EN LOS PRÓXIMOS 45 AÑOS

Todolí: "Que la tecnología nos esclavice o libere del trabajo depende de nosotros"

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45 aniversario de El Periódico

45 aniversario de El Periódico / GERMÁN CABALLERO

Gabriel Ubieto

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La popularización de la inteligencia artificial promete con revolucionar el mundo del trabajo. Los algoritmos cada día tienen un mayor peso en el reclutamiento, contratación, vigilancia y evaluación de resultados. Hay tareas que en cuestión de años serán competencia exclusiva de un robot o un programa informático. Y todos esos beneficios pueden quedar en manos de unos pocos o repartirse. De estas cuestiones y otras reflexiona el profesor del Derecho del Trabajo de la Universitat de València, Adrián Todolí, en su último libro: 'Algoritmos productivos y extractivos'.

Adrián Todolí

Adrián Todolí / GERMÁN CABALLERO

¿Seguirá trabajando alguien de aquí a 45 años o ya lo harán todo los robots?

Seguro que seguirá habiendo trabajadores. Los últimos estudios de la OCDE y la OIT apuntan a que la inteligencia artificial no va a sustituir empleados, sino tareas que realizan esos empleados. Pero parte de esas tareas no serán sustituibles y las deberán seguir haciendo seres humanos. 

¿Qué tipo de tareas son las más automatizables?

Las más repetitivas. Enseñaremos a un robot a hacer un proceso industrial y lo repetirá todas las veces que haga falta. Pero también a redactar textos y a extraer conclusiones del mismo, que eso hasta ahora pensábamos que no era posible. Aunque siempre que un humano lo haya hecho antes.

Entonces, ¿la irrupción de ChatGPT está poniendo más nervioso a un programador que a un bedel?

Sí. Hace 30 años ya intuíamos que los trabajos más manuales se verían afectados por la automatización, pero que aquellos más creativos no. Y ahora, con la inteligencia artificial autogenerativa, estamos viendo que también afectará a abogados o economistas. Todas estas profesiones van a tener que aprender a trabajar con un compañero que es la IA. 

¿Eso significa que en un futuro trabajaremos más o menos horas?

Dependerá de la respuesta política que demos y cómo repartamos los beneficios de la tecnología. Si una parte se lleva todos esos beneficios, trabajaremos más, si los repartimos de manera equitativa, trabajaremos menos. Si la tecnología nos esclavizará o nos liberará del trabajo depende de nosotros como sociedad.

¿Actualmente esas nuevas tecnologías están jugando más a favor o en contra de los trabajadores?

A corto plazo juega en contra. Lo estamos viendo con los diseñadores gráficos, los escritores o los productores de música, que ven como gran parte de su trabajo está siendo sustituido por la IA. 

¿Qué dimensión adquirirá la inteligencia artificial en el día a día de los trabajadores?

Hoy ya es muy importante y en el futuro irá a más. Transformará la estructura de las empresas, sustituyendo a los mandos intermedios. Los algoritmos elegirán a qué trabajador se contrata, marcarán su horario, quién forma su equipo y cómo evalúan su desempeño. 

¿Son los nuevos capataces?

Sí. Ya hay casos en la industria en los que son los algoritmos quienes marcan con qué frecuencia y velocidad pasa la cinta y qué ritmo de trabajo debe llevar el operario.  

¿Es decir, las empresas del futuro serán un CEO, miles de empleados y algoritmos de por medio?

Sí, vamos hacia ese modelo. Vemos como entre los consejeros delegados hay una desconfianza creciente en que los mandos intermedios sean demasiado humanos. Como están en contacto permanente con los trabajadores, empatizan con ellos y son más permisivos. Así que con los algoritmos han visto la solución perfecta. 

Porque no vale de nada quejarte al algoritmo…

Exacto. La irrupción de la inteligencia artificial reducirá el poder de negociación de los trabajadores. Ya que el propio algoritmo va a poder calcular el mínimo salario que tú estás dispuesto a aceptar para hacer ese trabajo. Porque conocerá tu historial, tus preferencias a través de tus redes sociales, si has recibido o no ofertas de trabajo de otros sitios… Así que te va a poder pagar el mínimo posible para que no te vayas. 

Y controlarte al máximo

A las empresas les cuesta actualmente mucho dinero controlar qué haces en el trabajo y para incentivar que cumples con tus objetivos te ofrece bonus. Ahora, con los algoritmos, la vigilancia es mucho más barata y en vez de ofrecerte la zanahoria, ahora te amenazarán con el palo si no cumples.

¿Qué pasa si el algoritmo me coge manía?  

Los algoritmos no son neutros y discriminan, porque aprenden de la sociedad. Y si la sociedad es racista o machista, reproducen esos sesgos. Pero el problema va más allá y es que el algoritmo discrimina y luego es muy hábil a la hora de esconder su discriminación. Porque puede recabar un montón de datos y escudarse en ellos. No te dirá “te discrimino por ser mujer”, sino que te presentará un montón de excusas alternativas. Los juicios del futuro pueden acabar siendo una batalla de datos entre algoritmos y quien tenga el más caro, gana.

¿Cómo evitarlo?

Con auditorías de los algoritmos. Y reglas públicas que reequilibren esas relaciones entre una empresa con todo el poder de los algoritmos y sus trabajadores. Además es esencial que la Administración se dote de algoritmos propios y no solo los subcontrate a otras empresas, en beneficio del interés general.