ASUNTOS PROPIOS

Ada Colau: "Nunca tuve tanta conciencia de clase como en la alcaldía"

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Núria Navarro

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Es fiesta mayor en Barcelona, aunque para la alcaldesa Colau el baile de bastones empezó en junio con la aritmética de su reválida, y siguió con la "crisis de seguridad", los enojos vecinales y una palada de rumores. Tras orearse en familia cerca de L’Esquirol (Osona) y a punto de volar a la cumbre del clima de Nueva York, está dispuesta, dice, a capitanear su modelo de ciudad.

–¿Sigue creyendo que "el amor gana al odio"?

–Si no lo creyera, no haría política. Tengo la suerte de tener en casa dos niños pequeños que me lo recuerdan cada día.

–¿El mayor, Luca, ya la interpela?

–Recuerdo que el 8-M me preguntó: "Si la huelga es de las mujeres, ¿qué puedo hacer yo?". Pero solo tiene 8 años, creo que se da cuenta de la situación y nos protege mucho. El pequeño me reclama más.

–Vive la maternidad con cuentagotas.

–No puedo victimizarme. La mayor parte de las mujeres no centran campañas públicas de difamación como yo, pero sí sufren precariedad económica, casos de maltrato, separaciones que las obligan a tirar solas con los hijos. Yo me meto en la cama con los míos –hago colecho– y se me limpia el alma.

"Me meto en la cama con mis hijos –hago colecho– y se me limpia el alma"

–¿Usted sí puede dormir?

–Solo recuerdo no haber podido dormir por el atentado de la Rambla.

–¿Ni una pesadilla con la investidura?

–Me produjo mucha tristeza. Manifestarse y recibir críticas entra dentro de la normalidad democrática, pero vimos la peor expresión de la mala política: la polarización, la demonización del otro, la crispación, la falta de empatía.

–Ser equidistante fuerza al equilibrismo.

–Si equidistancia es defender la búsqueda de grandes consensos, la reivindico más que nunca. Estoy orgullosa de haber hecho un pacto de gobierno.

–Curiosidad. ¿Manuel Valls la invitó a su boda?

–[Ríe] No, pero tampoco pasa nada.

–Vaya. Y encima su verano ha sido un invierno del descontento.

–Hay una cita de Italo Calvino que me acompaña desde que estudiaba Filosofía: "Lo normal es el infierno […], pero hay que saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno y darle espacio". Pese a vivir en un contexto de crispación y de política de vuelo corto, sigo viendo a personas que, de forma generosa, hacen el bien.

–"La alcaldesa buenista", la ha bautizado Matteo Salvini.

–Es un motivo de orgullo viniendo de un malísimo. Mi referente ético es Domenico Lucano, exalcalde de Riace, símbolo de la lucha por la acogida de refugiados en el sur de Italia. 

"Entre los varios ataques machistas que he sufrido, el de la relación con Óscar Camps es el peor"

–A él no le han colgado un 'idilio' con Óscar Camps, el jefe de Open Arms.

–Aparte de criminalizar las políticas de acogida y acusarme de corrupción, de los varios ataques machistas, diría que este es el mayor. Mezcla declaraciones mías sacadas de contexto –como que había tenido una novia– para forzar la idea de que soy una buscona. Sin embargo, me hizo más daño cuando, en mi segundo parto, circuló que había hecho cerrar toda una planta del Hospital del Mar para estar como una condesa.

–¿Es de las que sufre?

–La que más sufre es mi madre. Yo a veces siento rabia, pero también me reafirmo y pienso: "¿Qué se han pensado? ¿Que soy una intrusa? No me dejaré intimidar". De mí se puede decir cualquier cosa porque no tiene repercusión en ninguna esfera de poder. Soy mujer y de clase humilde y les sale gratis. Nunca tuve tanta conciencia de clase como en la alcaldía.

–¿Tiene localizado el ventilador?

–Hay más de uno: algún digital que busca el 'clickbait', actores económicos que pretendían hacer lo que habían hecho toda la vida y no pueden, la derecha más rancia. El peligro de todo esto es que se instale la idea de que "estos de la nueva política" son "como todos".

–Y no.

–Yo sigo viviendo en el mismo piso de alquiler en el que vivía antes de ser alcaldesa, no cobro dietas y casi la mitad de mi salario va a proyectos sociales.

"Barcelona no está llena de catanas y puñales como han ido diciendo Cs y el PP"

–¿Le robaron alguna vez?

–En la plaza Reial, cuando era jovencita. Ha habido un aumento de robos y hurtos, pero Barcelona no está llena de catanas y puñales como han ido diciendo Cs y el PP. Según los ránkings internacionales, es una de las ciudades más seguras del mundo.

–La calle la pisa poco, ¿no?

–Mi entorno vive en barrios populares. Aun así, me inventé los 'encuentros con la alcaldesa' –cada 15 días voy a un barrio, sin prensa, a hablar de todo– para combatir la inercia que tiende a encerrarte en el 'Castell', que es como yo llamo a Sant Jaume.

–Y después del 'Castell', ¿se visualiza echando un cable en Madrid?

–No, y la gente no se lo cree. Solo he pensado en dos mandatos como alcaldesa. Esta etapa supone un sacrificio para mi pareja y para mí. Arrastramos un historial de cuidados sin atender. Yo tengo una hernia desde el segundo parto, por ejemplo. Y hay muchas vidas posibles.