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Juan Carlos Montserrat: «He saltado en aldeas perdidas en medio de la selva»

Piloto de 'freestyle motocross', ha llenado circos, plazas de toros y aeropuertos con sus mortales de veinte metros

Juan Carlos Montserrat, piloto de freestyle motocross.

Juan Carlos Montserrat, piloto de freestyle motocross. / JOAN MATEU PARRA

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

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Juan Carlos Montserrat (Sabadell, 1987) -o Kanka, como todos le conocen- está estudiando para ser piloto de helicóptero, pero lo cierto es que horas de vuelo le sobran. De vuelo en moto, eso sí. Desde hace unos nueve años es piloto profesional de freestyle motocross, deporte extremo basado en hacer trucos y acrobacias sobre una motocicleta mientras se sobrevuelan los veinte metros entre rampa y rampa. Desde aldeitas latinoamericanas hasta circos pasando por plazas de toros han visto los mortales de Kanka. 

-¿Cómo empezó en esto?

-A los 19 años un colega me pidió que le ayudara a recoger firmas para conseguir una pista para entrenar en su ciudad. Cuando se la concedieron, probé, me sentí cómodo y empecé a saltar y a hacer trucos con la moto.

-¿Pero era la primera vez?

-Yo siempre había hecho motocross para desfogarme; incluso quise correr en velocidad, pero no tuve apoyo financiero. Mi primer show fue en Sabadell; mi primer evento profesional, en la plaza de toros de Zamora en el 2010, donde estuve con leyendas que siempre había admirado, como Edgar Torronteras o Dany Torres.

Juan Carlos Montserrat (Kanka), en uno de sus espectáculos.

-¿En qué otros sitios ha saltado?

-De 2009 a 2015 estuve mucho por España y Europa en los típicos eventos de pabellones grandes o plazas de toros, como la de Alicante. En 2015 estuve dos años recorriendo con muchos shows Latinoamérica, donde intenté impulsar este deporte.

-¿Algún lugar especial?

-He saltado en aldeas latinoamericanas perdidas en medio de la selva; eso me hizo mucha ilusión porque había gente casi indígena y sin recursos que no había visto un espectáculo así en la vida. Los críos flipaban. Otro sitio especial fue el antiguo aeropuerto de Quito.

-¿De cuánta gente hablamos?

-Depende. En plazas de toros y con buena publicidad, he llegado a saltar ante unas 7.000 personas. En Latinoamérica, al ser eventos gratuitos contratados por los ayuntamientos, igual había unas 20.000.

-¿Ha sufrido lesiones importantes?

-Bastantes (ríe): me he roto la clavícula dos veces, costillas, me partí el peroné... es un riesgo que, cuando uno empieza a saltar, está dispuesto a correr. Es tu pasión: cuando vuelves a saltar es como si no hubiera pasado nada. No hay que tenerle miedo, pero sí respeto.

-¿Y vale la pena?

-Cuando encuentras buenos contratos, sí: me siento realizado y es algo que poca gente puede hacer. Con 23 años no me importaba el dinero: me caía y me reía. Pero cuando maduras, necesitas solvencia económica.

-O sea, que se puede vivir de esto.

-Sí, es posible, pero antes se ganaba mucho dinero en un evento de un día; ahora es más que te contraten en motorshows, donde trabajas 4-5 días a la semana y puedes ganar tres o cuatro veces el sueldo de un mileurista. Te pagan por peligrosidad y por algo que nadie sabe hacer.

Uno de los saltos de Juan Carlos Montserrat (Kanka).

-¿Cuántos pilotos como usted hay en España?

-Quizá unos 35, algo así. En el mundillo a mí me conocen porque durante una época salté con pit bike, una moto más pequeña mucho más inestable, algo que solo hacíamos tres.

-¿Cuál es su estilo?

-Es bastante punki (ríe). Hago trucos eléctricos y rápidos, de la vieja escuela. El objetivo es darle un buen espectáculo al público que paga entrada. Desde fuera puede verse como "hostia, vaya loco", pero para nosotros es como un juego.

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-¿Tiene algún ritual?

-Yo no soy de encomendarme a Dios ni nada. Mi frase es: "Venga, como siempre, que salga todo bien". Una vez notas que la moto despega, hacer el truco es un reflejo porque lo tienes muy practicado. Es algo muy psicológico.