Tres gorriones molineros.

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¿Cuántas aves hay en Catalunya? Y otras 12 preguntas (con respuesta) sobre nuestros pájaros

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Ernest Alós
Ernest Alós

Coordinador de Opinión y Participación

Especialista en Escribo, cuando puedo, sobre historia, literatura fantástica y de ciencia ficción, ornitología, lenguas, fotografía o Barcelona

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¿Cómo ha cambiado la población de aves en Catalunya en los últimos 40 años? Pues mucho. Y aparentemente, de momento, más que por el calentamiento global, por las gracias y desgracias en la gestión del territorio, los éxitos y fracasos de las operaciones de recuperación e reintroducción de fauna, los impactos de especies exóticas y, solo en algunos casos, el retroceso del litoral (piezas también de la crisis ambiental que vivimos, no obstante). Todo ello según el tercer 'Atles dels ocells nidificants de Catalunya', el tercero publicado en 40 años. Aunque, explica Marc Anton, del Institut Català d’Ornitologia, “el ‘Atles’ explica 233 historias distintas”. Una por cada una de las especies que crían en Catalunya. Con retrocesos en las especies de hábitats agrícolas y aumentos de las propias de zonas boscosas. Y en zonas urbanas, depende de la capacidad de adaptarse y buscarse la vida. Esas son algunas de las conclusiones de la obra, que permite comparar los resultados del trabajo de una legión de voluntarios entre los años 2015 y 2018 con los de los anteriores atlas de 1984 y 2004. El fruto palpable es el volumen (640 páginas, 233 ilustraciones, 1.511 mapas, 491 gráficos) que fue  presentado este jueves en el Institut Cartogràfic de Catalunya por sus directores, Martí Franch (autor de las acuarelas que ilustran la obra, junto a Toni Llobet), Sergi Herrando, Marc Anton, Dani Villero y Lluís Brotons. Lleno de preguntas, casi todas con respuesta.

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¿Cuántas aves hay en Catalunya?

Póster con todas las aves nidificantes de Catalunya /

En número de especies, 233 de ellas tienen una población reproductora estable en Catalunya, 224 autóctonas y 9 exóticas. De otras otras 7 especies nativas y 12 exóticas no se ha podido asegurar que se reproduzcan regularmente. Los autores se aventuran a calcular en entre 8 y 12 millones de parejas la población de estas aves nidificantes en Catalunya. Así, a ojo, entre 2 y 3 pájaros por persona. Una cifra irrisoria (y si hablamos en término de masa corporal, aún más) que nos indica hasta qué punto los seres humanos hemos acabado desplazando a la vida silvestre. Que no la ganadera. Para comparar: a cada catalán le toca por cabeza, en cambio, un cerdo y pico, y la décima parte de una vaca. Esta estimación de la cifra absoluta de aves no se realizó en los atlas anteriores, lo que impide una comparación de la evolución durante los últimos 40 años, aunque ese es precisamente el objeto de gran parte de los parámetros analizados.

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¿Qué especies son las más numerosas?

Serín verdecillo /

Las cinco especies con mayor población suman ellas solas la cuarta parte de todos los ejemplares en Catalunya. Son el gorrión común, con entre 806.000 y 898.000 parejas reproductoras en Catalunya, seguida de, seguro que no lo dirían, del serín verdecillo, el primo peninsular del canario (entre 560.000 y 745.000 parejas), el petirrojo (entre 428.000 y 562.00 parejas), el ruiseñor (entre 412.000 y 516.000) y el pinzón vulgar (entre 412.000 y 516.000 parejas). No, urbanitas, no: no lo son las palomas. Y si hablamos de cuál tiene una dispersión más uniforme en el territorio: probablemente el mirlo. El campeón de la avifauna, el gorrión común, sin embargo, sufre una pérdida de su población en todo el mundo: en Catalunya, en los últimos 40 años, podría haber sido del 11%, aunque más fuerte en las áreas urbanas, donde encuentra más depredadores, menos comida (por la artificialización de las zonas verdes y la mayor limpieza urbana) y menos lugares de cría en los edificios modernos, aunque también se ha apuntado a la contaminación y la radiación de las antenas como factores gorrionicidas.

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¿Y cuáles son las más raras?

 

Focha moruna / Martí Franch

Hay numerosas especies con cifras muy bajas de presencia en Catalunya como nifidicantes. Pero muchas de ellas son hivernantes que visitan nuestra tierra en número apreciable durante los meses fríos, con unos pocos ejemplares extravagantes que deciden quedarse todo el año para criar. Si excluimos estas, las raras entre las raras, con menos de 10 parejas reproductoras, serían el aguilucho pálido, con solo uno o dos nidos en La Segarra, la alondra de Dupont, la focha moruna (entre 2 y 7 parejas en el Delta del Ebre), el zampullín cuellinegro (3-5 parejas en el Delta del Ebre) y la polluela chica (entre uno y siete machos).

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¿Ha afectado el cambio climático a las aves en Catalunya?

Según los resultados del estudio, el calentamiento, de momento, más bien poco. No se han registrado grandes desplazamientos hacia el norte o hacia alturas más elevadas y frescas como las descritas en otros lugares. Solo algunos casos, como la tarabilla, que reduce su población y se desplaza hacia zonas altas (140 metros más de altitud y 6 kilómetros más al norte), igual que el cuco. Otros, en cambio, están pasando a ser más numerosos en zonas bajas, como el aguilucho ratonero o el pinzón común (se ha trasladado a cotas 150 metros más bajas, y 24 kilómetros hacia el sur). Incluso la expansión de una especie africana, como la golondrina dáurica, es atribuida por los autores a cambios en el paisaje rural principalmente.

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¿Pero entonces los cambios en el ecosistema no les están perjudicando?

Alcaudón real. / Xavier Riera

Sí. Pero más bien los cambios en usos del suelo. Y mucho. La agricultura intensiva, el uso de insecticidas y rodenticidas y el abandono de tierras de cultivo están haciendo retroceder a las aves que requieren espacios agrícolas y abiertos. Son las que más están sufriendo, como la lechuza, la tórtola europea o el alcaudón real, que ha perdido en 40 años hasta el 66% de su población y está viendo muy restringido su territorio -“claramente es una especie que se nos está yendo”, apunta Marc Anton- , igual que la collalba rubia y otras aves esteparias como el sisón o el alcaraván. En cambio, las especies de bosque están creciendo al mismo ritmo que las masas arboladas del país. Como el pinzón, la oropéndola, el mosquitero pálido, la aguililla calzada o el pico menor, el más pequeño de los pájaros carpinteros. O la expansiva paloma torcaz. Un caso distinto es el del urogallo (entre 340 y 360 machos), amenazado por la invasión de sus territorios por los excursionistas, la proliferación de ungulados que compiten con él y las masas boscosas con menos claros.

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¿Qué efecto ha tenido la invasión del caracol manzana?

Un ejemplar de morito se zampa un caracol manzana en el delta del Ebro.


/ SEO-BIRDLIFE

Pues ha arruinado la recuperación de especies de aves que vieron crecer su población entre el primer y segundo atlas gracias a la protección y recuperación de zonas húmedas del país y que en cambio han sufrido un nuevo retroceso a causa de la reducción de los meses de inundación de los arrozales del Delta del Ebre para combatir la plaga del insidioso molusco. La garceta común, por ejemplo, creció hasta 2.500 parejas en 2016 y su población se ha desplomado hasta unas 500. El caso contrario es el del morito (el ibis tornasolado) que de ser inexistente se ha plantado en más de 250 parejas. O la garceta grande. Otras, como la polla de agua, más ubicuas, pueden estar afectadas por el incremento de depredadores como el jabalí o el visón americano o la urbanización de las riberas fluviales.

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¿Hay más especies, o menos?

Desde el primer atlas se han detectado 17 especies autóctonas nuevas en Catalunya, más otras 8 exóticas (la novena, el faisán, ya estaba entonces), solo contando las que han formado núcleos reproductores estables y viables.   

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¿Qué especies han regresado a Catalunya?

En algunos casos, las hay que han vuelto gracias a programas exitosos de reintroducción. Como el buitre negro o el cernícalo primilla, que a partir de pollos criados en cautividad cuenta ya con entre 80 y 100 parejas en dos núcleos de cría, en las tierras de Lleida y en el Alt Empordà. También ha repoblado Catalunya desde los años 90 el calamón (con entre 400 y 500 parejas). Caso aparte es el de la endiabladamente esquiva alondra de Dupond, que tiene el vicio de vivir solo en prados llanos de tomillo y romero y, además, corretear en zigzag entre las matas en lugar de alzar el vuelo cuando se siente amenazada, lo que la hace aún más difícil de detectar. Su presencia, únicamente, en el tomillar de Alfès, hizo cambiar de ubicación el proyectado aeropuerto de Lleida. Después se la dio por desaparecida y extinta en Catalunya, hasta que volvió a ser observada partir de 2015 (7-9 parejas). Quizá la población aragonesa repobló el tomillar. O quizá la puñetera se escondió con aún más eficacia de lo habitual y sencillamente pasamos años sin verla y nunca se fue. Si notan cierto resquemor, no se equivocan: el arriba firmante se ha pegado unos madrugones tremendos para fotografiarla en Los Monegros, sin ningún éxito. Aunque una vez escuchó el canto que le da uno de sus nombres populares en castellano, ‘alondra ricotí’.

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¿Y cuáles son las recién llegadas?

Expansión de la tórtola turca. /

Aquí deberíamos diferenciar entre los casos de expansión natural de una especie y la invasión por especies exóticas introducidas por el hombre, con propósito ornamental o cinegético o por fugas de aves de jaula. La jefa absoluta del expansionismo, la incruenta Gengis Khan de las aves, es la tórtola turca. Hace 40 años no se la consideró especie reproductora en Catalunya. Hoy ocupa el 85% del territorio con entre 107.000 y 179.000 parejas. Y los protagonistas de evasiones exitosas son las nueve especies exóticas que puede considerarse que crían regulamente en Catalunya, algunas ultralocales, concentradas en áreas urbanas cercanas a los lugares donde fueron liberadas o se escaparon. El ruiseñor del Japón (que resulta que es chino), con entre 1.000 y 1.500 parejas emboscadas en Collserola, el pico de coral senegalés, o estrilda, con entre 500 y 1.000 parejas extendidas por la costa, del Maresme al Baix Llobregat, el pico de coral de lomo negro o estrilda culinegra, con entre 10 y 50 parejas aisladas en el parque del Putxet, la oca de Egipto, llegada desde ejemplares asilvestrados en Francia al Empordà, el faisán, el cisne mudo y, cuidado con ellas, tres especies de cotorras, que merecen capítulo aparte.

Las nueve aves exóticas asentadas en Catalunya /

También hay un capítulo para el mestizaje: de la africana garceta costera solo consta la presencia de un macho y de su descendencia híbrida con alguna hembra de garceta común local. Y para el turismo: las una o dos parejas de cornejas cenicientas del Baix Llobregat, sospechosas de haber llegado desde Italia en un crucero o ferry.

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¿Pero cuántas cotorras tenemos?

Una cotorra frente a un grupo de palomas en el Parc de la Ciutadella


/ FERRAN NADEU

Sí, las ubicuas cotorritas de pecho gris, o argentinas, son las reinas del cotarro. LA cotorra que tenemos en mente, con sus enormes nidos y su graznido irritante: no es de extrañar, con entre 5.000 y 6.000 parejas a lo largo de la costa y el Vallès. Le va a la zaga la cotorra de Kramer (más solitaria, con cola más larga, un collar negro en el cuello y pico rojo), con entre 270 y 1.000 parejas en la costa, y la más voluminosa aratinga mitrada, con la cara roja y entre 100 y 200 individuos repartidos en unas pocas bandadas que recorren la ciudad de Barcelona. Los autores del ‘Atles’ consideran, en cambio, que las otras cuatro especies de loros bien conocidas por los habituales en el parque de la Ciutadella no forman poblaciones viables y están probablemente abocadas a la extinción. Hace años que las vemos pero salvo casos excepcionales no porque críen sino porque tienen la costumbre de morirse viejas y quizás sean siempre las mismas, agrupadas en pequeñas bandadas convertidas en ‘casals d’avis’ lorunos. Son el loro de Senegal, la aratinga ñanday (de cabeza negra), la aratinga de cabeza azul y la aratinga de máscara roja.

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¿Qué especies viven en colonias aisladas?

Flamenco. / David Garcia

Algunas especies tienen unas cifras de población apreciables, aunque su hábitat o colonias de cría están tremendamente localizadas, lo que supone un riesgo: una alteración grave del medio en ese lugar (y eso no es poco probable en el caso de los hábitats costeros) puede hacer peligrar su presencia en el territorio. Eso aún no ha sucedido en el caso de los flamencos, con una única colonia de cría en la Punta de la Banya del Delta del Ebre, con entre 900 y 2.800 parejas aunque fuera de época de cría merodean en pequeños números por todas las áreas húmedas del litoral. La crisis de la colonia de cría de la gaviota de Audouin en el Delta del Ebre, por ejemplo, la ha hecho colonizar otros puntos de la costa, como los puertos de Tarragona y Barcelona, pero se tradujo en un grave deterioro de esta especie amenazada, que en periodo estudiado por el ‘Atles’ ha alcanzado solo las 3.752 parejas cuando en el anterior llegaron a una mediana de 10.363.

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 ¿De verdad nos están invadiendo las gaviotas?


/ RICARD CUGAT

Si, la gaviota patiamarilla es un incordio en Barcelona. Pero, urbanícolas, mucha calma. La gaviota común, por ejemplo (más pequeña, con capucha negra en época nupcial y un botoncito negro solo en invierno) se mantiene estable en unas 4.500 parejas. Uno de nuestros tesoros, la gaviota de Audouin, ya vemos que lo está pasando mal. Y de la gaviota patiamarilla, con sus aproximadamente 15.000 parejas, las intervenciones municipales para controlar su población tras su expansión saltando de terrado en terrado y de vertedero en vertedero ha supuesto una reducción de hasta el 52% de sus números.

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¿Cómo contar pájaros?

O sea: ¿cuál es la metodología del atlas? Para empezar, el territorio de Catalunya se ha dividido en 386 cuadrados de 10x10 kilómetros. En cada uno de ellos se elegían cinco cuadrados de 1x1 kilómetros y un recorrido de tres kilómetros, adjudicados cada uno a voluntarios que se repartían 16 sesiones de prospección. La proyección de los avistamientos al conjunto del territorio (extrapolando la densidad calculada de ejemplares en cada 'cuadrado' a las superficies con características ambientales similares) requiere un buen número de páginas de explicación metodológica en el libro. Para este esfuerzo ha sido necesario el trabajo de campo de nada más y nada menos que 1.275 colaboradores voluntarios coordinados por el Institut Català d’Ornitologia, con la participación como editores de la obra del Departament d’Acció Climàtica, la Fundació Zoo Barcelona y la editorial Cossetània y el apoyo del Creaf, el Museu de Ciències Naturals de Barcelona, la Diputació de Barcelona y el CTFC. El proyecto está integrado enb el Observatori del Patrimoni Natural i la Biodiversitat y encuadrado en la elaboración del atlas europeo del European Bird Census Council, publicado el 2020 tras movilizar a 120.000 observadores de campo en 48 países. Tras el atlas catalán, SEO BirdLife publicará otra obra equivalente para el conjunto de España.

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