GENTE DEL EIXAMPLE

Mercè Managuerra: "En el teatro respiramos con el espectador"

Dirigir un teatro pequeño es algo muy grande. Mercè Managuerra lo hace con pasión. Lo que permite que la sala Akadèmia, medio escondida cerca de Francesc Macià, ponga en su escena obras de gran calidad.

Teatro de cerca 8Mercè Managuerra, en un rincón del Akadèmia.

Teatro de cerca 8Mercè Managuerra, en un rincón del Akadèmia.

ÓSCAR HERNÁNDEZ
BARCELONA

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Su vida es puro teatro. Mercè Managuerra (Barcelona, 1950) tiene un currículo impresionante elaborado entre bambalinas, en el que destaca una beca Full Bright en Nueva York y su actividad docente en el Institut del Teatre, además de una larga lista de interpretaciones y dirección en teatro, cine y televisión. Ahora es el alma de un teatro pequeño, joven y discreto, pero muy potente, el Teatre Akadèmia (Buenos Aires, 47-49).

-Una sala pequeña.

-Es un teatro de pequeño formato, algo poco usual pero que permite que contenedor y contenido se encuentren. Las gradas pueden moverse. Aquí tenemos entre 70 y 100 espectadores y, a diferencia de los teatros grandes, se nota más el calor del público y el de los actores. Pero representamos grandes obras y de grandes autores y con temas universales. El espectador respira con nosotros y nosotros con él. En un teatro pequeño todo esto es más fácil.

-¿Cómo lo vive el público?

-Cuando ven cómo respira el actor, le entienden mejor. Siente lo que dice y esa es la delicia de este espacio. El espectador no se pierde ninguna palabra y siente la atmósfera. Cuando se hizo este teatro, realizamos muchos estudios de sonido. Diseñamos las gradas móviles en las que además no hay separación de un asiento a otro. Queremos que el espectador tenga contacto con el de al lado. Porque cuando vas al teatro te reúnes con más gente con la que compartes una misma dimensión. Compartes el espacio con desconocidos pero empatizas con ellos. Además, los teatros son templos privados a los que nadie te obliga a ir.

- ¿Es rentable una función con 70 espectadores?

-Nosotros tenemos mecenazgo privado de la Elsa Peretti Foundation.  A ella le fascina la realidad, los detalles, tanto en su trabajo de diseñadora como en el teatro. Siempre ha sido nuestro mecenas. Como diseñadora de joyas comparte esta visión del artesanado y la autenticidad. Es verdad que cuesta hacer rentable el Akadèmia, sobre todo con el precio de las entradas y la subida del IVA.

-¿Y eso afecta a la programación?

-No todo lo rentable es bueno para la sociedad. Hay que invertir en cultura porque es un alimento para la sociedad. No es algo que se tira. García Lorca decía: «Solo necesitamos medio pan y un libro». Nosotros hacemos un poco eso. No gastamos en vestuario ni en decorados, jugamos con la sala y la luz para crear la atmósfera adecuada. Queremos hacer grandes obras universales junto a otras de autores contemporáneos, que quizás también serán un día de repertorio. Los teatros más pequeños no se pueden permitir producciones con más de tres actores. Aun así, en la Akadèmia procuramos actuar con equipos mayores. Nos gusta el teatro de troupe.

-¿Es Akadèmia un teatro de barrio?

-Eso no lo puedo contestar porque no sabemos dónde vive nuestro público, aunque me gustaría. Este es un barrio muy burgués. Sé que viene gente que vive por aquí porque les reconoce el responsable de la taquilla. Me encanta dar servicio al barrio. Hacemos puertas abiertas para que la gente vea los ensayos al principio de la temporada. Y también coloquios gratuitos y veladas literarias. Sería fantástico que la gente sintiera este teatro como suyo. Como lo que ha pasado ahora en Can Vies. Es mágico que haya gente que quiera tanto ese espacio, que no es de ellos, que es de todos. Es un milagro.  Le pido al alcalde Trias que piense en eso.

-Un deseo.

-Que el Teatre Akadèmia se llene, pero por la calidad, porque la gente aprecie nuestra línea. Pero si un día no hay suficiente publico, no suspenderemos la función.