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Llibert Ferri: «La humillación por el fin de la URSS explica el poder de Putin»

Enviado especial y corresponsal de la televisión pública catalana entre 1987 y 2007, fue testigo del hundimiento del bloque del Este y de la desintegración de la Unión Soviética. El ensayista publica ahora ‘Putin trenta anys després del final de l’URSS’ (Edicions de 1984), una radiografía del líder ruso, de sus estrategias para perpetuarse en el poder y la construcción de un régimen policial.

Llibert Ferri, excorresponsal de TV-3 en la Europa del Este y autor del libro ’Putin 30 anys després del final de l’URSS’

Llibert Ferri, excorresponsal de TV-3 en la Europa del Este y autor del libro ’Putin 30 anys després del final de l’URSS’ / ÀNGEL GARCÍA

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Olga Merino
Olga Merino

Periodista y escritora

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Vladímir Putin lleva 22 años en el poder. ¿Volverá a ganar unas elecciones?

Creo que lo veremos ganar de nuevo en las presidenciales de 2024 y gobernar hasta 2030. Y luego, ¿hasta 2036? Eso ya me parece complicado, teniendo en cuenta el factor biológico: en 2036 Putin tendría 83 años.

Define al presidente ruso como «un Stalin postmoderno». ¡La eterna sombra de Stalin!

El último portavoz de la Unión Soviética, Andréi Grachov, me argumentó con ironía en 1998 que Stalin nunca existió. «Stalin —me dijo— es una pulsión malvada de la vida rusa que siempre acaba reencarnándose». Sí, en Rusia subyace una pulsión que conduce al autoritarismo.

«Stalin es una pulsión malvada de la vida rusa que siempre acaba reencarnándose»

Y a la violencia.

La violencia es intrínseca a Putin. Llega al poder en diciembre de 1999 aupado en la ola de nacionalismo surgida tras los atentados contra la población civil, presuntamente perpetrados por terroristas chechenos. Ahí estalla la llamada ‘guerra de Putin’. Es lo que da sentido a su papel de salvador de Rusia.

El 64% de los rusos lo respalda.

No hay alternativa a Putin. Unos lo veneran como patriota y para otros es un mal menor. Esto encaja con el porcentaje actual de culto a la figura de Stalin, que supera el 50%.

¿Quiénes forman su base social?

Hay que buscarla en las llamadas segunda, tercera y cuarta Rusia, donde se encuentran las ciudades industriales y las regiones agrícolas de matriz soviética, cuyos habitantes ven en Putin una garantía para no volver a los tiempos horribles de miseria de la ‘perestroika’ y de Yeltsin.

¿Se vive ahora mejor en Rusia?

Muchos rusos viven mejor ahora que hace 30 años. A partir de su segundo mandato, en 2004, Putin supo aprovechar la subida de los precios del petróleo, acumuló capital y reconstruyó las escuelas y la sanidad y subió las pensiones.

«Muchos rusos ven en el presidente la garantía de no volver a la miseria de la ‘perestroika’"


Sostiene en su ensayo que la Rusia de Putin no se entendería sin la afrenta que supuso el hundimiento de la URSS.

No puede comprenderse la aparición del nazismo sin la humillación que supusieron para Alemania las reparaciones de guerra impuestas en 1919 por del Tratado de Versalles, de la misma forma que resulta inconcebible entender el liderazgo de Putin sin la escenificación de la rendición incondicional de la URSS promovida desde Occidente. Hubo voluntad de escarmentar al antiguo enemigo.

¿Occidente tuvo mucha prisa?

Sí, demasiada. Se llegó a plantear un Plan Marshall para la URSS, pero fracasó. Se buscó la humillación. La producción y el PIB cayeron más del 60%, la inflación llegó al 2.500%, y más de 40 millones de rusos fueron empujados a la miseria, mientras otros 100 millones quedaban atrapados en la precariedad.

«El Kremlin trata de convertir en grietas los flancos más débiles de la UE»


Rusia ha sido incapaz de construir un proyecto socialdemócrata. ¿A qué lo atribuye?

Rusia jamás ha sido una democracia plena. La socialdemocracia surge de una cierta estabilidad, no solo económica, sino también psicosocial. Grigori Yavlinski, el último ministro de Economía de Gorbachov, intentó en 1990 extender un liberalismo social occidentalista de corte keynesiano, pero la gente no le comprendió.

Putin ha construido un «capitalismo de Estado» basado en la exportación de materias primas e hidrocarburos. ¿Hasta cuándo?

No es sostenible. Hace unos años un grupo de expertos y de primeros ministros escandinavos aconsejaron a Putin cambiar el modelo productivo. Tiene agua, le dijeron, bosques inmensos y 400 millones de hectáreas agrícolas. Construya una economía verde. Putin no les ha hecho ningún caso.

¿Cerrará Putin la espita del gas?

No descarto insinuaciones para infundir miedo. Alemania ha suspendido la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream2, construido en asociación con Rusia. Pero no creo en absoluto que la estrategia de Putin pase por el cierre. La existencia de la UE le molesta, pero la posibilidad del caos todavía le irrita más.

«Moscú infundirá miedo, pero la estrategia no pasa por cerrar la espita del gas»


¿Qué mensaje está enviando con la crisis de refugiados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia?

Mi respuesta está relacionada con la anterior. Putin siempre intentará adentrarse en los flancos más frágiles de la UE para convertir las rendijas en grietas. Pero también sabe mesurar siempre en qué momento hay que dar marcha atrás.

¿Fue un error acelerar la ampliación dela UE hacia el Este?

Sí. Hubo prisa. Fue un proceso con calzador. Una de las pocas voces lúcidas que se alzó fue la de Jiri Pehe, académico checo y asesor del presidente Havel, quien advirtió del riesgo de incorporar países que, a su juicio, eran «democracias a medias, inacabadas».

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Ante la caída del nazismo Hannah Arendt formuló la idea de «banalidad del mal». No se trata del mismo proceso en la URSS, pero sí podríamos afirmar que en muchos momentos imperó«el mal en nombre del bien». Cierro con una frase que pronunció el exalcalde de Moscú Yuri Luzhkov y que difundió el premio Nobel Aleksandr Solzhenitsin: «La desintegración de la Unión Soviética representa la mayor catástrofe humana, económica y social jamás vivida por una sociedad industrial en tiempos de paz».

'Putin trenta anys després del final de l'URSS'

LLIBERT FERRI

320 páginas

18 €