asamblea participativa municipal

La audiencia pública del Eixample avala, con matices, la transformación del distrito

Aunque sin valor demoscópico, la mayoría de los vecinos que ha interpelado al concejal en la sesión bimensual han defendido los ejes verdes y el plan de usos

Cols

Cols / Manu Mitru

Carles Cols

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Las audiencias públicas que cada dos meses se celebran en las sedes de los distritos municipales de Barcelona son (valgan las comparaciones cogidas como los rábanos, o sea, por las hojas) lo más parecido a un ‘saloon’ del viejo oeste. Las ha habido que merecerían haber sido rodadas por John Huston. Las de la Barceloneta, cuando la eclosión de los pisos turísticos, años ha, fueron épicas. ¿Volaron sillas? No, pero casi. El Eixample, en vísperas de la aprobación o no del plan de usos del distrito este mismo viernes en el pleno del ayuntamiento, ha celebrado su audiencia pública y lo mínimo que se puede decir de ella es que apenas nadie ha disparado sobre el pianista.

Al piano estaba en este caso, como le corresponde por su cargo, Pau González, concejal del distrito, de la lista electoral de Ada Colau. Parece un vecino más del Eixample. De hecho, lo es. Salvo por la agria intervención de un miembro del público que parecía sacado de twitter, de esos que aseguran que vivimos en una dictadura, la práctica totalidad de intervinientes, aunque con espíritu crítico, han avalado las obras de los ejes verdes, el plan de usos a debate y las políticas encaminadas a reducir el ruido y la contaminación en la ciudad.

Los vecinos que habían solicitado turno de palabra no son, por supuesto, una muestra que demoscópicamente sirva para sacar conclusiones generales. No son por sí mismos una encuesta, pero expresan opiniones que a veces quedan eclipsadas en el debate entre partidos.

42 años en Aribau

Ejemplo. Jordi Carmona. Fue de los primeros en acercarse al atril. Vive desde hace 42 años en la calle de Aribau. Es una calle ruidosa. Los vehículos circulan en sentido montaña. Eso exige más a los motores de los coches que ir en sentido mar. Contra toda lógica, Aribau es desde hace esos 42 años una calle no exenta de ocio. Ha habido en ella coctelerías de renombre y bares de lo más canalla. No todos han sobrevivido, pero en caso de defunción han surgido nuevos establecimientos, últimamente varios de restauración. Carmona ha expresado muy educadamente su disconformidad con el mal trato que el plan de usos dispensa a Aribau. No estaba ahí el socialista Jaume Collboni para responderle. Ni a Fernando VII se las ponían tan fáciles como a Pau González en esta parte de la audiencia pública.

Más críticos, hasta cierto punto, fueron Maite Simón y Oriol Agulló, otros vecinos que hicieron uso de la palabra y, a su manera, prueba del nueve de que las obras en curso en los llamados ejes verdes son examinadas con mirada crítica. Denunció Simón que su pasado rural le permite asegurar que algunos de los árboles talados en las obras estaban maltrechos no por su vejez, ni por culpa del viento, ni por otras razones que suenan a excusa, sino por culpa de las propias obras, porque con las prisas las máquinas han dañado en ocasiones las raíces. González no ha esquivado la acusación. Sí, así ha ocurrido, ha reconocido. En contrapartida ha recordado que los ejes verdes comportarán el plantado de unos 450 árboles nuevos.

Mirón de obras

Agulló ha demostrado también ser un buen observador, eso que algunos ridiculizan como un mirón de obras, y se equivocan si lo hacen. Sus quejas son de aquellas que no hay más remedio que toma nota y pasarlo a quien corresponda. Primero, no se está rociando con agua el corte con sierra radial de las losas en las obras y, con ello, el polvo que sufren los vecinos va más allá de lo razonable. Segundo: en la esquina de Rocafort con avenida de Roma se han encontrado, como si fueran las obras del ferrocarril en el ‘far west’, las obras que avanzaban desde dos puntos distintos. Avisa este vecino que aquello tiene ya aspecto de futuro charco. El tiempo dirá.

Ha habido más. Nada de suciedad y delincuencia, cuestiones recurrentes en los barómetros municipales. Sí que ha habido discusión sobre el tráfico en todas sus variantes, a cuatro ruedas y sobre dos. También sobre el tranvía. Como extrañamente aún sucede en reuniones de este tipo, aún ha habido quien se ha quejado que ha tardado media hora en cruzar el Eixample en moto para ir a la audiencia pública. Ha llegado tarde. En transporte público, le ha asegurado el concejal, habría sido puntual.