ESCUELA A DISTANCIA

Profesores condenadamente optimistas

Mensaje de los profesores de la escuela La Mercè de Tortosa a sus alumnos

Mensaje de los profesores de la escuela La Mercè de Tortosa a sus alumnos. / periodico

Carlos Márquez Daniel

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El martes que sigue al lunes santo suele ser un día especial en las escuelas. No han sido tres meses como en verano, pero despegarse de los amigos siempre deja ese poso efervescente que desborda cuando se produce el reencuentro. A primera hora, todavía con legañas en los ojos, pero sobre todo en el patio de la mañana. Muchas cosas que contarse. Esta época de deshumanización les ha arrebatado esa liturgia de la amistad. Y las aulas, y el arenal, y la pista de atletismo, y el gimnasio, y los profesores. Arranca el tercer trimestre, desde la distancia, con el reto de mantener el ánimo y de no dejarse a nadie por el camino. Sobre todo en los centros con perfiles más vulnerables, como el colegio La Mercè de Tortosa y el Marià Fortuny de Reus. Son escuelas consideradas de alta complejidad, donde más se requiere un alto compromiso

El Departament d'Educació ha puesto a disposición de los docentes más de 100 entornos educativos 'on line' para que los niños puedan completar el curso del coronavirus desde casa gracias a la paciencia de los padres. Cada centro, teniendo en cuenta sus peculiaridades, tomará el camino que crea conveniente. Aquellas familias sin recursos tecnológicos -se han detectado 55.000 en toda Catalunya- se supone que irán recibiendo ordenadores, tablets y tarjetas de acceso a internet en los próximos días/semanas. El Govern, sin embargo, ha dejado claro que estos meses serán más de acompañamiento que de formación, por eso apuesta por no evaluar y cerrar las notas con lo que hayan dado de sí los dos primeros trimestres. Carlos Blanch, director de La Mercè, insiste en explicar la situación "en clave positiva". "Porque es muy importante el mensaje que hacemos llegar tanto a los estudiantes como a las familias". Seguramente por eso, y aunque no deben faltarles razones, tanto él como su colega de la Marià Fortuny, Núria Sabaté, apenas se quejan.

Como Shackleton

La escuela de Tortosa, con 216 alumnos, tiene un 63% de estudiantes de familia de origen inmigrante y un 31% pertenecen a la comunidad gitana del municipio. Lo que algunos podrían considerar un problema, la diversidad cultural, se transforma en riqueza, en sorpresa, en distintas maneras de abordar e interpretar una misma enseñanza. Por eso esta semana santa les pidieron una receta de mona adaptada a cada tradición familiar. La piedra en el zapato es la falta de recursos, la desigualdad, la ausencia de oportunidades. Carlos tuvo claro qué palabras dirigir al claustro de cara a enfocar el confinamiento: "Tenemos que ser condenadamente optimistas". Hizo suya la frase del explorado polar Ernest Shackleton, que también lo tenía complicado a principios del siglo XIX para que su tripulación no sucumbiera al sobrecogedor blanco y negro del paisaje ártico.

Para abordar la situación, La Mercè ha trazado dos vías de acción: un plan de contingencia durante las semanas o meses sin clases, y un plan de reencuentro para el momento en el que los chavales regresen a los patios "con afectaciones importantes que deberemos tener muy presentes". Carlos es consciente de que no podrán llegar a todos los alumnos, porque algunos cambian de domicilio, o de teléfono, o porque la situación familiar es tan delicada que tienen muchas otras prioridades antes de pensar en leer, sumar o restar a distancia. Tras una diagnosis de los medios de que disponen los hogares del cole, han visto que entre tres y cinco niños por clase no tienen lo necesario. Y no solo a nivel tecnológico: tampopco papel suficiente, lápices para colorear..., no digamos ya impresora. "El objetivo hasta final de curso es garantizar que estén bien, por eso hemos creado comisiones para diseñar actividades enfocadas al acompañamiento emocional". El asunto académico puede esperar. "No buscamos replicar lo que hacemos en el aula, sino ayudarles a que puedan hacer un relato de lo que está pasando". En resumen, hacer lo que buenamente se pueda con el objetivo de que se sigan sintiendo "acogidos por la escuela"

Cerca de los chavales

La directora de la escuela Marià Fortuny (500 estudiantes, un 70% de los cuales son de origen inmigrante con una mayoría de clase baja o muy baja) ahonda en la idea de "estar cerca" de los alumnos". Han podido contactar con algo más del 80% de las familias. Teniendo en cuenta la situación social por la que atraviesan muchas de ellas, con pisos compartidos, con una hora de internet al día que les presta el vecino o con un móvil para cinco personas, es un porcentaje muy respetable. La respuesta de los padres, cuenta Núria, ha sido "buenísima", sobre todo en las edades más tempranas. El profesorado también ha estado a la altura, aplaude. "La crisis nos ha hecho vivir un sentimiento de urgencia que ha acelerado un proceso de aprendizaje que habría sido mucho más lento. Tenemos que vivirlo como una oportunidad".