Cómo la incorporación de las mujeres ha transformado en 45 años el mercado laboral

Por Gabriel Ubieto / Diseño: Andrea Zúniga

El mercado laboral en España ha cambiado tanto en los últimos 45 años como la propia sociedad española. Dejando atrás un pasado agrario, deslocalizando parte de la industria al otro extremo del planeta o de la hoy Unión Europea y fiando el futuro a los servicios, cada día más digitales. Sumando a la mujer al mercado, revalorizando los salarios, especialmente el mínimo, repartiendo el trabajo y reduciendo la jornada laboral.

El principal cambio que ha experimentado España en términos de empleo en estos últimos 45 años ha sido la incorporación de la mujer. Media España se ha incorporado al mercado laboral, esa media España que hasta no hace mucho había nacido para quedarse en casa a cuidar de los hijos y los ancianos y que hoy sigue arrastrando peores salarios y cargando sobre sus espaldas la mayoría de cuidados.

Ese camino (no culminado, ni mucho menos) hacia la paridad ha ido de la mano de una urbanización de la economía. Si cuando España aprobó su primera Constitución después del Franquismo casi el 20% de los ocupados trabajaban en el campo, hoy apenas lo hace un 3%. El peso de la industria, por su parte, ha caído a la mitad, proceso especialmente acelerado una vez España cambió las pesetas por los euros.  

Para los millenials y posteriores el sábado ha sido siempre un día, por lo general, en el que no se trabajaba ni se iba al cole. No lo recordará así más de un ‘baby boomer’, pues hasta no hace mucho no era para nada anómalo que el único día en el que no se laburara fuera el domingo. No en vano, las horas que un español trabaja cada año han ido reduciéndose en las últimas décadas; con la promesa de la semana laboral de cuatro días hoy en un horizonte cada vez menos utópico.

Muchas cosas han cambiado en 45 años, aunque de algunos vicios el empleo recién se está quitando, como de la temporalidad. No ha sido hasta la última reforma laboral, diseñada por Yolanda Díaz, que mediante fórmulas algo menos eventuales aunque ni mucho menos estables, ha logrado doblegar tasas de temporalidad que llegaron a escalar hasta el 40% de la población asalariada. 

Y otros males parecen incrustados en el ADN del mercado laboral español, como la tasa de paro más alta de la Unión Europea, que ni en los mejores momentos de expansión de la ocupación logra quitarse de encima ese deshonroso título. Y, más intensamente, el paro juvenil, eterna asignatura pendiente. 

De la crisis del 2008, una de las más duras de la historia, arrastramos todavía algunas herencias envenenadas. Por un lado, un número no menor de trabajadores pobres, es decir, que pese a cobrar un sueldo no les da para llegar a final de mes. Y, por el otro, un desempleo crónico entre los mayores de 50 años, alimentando la paradoja de que cada vez nos jubilamos más tarde, porque vivimos más, pero parte de las empresas pretenden acelerar cuanto antes mejor el retiro de los más sénior.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Gabriel Ubieto
Diseño e ilustraciones:
Andrea Zúniga
Coordinación:
Rafa Julve, Ricard Gràcia y Iosu de la Torre