Competencia encarnizada

El negocio herido de las telecos en España

El sector ha pasado del monopolio estatal a la era del 5G en apenas un cuarto de siglo. Ahora se encuentra en plena convulsión por el empuje del ‘low cost’ y con sus ingresos y su rentabilidad fuertemente golpeados por la hipercompetencia 

Análisis del mercado de las telecos en España.

Análisis del mercado de las telecos en España. / Econ

David Page

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El sector de las telecomunicaciones en España se ha instalado desde hace años -para las compañías, muchos años, demasiados- en una competencia feroz. La permanente guerra comercial, la pujanza continuada de operadoras de bajo coste y la aparición de nuevos rivales apoyados por una regulación que la promueve han creado un marco de precios medios a la baja beneficioso para los consumidores, pero que ha roto el negocio de los grandes grupos, que lo sufren en sus cuentas.

Un ecosistema que se traduce en ingresos y rentabilidad menguantes y que a la vez obliga a las grandes telecos a seguir ejecutando inversiones milmillonarias en redes, infraestructuras y tecnología digital para atender el crecimiento exponencial del tráfico de datos y no perderse en la era del 5G y la IA.

El marco de hiperrivalidad y sus efectos perniciosos para el negocio de las grandes compañías es caldo de cultivo de los movimientos corporativos que ya se preparaban (fusión de Orange España y MásMóvil, posible venta de Vodafone España tras años de pérdida de negocio, consolidación de las compañías independientes de fibra…). También ha allanado la inesperada irrupción de Arabia Saudí como primer accionista de Telefónica, aprovechando su baja cotización en bolsa.

Gran atomización

En apenas 25 años se ha pasado del monopolio estatal de las telecomunicaciones que representaba la antigua Telefónica a contar con en torno a un centenar de operadoras registradas en servicios de móvil y de fijo. La liberalización que arrancó en 1998 ha llevado al sector desde el antiguo sistema de todopoderoso operador único a otro con cuatro grandes grupos (Telefónica, Orange, Vodafone y Más Móvil), con otro puñado de compañías de menor tamaño pero creciendo con rapidez (Digi, Avatel, Finetwork…) y una legión de pequeñas operadoras, hasta el punto de tener una compañía de fibra hiperlocal casi en cada gran destino turístico español.

Las compañías de bajo coste, según las estimaciones de las operadoras, llevan años que logran quedarse con en torno al 60% de todas las nuevas altas del sector, tanto las portabilidades (cambios de compañías en las que el cliente mantiene el número anterior) como de las líneas con nueva numeración. Ahorra en la factura es el principal motivo que mueve a los clientes a cambiar de compañía de telefonía y servicios de internet, según la encuesta de tendencias de consumo de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC).

Las grandes operadoras tratan de superar la ola low cost por una doble vía: con ofertas más completas y de alto valor (paquetes prémium con consumo de datos ilimitados, contenidos exclusivos ...) que les permiten crecer en el segmento de clientes más rentable y dispuesto a pagar más y también lanzando sus propias compañías con ofertas de bajo coste (Lowi en Vodafone, Simyo en Orange o varias de las enseñas de MásMóvil) o con servicios más ajustados (O2 de Teléfónica). Aun así en los dos últimos años el grupo rumano Digi es con diferencia el que a mayor velocidad ha crecido en número de clientes con su agresivo plan de precios.

Tendencia deflacionista

El peso que tienen las compañías de bajo coste en los movimientos de clientes y la necesidad de todos los rivales de no perder comba en la batalla comercial ha instalado al sector en una tendencia deflacionista. Se han convertido en habituales tarifas móviles con servicios limitados por debajo de 10 euros al mes y los de fibra por debajo de los 20; también paquetes más completos presentan precios muy reducidos.

Según la CNMC, pese a los picos de inflación y las subidas generalizadas en muchos productos de la cesta de la compra, el precio medio de los paquetes convergentes cuádruples (con servicios móvil y fijo tanto en teléfono como en banda ancha) era a final del año pasado de menos de 43 euros al mes, el más bajo desde que empezó a medirse en el panel de hogares hace una década. Y los paquetes quíntuples (incluyen televisión) se comercializaron a un precio medio de 77 euros, su menor nivel desde 2017.

Mientras que el uso del móvil y la banda ancha se dispara (el tráfico de datos creció en España el año pasado el 15%, y los datos móviles, el 42%) y el incremento de usuarios es constante (hay más de 58 millones de líneas móviles en España, 10 millones más que habitantes, y los accesos de fibra al hogar se sitúan en el entorno de los 17 millones), los ingresos del sector se ha desplomado.

Los ingresos de la industria alcanzaron en 2008 su récord: 44.000 millones de euros. El año pasado, la facturación de todas las compañías del sector no llegó a los 34.800 millones, el 21% menos pese a que las comunicaciones y los servicios digitales lo llenan todo. El desplome es mayor en el caso de los ingresos de los servicios minoristas destinados al cliente final, los más afectados por la guerra de precios: una caída de los 37.000 millones de 2008 a los 24.235 millones, el 34% menos. En 15 años el sector ha perdido más de un tercio de su negocio minorista.

La Comisión Europea lleva casi tres décadas promoviendo una liberalización del sector basada en impulsar al máximo la competencia para garantizar precios asequibles para ciudadanos y empresas. La estrategia comunitaria persigue activamente garantizar en cada mercado nacional la existencia de cuatro operadoras de referencia con capacidad de competir, se han levantado regulaciones nacionales que han impulsado la aparición de nuevos rivales garantizándoles el acceso a las redes de los grandes grupos a precios regulados, y todo se ha completado por parte de Bruselas con vetos o imposición de severas condiciones a algunas operaciones de fusión entre firmas relevantes.

Orange España y MásMóvil -segundo y cuarto operadores- esperan el visto bueno de la Comisión Europea para fusionar sus negocios y crear un gigante nacional. Las dos compañías y sus propios grandes rivales en el mercado español reclaman que la operación se autorice sin imponer condiciones duras de cesión de activos para avanzar en la consolidación del sector. Las grandes compañías temen que la decisión vuelva a estar orientada a impulsar un cuarto operador -con Digi como la mejor posicionada- y no permita avanzar hacia una mayor racionalización del negocio herido.