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Ucrania, marcada por la historia I + Historia

Sigue presente el temor a una incursión militar de Moscú en Ucrania, un país con una larguísima historia marcada por los conflictos y las disputas territoriales con sus vecinos desde la Edad Media.

La Puerta Dorada de Kiev.

La Puerta Dorada de Kiev.

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Van pasando las semanas y la situación en el este de Europa sigue sin solucionarse. El rumor de una posible invasión rusa de Ucrania, lejos de disiparse, parece que sigue siendo factible. Cuesta imaginarse que, con todo lo vivido en Europa en los últimos dos siglos, todavía se contemple la opción bélica para dominar una región.

Como ocurre siempre cuando un tema de política internacional suscita atención mediática, se reproduce un mapa de la zona afectada. Nunca hasta ahora habíamos visto tantas veces el dibujo del Estado de Ucrania en los medios. Es un país inmenso, que limita con el Mar Negro, Moldavia, Rumania, Hungría, Eslovaquia, Polonia, Bielorrusia, y por supuesto, Rusia. Esto ahora, pero no siempre ha sido así, porque las fronteras políticas no son inmutables. Las líneas en los mapas, los controles con vallas, muros y soldados dan una sensación de seguridad más ficticia que real, porque las separaciones entre países no son estáticas ni eternas. Al contrario. Se mueven constantemente. Las de Ucrania no son una excepción. Son muy diferentes de cómo habían sido hace mil años, cuando era una de las grandes potencias del Viejo Continente.

Tras ser punto de confrontación entre nómadas y tribus eslavas, según la historiografía tradicional, que todavía genera debate, la dinastía Ruríka habría fundado la rus de Kiev, una suerte de federación de grupos eslavos. Gracias a que controlaban una amplia extensión de territorio, que iba desde el Mar Negro hasta el Báltico, alrededor del año mil vivió el momento de máximo esplendor. Teniendo en cuenta que la rus de Kiev abarcaba entonces la actual Ucrania, pero también Bielorrusia y la parte occidental de Rusia, se explica que los tres países consideren que allí se encuentra parte de sus raíces.

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Las disputas dinásticas internas y las invasiones mongolas pusieron punto final a la época dorada y muchos de sus habitantes se desplazaron a otras zonas de las actuales Moldavia, Hungría y Polonia. Precisamente, este último país (que tampoco tenía el mismo territorio que ahora), haciendo coalición con Lituania, se enfrentó a los mongoles y acabó ocupando Kiev.

Si todo esto no fuera suficientemente complejo, entonces también apareció la cuestión religiosa, porque los polacos eran católicos mientras que los ucranianos eran ortodoxos y vieron cómo el invasor intentaba que se convirtieran a la fe de Roma. Los más beligerantes fueron los grupos de cosacos, pero los polacos tuvieron la habilidad de reconducir la situación para que les ayudaran en la lucha contra los otomanos. La jugada les salió mal, porque acabaron alineándose con el Imperio Otomano y Rusia para combatir a Polonia.

Estas idas y venidas se alargaron hasta el siglo XVIII. En 1772, Ucrania estaba despedazada. La parte polaca había terminado en manos del imperio austrohúngaro, que se erigía como una de las grandes potencias del momento en Europa. El resto había quedado bajo dominio de Rusia, que intentaba extender su hegemonía desde el este hacia el centro del continente (vamos, lo mismo que ahora).

Mientras que en la parte dominada por Austria-Hungría la identidad propia de los ucranianos era mínimamente tolerada, en la zona rusa estaban sometidos a un proceso de represión sin contemplaciones y se les llegó a prohibir su lengua. No es extraño pues que, aprovechando el desbarajuste de la revolución comunista y la Primera Guerra Mundial, proclamaran la independencia. Ucrania enseguida fue reconocida por Francia y Reino Unido, pero Lenin la acabó entregando a Alemania. Hasta 1920, se vivió una durísima guerra civil que tuvo un trágico desenlace para los ucranianos. Su territorio quedó repartido entre la URSS, Polonia y Checoslovaquia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Stalin se anexionó la parte controlada por Varsovia y aplicó los despiadados planes de rusificación, que ya había impuesto durante los años precedentes al conflicto, en sus dominios. Esto hizo que, para una parte de los ucranianos, la invasión nazi fuera vista como una liberación. En cambio, otros intentaron organizar un ejército independiente que plantara cara tanto a Hitler como a Stalin, pero no lo consiguieron y el país quedó sometido a la URSS, hasta 1991.


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