Entrevista

Ernest Folch: "El libro está encontrando nuevos lectores"

Ernest Folch abrió un paréntesis en su carrera editorial (Empúries, Ara Llibres, Ediciones B) para dirigir el diario ‘Sport’. Tras superar un infarto renunció al cargo y se recetó un régimen de colaboraciones periodísticas (entre ellas, en estas páginas) sin la presión de la portada diaria. Regresa al mundo del libro con Tatxo Benet y Jaume Roures como socios en la reinvención de la editorial Navona.

 

Ernest Folch, en las oficinas de la editorial Navona

Ernest Folch, en las oficinas de la editorial Navona / Ferran Nadeu

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Ernest Alós
Ernest Alós

Coordinador de Opinión y Participación

Especialista en Escribo, cuando puedo, sobre historia, literatura fantástica y de ciencia ficción, ornitología, lenguas, fotografía o Barcelona

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¿Qué le supone personalmente este regreso al mundo del libro?

Dejé Ediciones B en 2016 para ir al 'Sport'. El periodismo deportivo es otra de mis pasiones, pero sabía que era una pausa. Esto supone para mí volver a casa. Desde que tengo uso de razón, porque es lo que me enseñó mi padre, sabía que este era el oficio de mi vida.

¿Por qué reconstruir Navona y no empezar desde cero?

Nace de una casualidad. Estaba meditando volver al mundo editorial y nos encontramos con Jaume Roures y Tatxo Benet y los tres decidimos, justo sabiendo que Navona estaba en concurso de acreedores, que nos hacía ilusión salvarla, redimensionarla y que fuese la base de este nuevo proyecto. Navona ya tenía una marca, era reconocida por los libreros, tenía una distribución hecha en Catalunya, España y Sudamérica y, como director del proyecto, vi que era la mejor plataforma para edificar lo que queríamos hacer, un nuevo sello de ficción en catalán y castellano, aunque la fuésemos a reformar completamente.

Tatxo Benet es también propietario de la librería Ona. ¿Habrá algún tipo de colaboración especial?

Son dos proyectos distintos. Y queremos dejar claro que nosotros somos editores, no libreros. Tendremos un trato igual con Ona que con otras librerías, y descartamos vender directamente en nuestra web o montar puestos de venta de nuestros libros.

De esta mezcla de nuevo y viejo, ¿ qué queda de la anterior Navona?

Nos concentraremos en la ficción, en tres líneas: mantendremos la línea de ficción clásica, los clásicos ineludibles; abrimos una colección de clásicos modernos, que empezaremos con La librera de París, de Kerri Maher, en catalán y castellano, y una de recuperaciones de grandes autores que por razones diversas habían quedado olvidados. Y una sola colección de no ficción, muy específica, basada en biografías.

Catalán y castellano, España y América Latina...

Nuestra vocación es ser una editorial que edite desde Barcelona hacia el mundo. Y eso quiere decir que editaremos en catalán para Catalunya, en castellano para España y en castellano para España y Sudamérica. Indistintamente. A Marta Buchaca, con su primera novela, la publicaremos solo en catalán; al escritor boliviano Guillermo Ruiz Plaza o la poesía completa de Sylvia Plath, solo en castellano; y a Kerri Maher en catalán y castellano.

"En Navona no queremos ser ni escandalosamente grandes ni tan pequeños que no podamos tener un cierto volumen"

Respecto a los problemas que llevaron a Navona a esa situación, ¿qué errores se deben evitar, en cuanto a tirajes, acabados, número de títulos...?

Queremos seguir haciendo libros de calidad, cuidando los detalles, pero no queremos acabados que provoquen precios demasiado altos. Queremos hacer una editorial de calidad pero competitiva. En América Latina... no todos los libros han de ir a todas partes, ha pasado el tiempo de la distribución masiva e indiscriminada.

¿Imprimiendo 'in situ'?

Nos planteamos un sistema doble de enviar desde España pero también imprimir allí.

La edición en castellano y catalán se ha polarizado entre grandes grupos que han absorbido sellos medianos y editoriales de escala artesanal más que industrial. ¿Dónde se sitúan en este ecosistema?

La fotos es desigual, sobre todo en catalán. Editores independientes pequeños, competitivos, de mucha calidad y que están haciendo las cosas muy bien, hasta el punto de que en algunas semanas sus libros pueden ser la mayoría en la lista de los más vendidos, y dos grupos megagrandes. No queremos ser ni unos ni otros, ni escandalosamente grandes ni tan pequeños que no podamos tener un cierto volumen. Nuestro proyecto necesita una cierta dimensión a medio plazo, sin volvernos locos. Tenemos previsto empezar con unos 60 libros al año, 20 de ellos recuperaciones. Y a partir de aquí ir construyendo algo en que no descartamos que puedan entrar nuevos actores y nuevos sellos de forma progresiva. El proyecto no se quedará solo en Navona, lo queremos hacer evolucionar.

"No descartamos que puedan entrar nuevos actores y nuevos sellos de forma progresiva. El proyecto no se quedará solo en Navona, lo queremos hacer evolucionar"

¿Incluyendo adquisiciones?

Está abierta la posibilidad, y también crecer orgánicamente creando nuevos sellos. Pero estaríamos hablando de 2023 o 2024.

Al menos dos de los socios no se ganarán precisamente la vida con esta empresa. ¿Editar en estas dimensiones o abrir grandes librerías en el centro de Barcelona está hoy en los límites de la militancia o el mecenazgo cultural?

Este no es un proyecto de hobby, es un proyecto vocacional, autosostenible, con una lógica para los lectores que hay, con voluntad de recuperar la inversión a medio plazo.

¿Y el estado de salud del libro? Como con la lengua catalana, por ejemplo, se lanzan mensajes contradictorios. De retorno a la lectura por un lado, y de que los números no salen por el otro. ¿Optimismo o apocalipsis?

Creo que el libro está viviendo en general un momento muy bueno. Si alguien se quiere hacer rico en este sector se ha equivocado, pero por circunstancias muy diversas esta pandemia terrible ha beneficiado al sector del libro. Mucha gente ha descubierto gracias al tiempo libre que la lectura era una buena alternativa a Netflix, que el papel es una buena alternativa a las pantallas, que el libro es un gran objeto de regalo. Está encontrando lectores, y nuevos lectores. Una forma extraoridinaria de compartir muchas cosas. Y en el caso del catalán... está en una situación de inferioridad pero no comparto los discursos apocalípticos. Es evidente que el sistema editorial catalán necesita más ayudas de la Administración, pero ha demostrado una extraordinaria capacidad de competitividad. Es un sistema editorial homologable internacionalmente y considerado solvente por los grandes operadores. Cuando los editores vamos a Fráncfort, en la mayoría de grandes lanzamientos mundiales el catalán está allí.

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¿Y en las generaciones más jóvenes?

Sí, hay alguna franja de edad preocupante, en torno a los 15 años. El catalán tiene allí un problema pero no solo en el mundo del libro. Lo tiene en las series, en las redes, en lo audiovisual, en las nuevas tecnologías. El catalán está sufriendo en los nuevos formatos en los que no está presente para los nativos digitales.