Tiendas icónicas de la ciudad

La Rambla de Catalunya pierde otro emblema: Gancedo se muda

Una oración por el alma comercial de Barcelona

Seis hoteles entran en el santoral de las tiendas emblema de Barcelona

Tapicerías Gancedo, retratada por Esteve Vilarrúbies para su encomiable viaje editorial por las tiendas emblemáticas de Barcelona.

Tapicerías Gancedo, retratada por Esteve Vilarrúbies para su encomiable viaje editorial por las tiendas emblemáticas de Barcelona. / ESTEVE VILARRÚBIES

Carles Cols

Carles Cols

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Pierde la Rambla de Catalunya otra de sus señas de identidad. Y van ya…, ni se sabe. Cierra Tapicerías Gancedo su establecimiento del número 97 de ese paseo, entre las calles de Mallorca y Provença. No desaparece la marca, que sitúa su nuevo cuartel general en Pau Claris, pero baja la persiana un establecimiento de prestigio por la calidad de sus productos (proveedor ocasional de telas y cortinas hasta de la Casa Blanca y de la Casa Real, no todos pueden decirlo) y, desde la perspectiva de lo que un día fue esta ciudad, importante por su ‘mise en scène’, porque la carpintería de sus dos entradas es de aquella en las que es imposible no reparar. Son parte de la piel de Barcelona. A una de las dos renunció hace 13 años y ahora luce un cartel de, cómo no, Mango, marca omnipresente en cualquier eje comercial. La otra será próximamente la entrada de una tienda de Bobo Choses. Es ley de vida, se consuelan las familias cuando pierden a un ser querido. En este caso, es ley de mercado.

La historia de Tapicerías Gancedo comienza en 1945. No es, pues, una tienda centenaria, pero es que, al contrario de lo que pasa con el padrón de los barceloneses, donde los centenarios son cada vez más, casi 1.000 actualmente, la esperanza de vida entre los comercios no hace más que acortarse. 78 años, pues, no son pocos, muchos más que suficientes como para que Gancedo haya ocupado un merecido lugar en la colección de libros que cada año publica Esteve Vilarrúbies sobre tiendas (y hoteles, en su última aproximación al tema) que merecen el adjetivo de emblemáticos.

Uno de los expositores de la tienda, al fondo del establecimiento.

Uno de los expositores de la tienda, al fondo del establecimiento. / Esteve Vilarrúbies

El negocio lo pusieron en marcha dos Gancedo, los hermanos José y Bernat. Fue un parto comercial de todo menos tímido. El escaparate fue encargado al diseñador Óscar Len y la arquitectura interior, la de las estanterías, al arquitecto Curro Inza. Con esas firmas resultaba incuestionable que la tienda pasara a formar parte en 2016 del patrimonio catalogado de la ciudad, es decir, que el aterrizaje de Bobo Choses en el 97 de la Rambla de Catalunya no comportará más cambio que el del nombre. Lo protegido, protegido está. El caso, lo dicho, es que el negocio nació con ambición y al cabo de cinco años ya tenía sucursal en Madrid. Era, se podrá decir, solo una tienda de telas. Es una manera muy miope de enfocarlo. Cada temporada, como si fuera un Balenciaga o un Pertegaz, presentaba su nueva colección. No solo vendía, Gancedo diseñaba y, si era necesario, resucitaba telas.

Lo explica al teléfono Nati Gancedo, una de las hijas de José Gancedo Bagá. “Nos llamaron de la Casa Ametller. Necesitaban reproducir fielmente algunas de las telas originales con las que en 1900 fue inaugurado el edificio de Puig i Cadafalch. Lo hicimos. Y, de hecho, lo podríamos volver a hacer, porque solo nos trasladamos”. Cuenta Gancedo que la Rambla de Catalunya es hoy, más que nunca, una calle de restauración y de compras rápidas, incluso bastante turística, no un lugar apropiado ya para su negocio, en el que cada vez entran menos clientes directos. La gente delega en un diseñador o en el arquitecto que se encarga de la reforma de un piso la búsqueda de las cortinas. “En realidad, más que al cliente directo, atendemos sobre todo a lo que podríamos llamar prescriptores. Por eso nos trasladamos un par de calles más allá, al 115 de Pau Claris, siempre con cita previa”, informa.

Un detalle de la carpintería exterior de la tienda.

Un detalle de la carpintería exterior de la tienda. / Esteve Vilarrúbies

Desde la perspectiva comercial, esa es la historia, Tapicerías Gancedo se muda. Desde la sentimental, el relato es otro. Con un cierto pedigrí, tiendas que levanten cada día la persiana en Rambla de Catalunya quedan pocas. Mauri, por supuesto, también la inigualable ferretería Bolívar y, aunque mutilado, el Colmado Quílez. Dijeron adiós antes muchos otros establecimientos. La Galería Joan Prats no solo dejó esa calle, sino que la arquitectura interior, de Josep Lluís Sert, fue demolida. También forma parte del recuerdo colectivo la papelería, librería y juguetería (porque era todo eso y más) Fabre, otro indiscutible emblema de Rambla de Catalunya. Con el adiós ahora de Gancedo, aquella Rambla de Catalunya es, sobre todo, un recuerdo.