Entender + con la historia

La paridad es una tortuga

Nunca antes había habido tantas diputadas en el Parlament. Un hecho remarcable sobre todo cuando se mira el camino que han tenido que recorrer las mujeres políticas hasta ahora

Las diputadas del Parlament de la XII legislatura posan en el hemiciclo.

Las diputadas del Parlament de la XII legislatura posan en el hemiciclo. / ACN / SÍLVIA JARDÍ

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Xavier Carmaniu Mainadé
Xavier Carmaniu Mainadé

Historiador

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Este viernes se constituye el Parlament de Catalunya. De los 135 escaños que conforman el hemiciclo, 64 son para mujeres, es decir el 47% del total. Es la primera vez que se llega a este porcentaje y todo el mundo ha echado las campanas al vuelo. A veces, sin embargo, repasar la historia permite darse cuenta de la lentitud que requiere conseguir la normalidad, que no es otra cosa que un hemiciclo con tantas mujeres como hombres.

El Parlament autonómico catalán moderno inició su camino en 1932, durante la Segunda República. A lo largo de aquella etapa todos los escaños fueron masculinos. Con el estallido de la guerra civil y la posterior dictadura, los representantes legítimos de la ciudadanía, que habían sido elegidos democráticamente, trasladaron la institución al exilio, donde la mantuvieron con las mínimas constantes vitales para que no se extinguiera.

Los supervivientes, reunidos en México en 1954, fueron los que escogieron Josep Tarradellas como presidente de la Generalitat en sustitución de Josep Irla. En toda aquella etapa no hubo ni rastro de las mujeres. De hecho, tampoco hubo demasiado de los hombres, porque Tarradellas, en una carrera de fondo en solitario de más de veinte años, fue seguramente el único que creyó en un retorno. No fue hasta muy al final de la dictadura que se le empezó a prestar atención y en 1977 volvió a Catalunya (pasando por Madrid, eso sí). Restituida la institución en el marco de la legalidad posfranquista, organizó un gobierno provisional con 11 'consellers'. En masculino. Nada de mujeres. El Ejecutivo funcionó hasta la aprobación del Estatuto de 1979 y la convocatoria de las primeras elecciones. Y sí, ¡por fin! Las primeras mujeres entraron en el Parlament.

Las ocho pioneras

La proporción era raquítica. Solo eran ocho, o sea el 5,4% del total. Además, aunque obtuvieron representación seis partidos, solo tres las incorporaban en sus grupos parlamentarios: CiU, PSC y PSUC. Eran Rosa Barenys, Maria Dolors Calvet, Teresa Eulàlia Calzada, Concepció Ferrer, Helena Ferrer, Marta Mata, Trinitat Neras y Assumpció Sallés.

En septiembre de 2015 el Parlament les concedió la Medalla de Oro para homenajearlas. En una entrevista que concedieron al programa 'Més 324' de Xavier Graset con motivo de este hecho, la diputada Neras explicaba que ella había entrado de rebote porque “el lugar donde iba a listas, las encuestas no preveían de ninguna manera que yo pudiera entrar”. Era la número 7 de la candidatura de CiU por Girona. Todos los de delante eran hombres.

Una de las personas que más ha estudiado la incorporación de la mujer en la política catalana ha sido la catedrática de la UPF Tània Verge. Ese mismo 2015, en la revista del Memorial Democràtic, demuestra que había mujeres implicadas en política durante la Transición, el problema es que eran invisibilizadas. Además, explica que durante la confección de las candidaturas la reacción de los hombres y las mujeres variaba al recibir la propuesta de incorporarse a las listas. Mientras ellos preguntaban qué posición les tocaba, ellas dudaban de si estaban suficientemente preparadas para asumir la responsabilidad.

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Si nos fijamos en lo que ha pasado en el Parlament desde 1980, la evolución con respecto a la paridad es patética. En 1982 el PSC anunció, como gran cosa, que reservaba el 12% de los puestos a mujeres. Está claro que al menos hacía algo, porque el resto no eran capaces ni de eso. Después se llegó al 25% y en 1990 tanto PSC como ICV se comprometieron a aumentarlo hasta el 50%. No fue hasta el año 2000 que se empezó a hablar de paridad, si bien formaciones como ERC y CDC no llegaron a ella hasta el 2004. Desde entonces la situación ha mejorado pero sin conseguir la igualdad plena.

La presencia femenina en el hemiciclo es vital para lograr el cambio cultural que necesitamos. Ellas pueden transformar la manera de hacer, enfocando los retos políticos, económicos y sociales que nos depara el futuro con una nueva perspectiva. Las generaciones de mujeres más veteranas cambiaron las leyes, las jóvenes tendrán que cambiar las mentalidades. Lo necesitamos.

Europa

Si se comparan los datos con los de otros parlamentos europeos, Catalunya ocuparía el segundo lugar, justo detrás de Suecia, que tiene un 47,3% de mujeres y un 52,7% de hombres. Pasaría por delante de España, que ahora tiene una proporción de 44% -56%. Curiosamente a la cola de la lista se encuentra Alemania, donde a pesar del liderazgo de Merkel, solo hay un 30,9% de diputadas.