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Cómo nació el papel de regalo en 1919 | + Historia

Ha llegado su gran día, pero nadie se fijará en él. Salvo si no luce lo suficiente. Es el secundario del día de Reyes. Solo se le presta un minuto de atención antes de terminar en la basura. Y sin embargo, también tiene historia.

Una madre y una hija envolviendo regalos en una ilustración de la pintora finlandesa Venny Soldan-Brofeldt de 1909.

Una madre y una hija envolviendo regalos en una ilustración de la pintora finlandesa Venny Soldan-Brofeldt de 1909. / Venny Soldan-Brofeldt

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Como ocurre en las películas, durante las fiestas navideñas también hay un actor secundario imprescindible para que la trama sea un éxito, especialmente durante el día de hoy. Y como suele ocurrir con los secundarios, nadie se da cuenta de que existe hasta que falta. Entonces todo el mundo le echa de menos.

Imaginar el día de Reyes sin papel de regalo es imposible pero rara vez se le presta la atención que se merece. Generosamente hace su función de mantener el misterio de saber qué presentes nos habrán dejado Sus Majestades esa noche. Da igual la edad que tenga el destinatario del paquete, que durante unos instantes la emoción de desenvolverlo puede con todo. Hay quien procede con delicadeza y procura no romperlo, mientras que otros -sobre todo los más pequeños- movidos por los nervios del momento no tienen ninguna contemplación y, sin miramientos, lo dejan hecho trizas.

Envolver los regalos es todo un arte y hace que las expectativas de quien los recibirá aumenten. Un buen paquete siempre ilusiona. A veces incluso demasiado, porque dicen los expertos que después llega el desengaño si el contenido no concorda con la calidad del envoltorio. Sea como fuere, como todo lo que forma parte de nuestra vida, esta también tiene un origen. Efectivamente, el papel de regalo tiene su historia.

No hace falta gozar de la inteligencia de Sherlock Holmes para descubrir que para que exista este producto es fundamental que haya papel, que fue inventado por los chinos hace más de dos mil años. De allí provienen las primeras informaciones sobre envolver con papel; aunque anteriormente en la zona de la actual Corea ya había tradición de cubrir los presentes con una tela de seda llamada Bojagi (y en Japón después aparecería una técnica similar llamada Furoshiki).

En Europa el papel llegó procedente de Asia a través de Arabia y se popularizó durante la Edad Media. Entonces era un producto de lujo, que se reservaba para los documentos oficiales y como mucho se hacían cajas de cartón. Fue con la Revolución Industrial cuando todo cambió.

En el siglo XIX, la economía empezó a transformarse de forma irreversible. El primer lugar donde se apreció fue en Reino Unido y allí también fue donde se popularizó el hábito de envolver regalos como lo hacemos actualmente. Gracias a la industrialización, el sector papelero se modernizó y pudo producir mejor y más barato. Primero se notó con la proliferación de las tarjetas postales para felicitar la Navidad y después cuando el papel decorativo que las acompañaba se hizo más grande para poder cubrir los regalos. Así, en la época victoriana, las clases altas empezaron a envolver y como suele ocurrir, el resto de la población quiso imitar lo que hacían los ricos. Así pues, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, para la mayoría de británicos ya era algo habitual.

Pocos años después, desde Estados Unidos, llegó el empuje definitivo para que esta moda se consolidara de manera irreversible y todo el mundo la incorporara. Durante la campaña de Navidad de 1917, en la papelería que regentaban los hermanos Joyce Clyde y Rollie Hall en la ciudad de Kansas (Misuri), se quedaron sin el papel de seda verde, rojo y blanco que todo el mundo utilizaba para preparar los regalos. Como solución de emergencia se les ocurrió servirse del papel destinado para el interior de los sobres que fabricaban. Para su sorpresa, la gente se entusiasmó con aquella propuesta. Al año siguiente lo volvieron a probar y repitieron el éxito de ventas. Un año podía ser casualidad, dos ya no. Así que en 1919, su empresa empezó a fabricar y vender papel decorado pensado únicamente para envolver regalos. Acertaron de lleno y eso explica parte del éxito comercial de su empresa, Hallmark, famosa también por sus tarjetas de felicitación que ahora se venden en las grandes superficies de Estados Unidos y de medio mundo.

Actualmente, el papel de regalo mueve grandes cantidades de dinero. En 2015, por ejemplo, en EE.UU. se gastaron 3.200 millones de dólares por un material que solo se utiliza sesenta segundos. Literalmente, el minuto de gloria del gran secundario de la Navidad.


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Un problema ambiental

Cada vez hay más voces que alertan del problema que supone el papel de regalo para el medio ambiente. Por un lado por la cantidad de residuos que genera (solo hay que acercarse a los contenedores azules estos días) y por otro porque su proceso de fabricación también tiene costes ecológicos. Por eso se buscan soluciones alternativas como el papel reciclado.