastante única en términos de su apariencia, hábitos y fisiología, y ha capturado la atención de biólogos y zoólogos desde que fue descubierta en el siglo XIX.

El almiquí es un animal nocturno y solitario que se alimenta principalmente de insectos y otros invertebrados pequeños, además de frutas. Aunque tiene una apariencia similar a la de un topo o un musaraña, el almiquí es en realidad un insectívoro que tiene un hocico largo y móvil, que utiliza para buscar alimentos en el suelo y entre la vegetación.

Espinas protectoras

Sus ojos son pequeños y están adaptados para ver en la oscuridad y su pelaje es de color marrón oscuro y está cubierto de espinas duras, como las del puercoespín o el erizo de mar, con las que se protege de sus depredadores. Tiene un cuerpo pequeño y delgado, con una longitud de unos16 a 32 centímetros -incluyendo la cola- y un peso aproximado de entre 350 y 450 gramos.

A diferencia de la mayoría de los mamíferos, el almiquí tiene una mandíbula inferior que se articula con el cráneo de una manera bastante única. En lugar de tenerla rígida, como la mayoría de los animales, la mandíbula del almiquí se mueve hacia adelante y hacia atrás de manera muy flexible, lo que le permite morder y masticar su comida con facilidad.

Además, tiene dientes afilados y extrasensibles que le permiten detectar vibraciones en el suelo, lo que le ayuda a encontrar su alimento.

Veneno

A diferencia de otros mamíferos, el almiquí tiene una glándula venenosa en la parte trasera de su mandíbula inferior. Este veneno es utilizado para defenderse de sus depredadores, que incluyen serpientes y aves de presa. Cuando se siente amenazado, el almiquí puede producir una secreción de veneno y frotarla sobre sus dientes para aumentar su toxicidad.

Tienen patas cortas y fuertes, con garras afiladas que les permiten trepar por los árboles y moverse por el suelo con facilidad. A pesar de su pequeño tamaño, los almiquís son bastante resistentes y pueden sobrevivir en una variedad de hábitats diferentes, desde bosques húmedos hasta áreas semiáridas.

El almiquí se reproduce una vez al año, generalmente durante la temporada de lluvias. Las hembras dan a luz en cada camada a entre una y tres crías, que son amamantadas durante unas semanas y luego comienzan a alimentarse de insectos. A medida que crecen, los jóvenes almiquís aprenden a cazar y se vuelven independientes.

Depredación y caza furtiva

El almiquí está en peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat natural y la depredación por parte de animales introducidos, como gatos y perros. Tampoco ayuda la caza furtiva: los humanos los apresan porque existe la creencia de que sus espinas pueden curar algunas enfermedades. Su pequeña población se encuentra fragmentada y en declive, lo que hace que sea una especie muy vulnerable.

Los almiquís también son animales bastante longevos en comparación con otros mamíferos de su tamaño. Pueden vivir hasta 6 años en estado salvaje y hasta 11 años en cautiverio.

Difícil de observar

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El almiquí es una especie muy rara y difícil de observar en su hábitat natural, ya que se esconde durante el día en madrigueras y agujeros en los troncos de los árboles. Se sabe muy poco sobre su comportamiento y ecología en estado salvaje, y la mayoría de lo que se conoce proviene de estudios en cautiverio.

Aunque se han realizado esfuerzos para proteger al almiquí y su hábitat, todavía hay mucho por hacer para garantizar su supervivencia a largo plazo, porque la población de almiquís sigue disminuyendo y se considera una de las especies más amenazadas de América Latina. La protección y el cuidado de su hábitat natural son fundamentales para su supervivencia, así como la educación y concienciación de las personas sobre la importancia de la conservación de la biodiversidad.

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