DEBATE EN LA ENSEÑANZA

Crece el rechazo al uso indefinido de la mascarilla en la escuela

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Carlos Márquez Daniel

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En el parque, en el supermercado, en la plaza... "Súbete la mascarilla" es una de las frases más repetidas de la paternidad contemporánea. Se suele acompañar de un gesto ya clásico, el de frotarse la nariz con el pulgar y el índice, la manera visual de advertirle al hijo de que la tiene mal puesta. 'Niño, deja ya de joder con la mascarilla', cantaría Serrat. Sucede lo mismo en la escuela, donde algo que iba a ser provisional y revisable va camino de ser un elemento tan habitual como la pizarra o el pupitre. Es obligatoria a partir de los 6 años y, según el Departament d'Educació, no es negociable. Pero muchos padres no lo ven así, y cada vez son más. Blanden los derechos de la infancia y los efectos negativos en la salud física y mental de las criaturas. Los expertos, sin embargo, no lo ven tan claro.

Al principio de curso se habló mucho de las familias que no llevaban a sus hijos a la escuela porque no consideraban que fueran seguras. La 'conselleria', junto a los docentes y los servicios sociales pusieron en marcha una maquinaria de mediación que terminó por convencer a la mayoría de estos hogares reticentes. Ahora, a ese diálogo se ha unido la pugna que Educació mantiene con los padres que discuten el uso de la mascarilla en los grupos burbuja. La orden se dictó el 12 de septiembre a través de la <strong>resolución EDU 2208/2020</strong>, que estimaba que la medida sería revisable y modulable en función del avance de la pandemia. Pero con las cifras en la mano, no parece que los alumnos vayan a quitarse la protección a corto o medio plazo. La semana del 14 de septiembre, cuando empezaron las clases, se detectaron en Catalunya 7.823 nuevos contagios, y en los últimos siete días se han superado los 32.000. Cuando los chavales regresaron al cole, en las UCI había 119 ingresados. Ahora son cerca de 500.  

La plataforma cree que la mascarilla puede derivar en "fracaso escolar, ineptitudes sociales y trauma emocional"

El Govern tiene documentados unos 20 casos de niños y niñas que no fueron a clase porque sus padres se negaron a que llevaran mascarilla. Estos alumnos, en cumplimiento de la resolución, no pueden entrar en la escuela, y tampoco tienen derecho a recibir educación en casa, más allá de los deberes que quiera ponerles su maestro. Son muchas más, cerca de 7.000, las personas que han firmado un manifiesto que aboga por la no obligatoriedad de la protección en las escuelas. El texto lo promueve el colectivo El Tercer Grupo, que en Facebook cuenta con 4.500 seguidores. Esa petición considera que llevar el rostro cubierto todo el día "supone un riesgo elevado para la salud física, a corto y largo plazo, con problemas cutáneos y respiratorios e infecciones bacterianas". También advierte de "problemas psicológicos, emocionales y sociales", puesto que la mascarilla "dificulta el aprendizaje y les impide interactuar correctamente al no poder ver las caras ni entender bien las palabras ni el lenguaje no verbal". Todo ello, según esta plataforma, puede derivar en "fracaso escolar, ineptitudes psicosociales y trauma emocional".

Ingrid Ribalta, portavoz del colectivo, asegura que ha quedado demostrado que los niños no son transmisores de la enfermedad. O que la probabilidad de contagiar a alguien del entorno familiar "es casi inexistente". Por eso abogan por "una escuela sin mascarilla ni distancia social", por un "grupo burbuja que trabaje con normalidad". Asegura que no son negacionistas, que son conscientes del momento complicado por el que atraviesa la sociedad, pero defienden tener motivos de sobra para emprender esta cruzada. "Buscamos la salud real de nuestros hijos y lo que tenemos, en cambio, son problemas tanto físicos como psicológicos, además de un ambiente de tensión que no es bueno para ellos". "Necesitamos -prosigue Ingrid- que cuando les dejemos en el colegio tengan la sensación de que ese es el mejor lugar en el que pueden estar. Y no es así. No podemos dejar de lado la inteligencia emocional".

Absentismo reivindicativo

Ruth Alemany, presidenta de la asociación de familias de la escuela La Vall de Osor (La Selva) considera que todo este debate trasciende a uso o no de la mascarilla. "Lo que demuestra lo que estamos hablando es la falta de inversión en educación. En reducción de ratios, en nuevos edificios, en docentes...". Esta pequeña escuela de 24 alumnos tiene a la mayoría de familias en contra del uso obligatorio de la protección. Ya han realizado varias acciones de queja, como jornadas de absentismo escolar, y piden que no se trate de igual manera a todo el territorio. Como escuela rural, mezcla niños de distintas edades, con mucho uso del espacio al aire libre. En su caso no piden la eliminación total, sino que los alumnos se la puedan quitar cuando haya distancia de seguridad entre ellos. "Si puedes asegurar que durante una hora no habrá interacción, deberían poder estar en clase sin la mascarilla, del mismo modo que hacen los adultos en la oficina", resume.

Sobre los problemas de los chavales, pone el ejemplo de un niño de 8 años que estuvo tres años yendo al logopeda. Cuenta Ruth que ha dado un importante paso atrás en el habla "porque su voz no traspasa la mascarilla". También, en los videos que los profes mandan a los padres, denuncian cómo, en los momentos de lectura, los chavales tienen dificultades para leer y respirar a la vez. "Se ve claro que les falta el aire". Dentro de unos días tienen previsto concentrarse ante la sede de Educació en Girona. También El Tercer Grupo se movilizará por la misma causa todos los jueves ante el Parlament de Catalunya y delante de los servicios territoriales de la 'conselleria' en Tarragona.

Piden que, como hacen los adultos en el trabajo, los niños puedan quitarse la mascarilla cuando hay distancia de seguridad suficiente entre ellos

Pepe Serrano, miembro de la junta directiva de la Sociedad Catalana de Pediatría, sostiene que no existe "ninguna evidencia ni certeza de que la máscara pueda ser mala para los niños o de que cause problemas respiratorios". Sobre si son transmisores del covid, explica que un estudio liderado por el Hospital Vall d'Hebron ha demostrado que los menores contagian menos que los adultos, pero contagian igualmente. "No podemos decir que son los que traen la enfermedad a casa, como sí hacen con la gripe, pero no podemos afirmar que no son transmisores".  Tampoco está demostrado, prosigue este pediatra, que llevar la mascarilla durante un tiempo prolongado "suponga un riesgo para los niños", y tampoco, en los meses que lleva visitando menores, ha notado una angustia especial en sus menudos pacientes. "Más bien al contrario, cada vez están más orgullosos y les gusta que sean del superhéroe de turno". Sobre la posibilidad de realizar clases al aire libre sin mascarilla, Serrano se muestra partidario siempre y cuando se consiga mantener una distancia de dos metros entre los alumnos, algo que considera complicado.  

En un informe con fecha 5 de octubre, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ya afirmaba lo siguiente: "No existe ninguna evidencia científica de que el uso de mascarillas en niños mayores de dos años de edad conlleve riesgo de efectos adversos indeseables para su salud. Es cierto que el uso prolongado puede conllevar ciertas dificultades en el proceso de aprendizaje, pero estos potenciales problemas son considerados menores en comparación al riesgo de infección y enfermedad secundarios al virus". La AEP admite el "riesgo de asfixia" en menores de dos años y considera "complicado" que la usen antes de los cinco años. "Pero hay que intentar implantar la cultura de la protección y que vayan aprendiendo a usarla sin forzar, ni castigar". Sobre posibles efectos psicológicos, ninguna mención. En sus conclusiones, los pediatras señalan la importancia de "transmitir a los niños y adolescentes que ellos también están contribuyendo a frenar esta pandemia".

¿Problemas de aprendizaje?

La Organización Mundial de la Salud y UNICEF coinciden en que a partir de los 12 años, los menores deben llevar mascarilla en los mismos supuestos que las personas adultas. Para los de entre 6 y 11 años, ambas agencias sostienen que deben darse una serie de circunstancias: un nivel elevado de transmisión de la enfermedad, el acceso garantizado a las mascarillas y la supervisión de un mayor de edad. Añaden, además, como uno de los factores a tener en cuenta, "las posibles repercusiones sobre el aprendizaje y el desarrollo psicosocial, en consulta con el personal docente, los padres y los proveedores de servicios médicos". 

¿Y qué pasa con el estado de animo? Roger Ballescà, coordinador del Comité de Infancia y Adolescencia del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya, insta a distinguir "entre una molestia o un reacción negativa ante una situación complicada y una ansiedad o una angustia a nivel clínico". "Que el uso de la mascarilla genera malestar es una evidencia en la que todos debemos estar de acuerdo. Como también es evidente que sería mejor que los niños no tuvieran que llevarla en las escuelas". Este especialista insta a "estar muy atentos" ante posibles reacciones adversas y recomienda a todos los implicados en la educación -padres, educadores y Administración- "tener cintura", en el sentido de encontrar un punto medio "entre la sobreprotección y dejar que hagan lo que les da la gana". En la inmensa mayoría de los casos, insiste,  no deriva en un "trastorno psicológico". Ballescà, eso sí, recuerda tener muy en cuenta las excepciones, todos los niños que por alguna enfermedad o por un trastorno (del espectro autista, por ejemplo) es mejor que no lleven mascarilla. 

Quizás sea pronto para calibrar el efecto de la protección en el desarrollo cognitivo. Pero desde el punto de vista de la salud, los pediatras y los psicólogo coinciden en un mismo mensaje: por ahora, no hay problema. El tiempo dirá si es peor el remedio que la enfermedad. 

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