Cambio de tendencia

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Santiago Niño Becerra, en una imagen de archivo.

Santiago Niño Becerra, en una imagen de archivo. / Álvaro Monge

Eduardo Calle

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Los tiempos cambian, y con ellos la imagen de algunos agentes económicos. Así lo constata la última publicación del economista catalán Santiago Niño Becerra en X (antes Twitter), donde ha dejado una breve reflexión acerca de la relación entre el trabajador y la empresa: "Mis padres me decían: 'No cambies de empresa, crece en una empresa, sé leal a una empresa y ellos te serán leales a ti'", me dijo uno de ellos. "Puede que eso fuera cierto en su época, pero hoy en día ya no lo es", cita al portal 'Business Insider'.

Con estas palabras, el catedrático ha querido reflejar el cambio de paradigma según el cual ahora los empleados no están tan ligados a la compañía de la que forman parte y para la cual trabajan. A diferencia de antaño, lo que se conoce como lealtad laboral ha dejado de ser una prioridad.

Lealtad laboral

Según un artículo del mencionado portal compartido por el propio Niño Becerra, "la percepción de la lealtad laboral se está polarizando cada vez más". Esto se ve reflejado en una clara diferencia entre las generaciones mayores y aquellas nuevas. Mientras que las primeras optan por la fidelidad tradicional dentro del sector, los jóvenes cuestionan que esta fórmula funcione en la actualidad, ya que dudan de que se trate de una relación recíproca con las compañías.

"El contrato psicológico en el trabajo se está desmoronando, como demuestran fenómenos como el de las dimisiones silenciosas, reflejando un enorme desajuste en expectativas y confianza entre empleados y empleadores", aseguran desde el citado medio. "Algunos lo achacan al descontento que provocó la guerra de "la vuelta a la oficina". Pero yo creo que el malestar es mucho más profundo. Ni los empresarios ni los trabajadores sienten que reciben lo que esperan de la otra parte", asegura el autor del artículo.

Un "círculo vicioso"

También destaca la sensación de seguridad ante la amenaza de despidos que existía antaño y que con el tiempo se ha perdido: "No es difícil entender por qué tantos trabajadores y directivos sentían un auténtico compromiso con sus empresas durante las décadas de prosperidad estadounidense. Sus empleadores eran buenos con ellos, así que tenía sentido que ellos también lo fueran", defiende antes de achacar este cambio de tendencia a la globalización, culpable de la competencia exterior, la exportación de trabajadores y la consiguiente traición de las empresas. A partir de entonces, "las empresas 'penalizaron' a sus empleados por su lealtad, ofreciendo salarios altísimos a nuevos empleados y descuidando a los trabajadores que ya tenían en plantilla", explica.

Lejos de buscar la paz o un acuerdo entre ambas partes, "muchos empresarios han respondido a la pérdida de lealtad no intentando reparar el contrato psicológico, sino tomando medidas enérgicas contra quienes consideran traidores". Así pues, nos hallamos ante un "círculo vicioso" en el que los empresarios recortan prestaciones y los trabajadores, menos seguros en su empleo, recortan horas y esfuerzo (productividad).