Pausa de hidratación

La campaña del trampantojo

La playa 'fake' con la que el PP dio el pistoletazo de salida a la contienda electoral anticipó dos semanas de suspensión de la realidad

¡Que te vote Perro Sanxe!

"Però què hi fotrem, aquí?"

Pausa de hidratación

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Rafael Tapounet

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Cuando Pedro Sánchez decidió combatir la resaca de la derrota electoral del 28-M prescribiéndose una nueva dosis de elecciones (‘hair of the dog’, llaman a eso los ingleses), todos tuvimos más o menos claro que esta no iba a ser una campaña normal. No podía serlo, al transcurrir menos de dos meses después de la anterior cita con las urnas y además en plena canícula estival. Claro que la normalidad es una ilusión y que, como decía Morticia Addams, lo que es normal para una araña es el caos para una mosca, pero ya me entienden: a ver qué partido es capaz de mantener movilizados a sus simpatizantes durante tanto tiempo seguido y con temperaturas de 45 grados. Había que inventar algo.

La ‘performance’ inaugural ‘Verano azul’ que protagonizó el portavoz del PP Borja Sémper en una playa ‘fake’ de Madrid alimentó nuestras esperanzas de vivir una campaña sandunguera, con candidatos en chanclas, mítines en chiringuitos y avionetas arrojando pelotas hinchables con los logos de los partidos, pero aquello fue solo un espejismo. De hecho, la imagen más veraniega que hemos visto estos días –la de un político con serios problemas para aplicarse correctamente la crema solar compartiendo paseo en yate con “un contrabandista” (un contrabandista de drogas, para ser más específicos)- fue tomada hace casi 30 años.

Borja Sémper en la playa.

Borja Sémper, en la presentación de la campaña 'Verano azul'. / EPC

Los responsables de diseñar las campañas electorales han desaprovechado las posibilidades que ofrecía la estación y la cosa ha acabado siendo lo mismo de siempre con más calor y menos gente. En Catalunya, el guion ha sido prácticamente idéntico para todos los candidatos: por la mañana, encuentro con la prensa y visita a alguna empresa tecnológica emergente o a alguna cooperativa agrícola representativa de “los problemas del sector”; por la tarde, nunca antes de las siete, mitin al uso en un espacio sombreado o, en el mejor de los casos, en un recinto cerrado con buena climatización. Eso sí, siempre ante auditorios tirando a discretos. Si una campaña es, como se suele decir, una conversación de los partidos con la ciudadanía, en esta ocasión deben de haber hablado por whatsapp.

El simulacro

Al final, el único elemento de aquella prometedora comparecencia playera de Sémper que ha acabado permeando toda la campaña ha sido su condición de simulacro. De mentira, en definitiva. Sin que entonces lo supiéramos, la impostura de aquella arena de volquete y aquel mar de trampantojo nos estaban anunciando que, una vez dado el pistoletazo de salida, la verdad dejaba de tener importancia y el candidato mejor posicionado iba a ser aquel que contara con más medios de comunicación dispuestos a avalar sus ficciones.

Durante buena parte de la campaña, ese parecía ser Alberto Núñez Feijóo, pero ahora hay quien sostiene que el aspirante popular tal vez se metió en el agua de las inexactitudes demasiado pronto, sin aguardar las preceptivas dos horas después de comer, y se expone por ello a sufrir un corte de digestión. El verano, ya se sabe, está lleno de peligros. 

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