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Montse Izaguirre: "La doma es estética, elegante y perfeccionista"

La niña que sentía debilidad por los caballos ha logrado su sueño y se ha convertido a los 23 años en jinete de doma clásica

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zentauroepp46322480 izaguirre181226191257 / ANNA MAS

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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¿Que cómo llegó Montse Izaguirre a los caballos? Lo explica ella misma. "Ya de pequeña me tiraban. A algunos les van los coches, a otros los muñecos… Bueno, a mí me dio por los caballos. Tenía mil juguetes de caballos, me acuerdo". Así que no hay referentes, no hay genes, no hay figura ejemplar: la brújula, el instinto, la pasión sin más. Hoy, con 23 años, Izaguirre es jinete de doma clásica y vive sumergida en ese mundo, tal y como quería. Entrenando y compitiendo. Si la hubiera, la meta sería lograr –algún día, en algún momento– la máxima comunión con el animal.

-Dígame, ¿su primer recuerdo con un caballo de verdad?

-Mi madre llevándome a dar paseos al parque de la Oreneta. "Siempre querías ir a montar a caballo", me cuenta. Pero a mí no me bastaba, pedía más: más paseos o que me apuntaran a clases, para saber más.

-¿Y?

-Mi madre decía que era muy caro. Y mi padre… Mi padre lo veía como algo… como un mundo muy lejano. No estaba en contra, simplemente pasaba del tema.

-¿Entonces?

-Entonces, cuando iba a cumplir 15 años me puse muy tonta y dije que el único regalo que quería era ese, que me apuntaran a clases. Llevaba años insistiendo, nunca dejé de insistir, pero a esa edad me planté. Mi madre me apuntó a una hípica y yo estaba encantada. En esos tiempos, a un chico o chica con mucho entusiasmo, como yo, enseguida la trataban como si fuera de la familia.

-¿Qué quiere decir?

-Bueno, que ayudabas a preparar caballos, a veces te pedían que fueras a una ruta… Yo iba cada fin de semana y me lo pasaba muy bien. Fue una época muy divertida.

-Si está donde está ahora es porque progresó.

-Sí, claro. Progresé, me di cuenta de que no se me daba mal. Y viendo a la gente que se dedica a esto, creo que en algún momento pensé: ¿por qué no?

-Dentro de todo lo que se puede hacer en el mundo de los caballos, ¿por qué la doma?

-La doma me gusta porque es una disciplina superestética, superelegante y superperfeccionista. Me encanta la compenetración que tienes que lograr con el caballo, la armonía que exige entre el caballo y el jinete. Que desde fuera se vea todo tan fácil y que en la realidad sea tan complicado, eso también me atrae. A la vista de los demás, el trabajo del jinete de doma es invisible. De hecho, la gente a veces tiene la impresión de que no haces nada.

-Todo esto habla mucho de usted. Su debilidad por la elegancia. Por la estética. Por el perfeccionismo.

-Sin duda, conecta con cosas muy mías. Pero quiero subrayar que en la doma lo más importante es el caballo. Elegante es el caballo. En la doma, lo que hace el jinete es compartir esa elegancia.

-¿Le gustaría hablar de algún caballo en particular de los que ha montado?

-Pues sí, me gustaría hablar de ‘Spirit’. Era el caballo de mi primer profesor, Josep Maria Castellet, y la verdad es que guardo un recuerdo especial. Es el caballo con el que más he aprendido, con el que perdí todos los miedos, con el que más he disfrutado.

-¿Quién es el jinete de doma clásica al que admiran los jinetes de doma clásica?

-En mi caso sería Edward Gal. Es holandés. Algún día me gustaría tener el mismo 'feeling' que él tiene con su caballo, Totilas.

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-Entiendo que ha conseguido vivir de lo que más le gusta. Los caballos.

-Pues sí, me gano la vida montando caballos de particulares, domando y dando clases, y de vez en cuando haciendo alguna ruta. Teniendo en cuenta que es un mundillo difícil, no me puedo quejar.