Alba Vallejo: "Soy una celestina 2.0"

Fue guiada por la convicción de que las aplicaciones y páginas de internet diseñadas para conocer pareja son una selva donde priman la inmediatez y las apariencias que Alba Vallejo decidió entrar en ese mundo y hacer su propia propuesta: Cites a cegues. Maestra y psicopedagoga de formación, trabajó durante más de una década en una escuela de primaria de La Seu d’Urgell hasta que el espíritu emprendedor que había mantenido a raya se impuso. Y aquí está, proponiendo una vuelta a esa vieja y entrañable amiga, la cita a ciegas. Versión 2.0.

-¿Una selva?

-En cierto modo, sí. Hay mucho desgaste entre la gente que busca pareja y usa las aplicaciones y páginas habituales. No digo todos, pero sí, hay personas que no encuentran lo que buscan.

-¿Qué buscan? ¿A qué se refiere?

-Me refiero a la gente que busca una pareja estable. El problema es de expectativas: es muy habitual que en una cita pactada por móvil se encuentren una persona que busca una relación duradera y otra en busca de algo ocasional. Así que yo pensé: quiero poner en marcha algo donde todo esté claro desde el principio. Algo a medio camino entre las aplicaciones y las agencias matrimoniales, que no han dado del todo el salto a la web y son costosas.

-O sea, que en términos de búsqueda de pareja, hay expectativas desatendidas en la red.

-Exacto. No quiero decir que con las herramientas que hay ahora no se pueda conocer pareja, pero yo prefiero hacerlo de otro modo. Sé de gente que se ha arreglado para ir a una cita, ha ido a la peluquería, ha acudido al lugar con toda la ilusión del mundo y al cabo de cinco minutos de estar ahí la otra persona se ha largado. Eso desgasta.

-El concepto de cita a ciegas a mucha gente no le trae buen recuerdo. Suelen terminar en desastre.

-Es una cita a ciegas en el sentido de que las dos personas que van a quedar a cenar en un restaurante no se conocen. Por lo demás, nosotros nos ocupamos de que por lo menos, por lo menos, vas a quedar a cenar con una persona con la que vas a pasar un rato agradable.

-¿Cómo se garantiza eso?

-Porque estudiamos concienzudamente la información que nos suministran. Los datos objetivos pero también los subjetivos, lo que hay que leer entre líneas, todo eso que exige psicología, sociología. Lo que no puede hacer una máquina, porque no existe un algoritmo del amor. Soy como una celestina 2.0.

-Dice cenar. Pero también pueden quedar a tomar un café, ¿no?

-Preferimos una cena. En una cena hay tiempo para pasar los primeros nervios, la angustia de los primeros diez minutos. En una hora y media tienes tiempo de mostrarte. Sentarte a cenar con una persona cercana a tus intereses siempre es un placer.

-Y llegan a la cena sin saber cómo son, ¿no? En este mundo tan visual.

-Pues sí. Pedimos fotos pero no las publicamos: las usamos para hacer el 'match'. Aunque no es lo único que tenemos en cuenta, obviamente consideramos las preferencias físicas del cliente. Y así se evita el efecto catálogo.

-¿Efecto catálogo?

-Sí. Un producto expuesto en muchos portales es un producto quemado. Es como cuando hay un piso en venta que está en todas las páginas web. Se quema. Pasa igual con la imagen de alguien que busca pareja por internet.

-Es como una vuelta atrás, ¿no? Sin foto, quedar a cenar, tomarse su tiempo…

-Y a veces también toma su tiempo la tarea de encontrar alguien que encaje con tus intereses. No hay un 'stock' de gente esperando para conocerte. Es un trabajo que puede ser lento.

Noticias relacionadas

Las ciudades sostenibles, ni utópicas ni costosas; este domingo en EL PERIÓDICO

El Sant Jordi más internacional tras la pandemia, avance del Tema del Domingo

-Dice que le salió el espíritu emprendedor. Pero, le podría haber cuajado en cualquier otro proyecto, ¿no? ¿Por qué esto?

-Yo creo que cuando uno emprende una aventura tiene que creer en ella. Y yo creo en esto. Creo en el amor. Tengo la convicción personal de que una buena pareja es una fuente de crecimiento y bienestar. Si así se desea, estar en pareja es algo positivo.