EL RETO DE LA ENSEÑANZA A DISTANCIA
El trimestre escolar 'on line' arranca bajo el yugo de la brecha digital

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Carlos Márquez Daniel
Carlos Márquez DanielPeriodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 17 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Bàsics' (Betevé) y 'La Selva' (TV3).
Carlos Márquez Daniel
En estas cuatro semanas de confinamiento han florecido los especialistas en coronavirus y todo lo que tiene que ver de manera tangencial con la pandemia, como la educación, que inicia su tercer trimestre con el reto de seguir formando desde la distancia y en medio de un encendido debate sobre la falta de ordenadores que incrementa la brecha digital, el internet que no llega, las cuotas que no se han rebajado lo esperado, los profes ausentes, hiperactivos o sin medios, o los padres que trabajan y al tiempo corrigen una multiplicación o revisan una manualidad con plastilina. El Departament d’Educació, en aras de poner algo de orden y a expensas de si se vuelve o no a las aulas antes de que termine el curso, está intentando marcar las pautas de los próximos tres meses. Hay tres cosas más o menos claras: se intentará no dejar a nadie atrás y acompañar más que formar; las tareas, en principio, porque hay debate político, no serán evaluables, y solo se pondrán notas a los estudiantes de FP que estén a punto de conseguir un título y a los de segundo de bachillerato, donde los alumnos tienen la selectividad retrasada hasta julio. Y hay tres cosas que no están nada claras: se descarta, por ahora, el aprobado general; los padres y madres no tienen ni idea de qué harán con los niños pequeños cuando ellos tengan que volver a la oficina, y nadie sabe si los alumnos volverán a su pupitre antes del 19 de junio.
Los días que siguieron al fin de las escuelas, ese viernes 13 de marzo en el que las familias fueron avisadas 24 horas antes, el ‘conseller’ Josep Bargalló repitió en varias ocasiones la negativa del Govern a seguir formando a los chavales a distancia, con el argumento de que eso ensancharía la segregación escolar y la brecha entre los que, en general, en todo en la vida, tienen y no tienen. Aquel discurso se fue suavizando conforme el COVID-19 iba ganando terreno, y la ‘conselleria’ empezó a aportar material para que los centros lo distribuyeran de la manera más conveniente. De algún modo, se intentaba terminar el segundo trimestre al ralentí, con la vista puesta en el avance de la pandemia y en la semana santa, confiando, como suele hacerse, en que cada dirección de centro tomaría el sendero más adecuado. Un portavoz de Educació explicaba días atrás que pasadas las fiestas se darían "instrucciones nivel por nivel pero con el mensaje de fondo de que no se busca evaluar sino un acompañamiento". Eso se ha traducido en más de <strong>100 modelos de propuestas didácticas</strong> para poder trabajar de manera virtual. Pero con un enfoque muy claro: "Tenemos que olvidarnos del concepto temario y de replicar el horario escolar durante el confinamiento", concretan desde el Govern. El plan, sin embargo, no es del agrado de sindicatos como CCOO, que advierte de que muchos docentes tienen personas dependientes a su cargo, lo que les "complicará mucho poder trabajar en las condiciones adecuadas". Según sus cálculos, tras una encuesta a 3.200 educadores, el 70% de los profesores no podrán seguir el curso desde la distancia.
Notas o no notas
Así las cosas, el curso se valorará en función de los dos primeros trimestres, con la citada excepción del último curso de FP y los que estén a punto de acceder a la universidad. En estos dos casos, tal y como ya avanzó el ‘conseller’, es probable que la formación -y las prácticas, en caso de la formación profesional- se alarguen 15 días para poder atenderlos. No está previsto por el momento el aprobado general. Y anunciarlo ahora sería un suicidio académico, puesto que sería como decirle a los chavales que acaba de empezar el verano. Si finalmente se toma esa decisión, lo más seguro es que se anuncie cuando el curso llegue a su ocaso. Lo de evaluar o no desde ahora hasta el cierre de las aulas, de hecho, es otro debate abierto, puesto que el Consejo Escolar Estatal recomendó la semana pasada al Ministerio de Educación que todo lo que hagan los estudiantes entre esta semana y mediados de junio sí tenga una nota computable. ¿Objetivo? Evitar que se "relajen". Con la salvedad de las familias sin recursos tecnológicos, para los que se suavizaría el nivel de exigencia. El Gobierno todavía no se ha posicionado.
Eso, sin embargo, parece que podría ensanchar efectivamente las diferencias sociales. En el caso de Catalunya, la segregación escolar a la que hacía referencia Bargalló intentará paliarse con un plan de choque tanto en la educación pública como en la concertada. Se ha enviado un cuestionario a todos los centros para poder detectar los casos en los que sea necesario aportar infraestructura de manera que los chavales puedan seguir el curso desde casa. La conclusión es que cerca de 55.000 hogares catalanes no disponen de los medios tecnológicos -informáticos o de conexión- para poder adaptarse a la nueva situación de educación confinada. La mayoría de casos, como es obvio, se dan en los colegios de máxima complejidad.
Censo tecnológico
Educació ha elaborado un censo de todo el material informático móvil del que disponen las escuelas (tablets y pequeños portátiles). Se han contabilizado 100.000 unidades que, con la radiografía de todo el territorio, empezarán a repartirse esta misma semana. Internet será otro cantar. Muchos hogares no disponen de red para conectarse, o la que tienen es muy deficiente para poder seguir la formación en condiciones. Para ello, el Govern ha hablado con empresas de telefonía para dotar a estas familias de tarjetas que les permitan tener una educación ‘on line’ aceptable. Está previsto entregar unos 23.000 paquetes de datos, a los que hay que sumar otros 3.000 que repartirá el Ayuntamiento de Barcelona. El propio ‘conseller’ ha admitido que le inquieta más el tema de internet que el problema de los ordenadores. "No llegaremos al 100%, ni de los niños ni de los profesores a los que también les hacen falta recursos, pero sí alcanzaremos un altísimo porcentaje".
Sentadas las bases, con el mensaje del "acompañamiento emocional", con el reto de democratizar la tecnología y con todo el material pedagógico a disposición en internet, es la hora de las escuelas y de los maestros. La hora de que, con el profundo conocimiento que tienen del tipo de alumnado al que atienden, y sin olvidar que también sufren los efectos de la pandemia y deberán hacer frente a todo tipo de malabarismos, planteen de qué manera pueden seguir siendo el puntal formativo de sus chavales. Eso sí, sin que ni ahora ni en el futuro les falten los medios necesarios para alcanzar el éxito educativo.
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